Todos los fundamentalismos han generado violencia en todos los ámbitos donde ésta se da, además se propician asimetrías y han dejado olvidadas a las mujeres no sólo en el país sino en el mundo sometiéndolas a ser parte de ritos o cumplimiento de creencias que están fuera de su propia dignidad, como es ahora el caso del aborto que se ha promovido como una ley en diversos estados y hasta ahora van quince donde revocan su autorización, comentó Isabel Jiménez, activista en pro de la lucha de los derechos de las mujeres.
Para ese tipo de decisiones las únicas que deberían participar son las mujeres, recordó su experiencia en la Ciudad de México cuando estuvo trabajando en un programa de atención a niños de la calle, uno de los problemas más severos que esos pequeños viven es justamente la violencia y el desprecio de sus madres que los tuvieron como hijos no deseados.
“Cuando tú le preguntas a la madre, porqué lo golpeas, porqué lo torturas, porqué lo quemas, porqué lo violas, todo eso les pasa en su casa es porque es un hijo no deseado, ellas dicen yo quería tener sexo y me embaracé y como está prohibido abortar lo tuve”.
El niño se siente mejor en la calle que en su casa, porque la violencia que él vive afuera se la propinan “desconocidos” y le da poca importancia, pero no pasa así cuando esas mismas violaciones las recibe de su mamá, ellos mismos cuentan que eso es algo muy doloroso que no les gusta vivir.
El nacimiento del hijo a un mundo con ese nivel de hostilidad es de alguna manera un aborto porque él ha venido sólo a sufrir, a pasar hambre, a ser víctima del abuso, del desprecio, a sentirse como desperdicio de la sociedad y entonces Isabel Jiménez se preguntó a sí misma, ¿qué será más crimen? tener a los niños y expulsarlos a la calle o evitar los embarazos.
Incluso más allá del aborto la apuesta sería por la educación sexual desde las primeras edades, con programas serios, científicos, laicos, con continuidad desde la primaria, en la secundaria y la preparatoria.
Eso sería además un adecuado paliativo en estos momentos donde ambos padres se ven en la necesidad de salir de su casa para cumplir con una jornada laboral, que les asegure un ingreso para la manutención de su familia, por consecuencia los hijos están descuidados y corren el riesgo de tener relaciones sexuales a edades tempranas, inmiscuirse con las drogas o involucrarse con el delito.
En este aspecto se genera otro problema alterno, pues todavía existe la idea errónea de culpar a las mujeres por el descuido de los hijos, cuando en muchas ocasiones ellas han salido a trabajar más por necesidad que por gusto.
Para Isabel Jiménez, es por estas situaciones con las que se ha enfrentado en su trabajo como asesora y capacitadora, que consideró que el problema real está más allá de la legalización o no del aborto, sino que esto se deriva de problemas grandes que están detrás de él, vinculados con la economía, la igualdad de oportunidades, la doble moral y el doble discurso que muchos funcionarios y legisladores tienen al realizar su trabajo.
Mientras las autoridades no comprendan que cada asunto de la sociedad tienen que tratarlo o discutirlo directamente con la población que se ve afectada o beneficiada por las decisiones que se toman en los altos niveles y que entonces el término de servidor público tenga una función real.
Porque a final de cuentas las malas decisiones afectan a quienes son más vulnerables en este caso las mujeres de escasos recursos porque son ellas quienes tienen muchos hijos, pocas posibilidades de desarrollarse o acceder a otro nivel de vida y en su caso las que no tienen forma de acceder a un proceso abortivo seguro, aún cuando no sea legal, a diferencia de quienes sí tienen dinero. Es muy lamentable que no reflexionen y se den cuenta de lo que está sucediendo frente a ellos.