Me niego a tener Miedo II - LJA Aguascalientes
22/11/2024

Comencé hace ocho días a relatar algunos eventos de hace algunos años que tuve la oportunidad de vivir con actores de la economía y la política mexicana, que fueron la base para crear la grave situación económica que hoy nos aqueja. Continúo ahora con este ejercicio de recordar los verdaderos motivos y condiciones de entonces con el fin de desenmascarar lo que ahora se nos pretende vender como actos de buena fe. Insisto en el propósito: la única solución a la crisis actual es que como colectivo humano nos neguemos a participar en el juego de sombras que ha perpetrado una hasta ahora poderosa oligarquía. Esto implica la necesidad de ver a los actores detrás de las máscaras. 
Hacia finales del mes de noviembre de 1997, la presión política alcanzaba grandes proporciones. Por un lado, el G4, grupo parlamentario informal y efímero integrado por la oposición unida, ponía por primera vez en jaque a la “dictablanda” del otrora poderoso PRI. Con un proyecto económico de tinte mucho más social, se exigía cambio a la política económica asumida por el régimen que desde 1983 atendía sumisamente los dictados del “Consenso de Washington”. Sorpresivamente para muchos, excepto para quienes verdaderamente la conocen, la Doctrina Social de la Iglesia Católica constituía el punto de encuentro ideológico entre la posición del conservador PAN con los partidos de izquierda.

Por el otro lado, el gobierno zedillista pretendía imponer nuevamente los privilegios del sistema financiero que con la crisis del 95 ya había demostrado que podía engullir a la economía mexicana. El gobierno se hallaba en su peor momento: nunca antes había perdido la mayoría en el Congreso y una importante fracción del PRI ya había repudiado a Carlos Salinas de Gortari, junto con toda la camada de políticos identificados como “tecnócratas”. Sin embargo contaba con nuevas alianzas: apenas unos años atrás, Diego Fernández de Cevallos les había abierto la puerta trasera del PAN.

Para contextualizar, cuando el 12 de mayo de 1994 se realizó el debate entre los candidatos a la presidencia, la veloz lengua y pulido sarcasmo del inefable y truculento “Jefe Diego” le llevó a ser considerado como virtual ganador. Arrasó con la tímida imagen del atildado Zedillo. Además, la estrategia de atacar con virulencia al candidato oficial, opacó ante la opinión pública la figura del tercer candidato en importancia, Cuahutémoc Cárdenas.

Siendo integrante del gabinete alternativo creado por Manuel (Maquío) Clouthier, me llamaron del PAN para preparar al candidato para el segundo debate, que sería de contenido económico para dar la puntilla a la política neoliberal del régimen con una propuesta de “economía humana”. Le envié los primeros borradores de la estrategia, pero nunca quiso recibirlos. Se encerró en su mansión, negándose a continuar con la campaña presidencial. Dejó a Zedillo ganar por default, confirmando así algún acuerdo “en lo oscurito” con el señor de Los Pinos.

De esta manera, el 17 diciembre de 1997, se filtró a los medios que el PAN estaba llevando a cabo una reunión secreta con el gobierno en Los Pinos. Efectivamente, esa mañana, me había indicado el líder de la bancada blanquiazul, Carlos Medina, que llevaríamos a las 12 del día nuestra postura, que hasta ese momento era la del G4, ante el gobierno para confrontar al modelo neoliberal a la mexicana. Pero al arribar -antes de medio día- al Congreso, el mismo presidente del PAN, Felipe Calderón, me indicó permanecer en las oficinas del grupo parlamentario esperando sus órdenes. Informado por la prensa de esa reunión, Pablo Gómez, del PRD, afirmó que estaba cierto que el PAN se mantendría dentro de los acuerdos del G4. “Meto la mano al fuego por el PAN” afirmó categórico.

Días antes de esa reunión, el gobernador de Guanajuato y abierto aspirante a “la grande” Vicente Fox, había estado llamando a los diputados de su partido solicitándoles eliminar del dictamen del G4 la propuesta de bajar el IVA a 10%. Varios importantes empresarios pro-panistas hacían lo propio angustiados por la presión del gobierno a través de auditorías fiscales y amenaza de cancelar acuerdos de reestructura de deudas (léase absorción de sus adeudos por el FOBAPROA).

A las 10 PM regresó Carlos al Congreso diciéndonos que había “poco margen de maniobra” y que mejor nos fuéramos a descansar. A las 9 AM del día 18, Carlos, a través del vicecoordinador Rogelio Sada, se dirigió a mí como Secretario Técnico de Política Económica: “tómense el día, -me dijo- dejen las oficinas a quienes nos van a venir a ayudar”. Apenas acababa de decirlo cuando aparecieron en las instalaciones del PAN en el Congreso varios funcionarios de la Secretaría de Hacienda. Rápidamente se instalaron en nuestras oficinas para redactar el dictamen que habrían de aprobar los diputados del PAN, a fin de lograr la mayoría requerida junto con PRI. Informado de la traición, quien ofreciera meter la mano al fuego simplemente dijo: “ … me quemé”.

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PD: Es importante conocer el origen del actual desorden fiscal que lleva al gobierno a proponer los aumentos de impuestos. Recomiendo ver: FOBAPROA PASO A PASO http://www.diputados.gob.mx/cronica57/contenido/cont2/fobapro1.htm



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