Si enviáramos una postal de México durante estos días de fiestas patrias quizás lo primero que vendría a la mente serían los colores verde, blanco y rojo. Sin embargo, ¿qué formas adoptan en el presente los colores del país? ¿En qué pensamos cuando hablamos de México durante estos días? Resulta inevitable inquietarnos por el panorama económico difícil, en una propuesta de soluciones en las cuales los mexicanos no tenemos confianza. El tema del trabajo presenta un creciente horizonte de precariedad, desempleo, despidos y falta de oportunidades para las nuevas generaciones. La inseguridad irremediablemente se va tornando cotidiana y amenazantemente naturalizada. Además preocupan los desequilibrios climáticos traducidos en sequías o lluvias intensas que inundan. Además, en el acontecer nacional irrumpe un evento mediático absurdo de un intento de secuestro de un avión por un ministro de culto y profeta.
A su vez pensamos en las imágenes de México que se ha construido a lo largo de la historia, la nación imaginada tejida por nuestros artistas en hermosos murales, en el cine, la literatura y música. Un ejemplo vital lo representan Diego Rivera, Gabriel Figueroa y Manuel Álvarez Bravo. Estos tres maestros dejaron un legado a partir del cual pensar en México es una tarea que se disfruta. México es un país de imágenes que difícilmente podrían agotarse en una sola postal, considerando la diversidad y la riqueza de sus distintas regiones y culturas. Incluso México significa nuestra propia vida cotidiana en donde tejemos nuestros sentidos de pertenencia más cercanos con quienes amamos, con nuestros antepasados y donde deseamos pensar en un futuro posible. Una postal nítida del país sería en la cual fuera posible no sólo mostrar las imágenes que sobre el país han prevalecido y conformado el imaginario popular o legitimado por la historia, sino las diversas y difíciles realidades que viven sus ciudadanos.
Las imágenes convocan tanto la historia como lo que está por venir. Pensar en el México imaginado es recorrer no sólo el pasado sino lo que es posible visualizar para el futuro. Comúnmente pensamos en el futuro como lo que se nos presenta por delante y el pasado como algo que se lleva a cuestas como una carga, sin embargo me parece revelador pensarlo en el sentido contrario. Silvia Rivera Cusicanqui, a partir de un trabajo de sociología visual explica que analizando imágenes realizadas por los indígenas aymaras de Bolivia comprendió que el pasado lo conciben como los ojos con los cuales miramos y el futuro como una carga que llevamos sobre nuestras espaldas. Quizás esta concepción del futuro corresponda mejor a cómo lo percibimos actualmente los mexicanos, si consideramos que el futuro es una responsabilidad que debemos resolver ahora.
El título de esta postal lo tomé de un libro sobre el imaginario que adquiere nuestro país más allá de sus fronteras. Ana Uribe Alvarado, en “Mi México Imaginado. Telenovelas y televisión en la vida de los inmigrantes mexicanos en Los Angeles”, entrevistó a varios méxico-americanos de segunda y tercera generación para analizar cómo imaginan el país de sus antepasados. Da a conocer el papel de la televisión en los procesos globales en construir imaginarios de México en el extranjero. La imagen de México se construye a través de las llamadas industrias culturales, en los géneros televisivos populares como la telenovela, los espectáculos como el futbol y la industria de la música. Las audiencias hispanas en Estados Unidos crecen y demandan les sea proporcionados contenidos basados en el rico imaginario de nuestro país. Existen claro-obscuros en este quehacer debido a que evidentemente su carácter popular y comercial no presenta con la calidad deseada la diversidad y complejidad de la cultura mexicana. Sin embargo, a su vez, permite a estas comunidades más allá de las generaciones mantenerse vinculados con su país de origen, con el idioma y con distintos rasgos de su cultura y vida nacional.
Esto nos conduce a pensar asimismo en la imagen de nuestro país entre extranjeros de ascendencia no mexicana. Entrevistando a varios japoneses sobre cómo imaginaban México antes de vivir en nuestro país, dan a conocer que a la vez que piensan en un país rico en un pasado histórico prehispánico y de una geografía diversa y bella, temen el México inseguro, de narcotráfico y balazos. Además, no podemos olvidar el reciente manejo mediático de la industria de noticias internacionales sobre la influenza y el estigma que nos envolvió.
Pensar en las imágenes que México evoca es un tema amplio que trasciende el imaginario de los propios mexicanos y de los extranjeros. En el cruce entre ambos se construye la contradictoria identidad de la mexicanidad del pasado y de hoy sobre la que habrá que reflexionar no sólo durante el mes de la patria.