Recientemente realicé un viaje a la Ciudad de México en donde visité varias exposiciones de diferentes características, unas de arte contemporáneo – escultura e instalaciones – y otras de pintura – una de arte moderno y otra del siglo XIII a finales del XX. Puedo decir que en general, unas más y otras menos, me parecieron buenas, La variedad de ellas me llevaron a enfrentar otra vez el planteamiento de la aceptación o no de la vigencia de la pintura en las manifestaciones actuales.
Ya señalé que las muestras de pintura que visité no son precisamente de arte actual, por lo tanto para el asunto que quiero abordar no están a discusión; una estupenda retrospectiva de Tamara de Lempicka y una de arte Mexicano, también de gran calidad técnica y creativa, de la colección del Fomento Cultural Banamex.
Este cuestionamiento de que si se puede hacer arte actual con pintura, se viene dando desde ya hace mucho tiempo, ya lo señalaba en mi colaboración anterior, enfatizado más en los años recientes en que ha proliferado más las manifestaciones conceptualistas de instalaciones, performance, video, fotografía, arte procesual, arte objeto, etc., De hecho la primera acta de defunción a la pintura, se dio con el nacimiento de la fotografía; desde entonces de forma recurrente se viene insistiendo en ello, con el agregado en algún tiempo de que también el arte se está muriendo.
Pero no, la pintura no estaba muerta ni andaba de parranda, siempre ha tenido vigencia, y en medio de las grandes innovaciones de todas las vanguardias y conceptualismos, siempre existen los creadores que en la pintura y con todas sus capacidades, han realizado obra de extraordinaria actualidad. Ahora mismo tenemos que la obra más cara de un artista vivo, vendida en alrededor de 25 millones de dólares, es “Inspectora de la Seguridad Social durmiendo” de Lucian Freud, una pintura-pintura –no tiene absolutamente ningún otro agregado– que nadie que esté dentro de la comunidad del arte puede negar su contemporaneidad, aun cuando sólo se haya usado óleo aplicado manualmente con los instrumentos tradicionales, paleta, pincel, sobre lienzo. Así como Freud, hay muchos artistas que siguen pintando una obra de presencia actual, sin tener que insertarse para serlo en nuevas técnicas y formas de avanzada que en ocasiones sólo son modas. Gerard Richter, con su obra ecléctica que recorre lo mismo el realismo que el abstraccionismo, tanto gestual como geométrico, Ellsworth Kelly, con su minimalismo de campos de color precisos, Cy Twombly y su insistente práctica del expresionismo abstracto de pintura de acción, Jasper Johns que ahora sólo usa pintura, a diferencia de su primera época en que era común que agregara elementos extra pictóricos. Todos ellos y muchos más son artistas nacidos alrededor de los años veinte del siglo pasado, y muchas de las corrientes actuales comenzaron cuando ya tenían una trayectoria; su característica es que en cada momento de su quehacer han sabido impregnar la esencia y el espíritu de su tiempo, que es lo que da el carácter de contemporáneo al arte, que además cuando realmente lo es, permanece por siempre como lo podemos constatar con la Mona Lisa de Leonardo de Vinci.
Esto por supuesto nos haría pensar que sólo los grandes maestros son los que siguen pintando, pero no es cierto, pues también lo hacen artistas nacidos en la segunda mitad del siglo XX, algunos como práctica única, como Peter Doig, Elizabeth Peyton, Marlene Dumas, o en México el mismo Gabriel Orozco tan alabado por sus creativas propuestas conceptuales, también pinta con resultados igualmente contemporáneos.
El mismo Orozco dijo; “si la pintura se está muriendo es por culpa de los pintores “. Esto es, lo que se está muriendo es el arte malo hecho con pintura mala, el bueno siempre seguirá vivo, tal vez a pesar de los conceptuosos que la pintura les hace sombra y no les permite que se vean.
Por lo demás, con las nuevas técnicas y nuevas corrientes también se puede hacer arte maravilloso, creativo y propositivo.
Tratando de ligar lo anterior en otra rama del arte, intentaré comentar la exposición de Edmundo Gutiérrez Martínez que se muestra en el Centro de Artes Visuales. Es fotografía digital, medio de expresión actual; de entrada tiene un buen impacto a primera vista, buen encuadre, buena composición, buena profundidad de campo, buena técnica de impresión de las imágenes, características positivas de cualquier obra de la materia, sólo que el autor transita en una forma y temática que no corresponde a la fotografía actual, que por sí mismo no es negativo, pues dentro de ello, con todo y la reminiscencia de la escuela de Manuel Álvarez Bravo, Gutiérrez logra estupendos trabajos en los que no cae en la tentación de incluir temas del proletariado o a la ancianidad, que son comunes de quien no tiene una sólida formación artística, pues es sabido que al aficionado le atrae sobremanera por fotogénica, la pobreza y las arrugas, Tal vez en alguna ocasión decida incursionar en una fotografía de más ambición creativa, lograría otros satisfactores en una búsqueda diferente a esta obra casi documental, las herramientas las tiene.
Con este comentario podemos comparar cómo por un lado, en el tema principal de este texto, se plantea la duda de la permanencia de una técnica tradicional en el arte actual, donde se supone que la vigencia de la tecnología de hoy es la que debe predominar, y por otro lado, quien usa un medio actual, se manifiesta de una manera que ya ni es muy practicada en nuestros tiempos.
La ventaja es que todo puede convivir.