Los descuentos y la soberbia (1 de 3) - LJA Aguascalientes
15/11/2024

El ascenso de Luis Armando Reynoso Femat al gobierno del estado de Aguascalientes pronto se convirtió en una demostración de soberbia: él solito ganó, la única deuda que tenía el ingeniero era consigo mismo, nada del triunfo se lo debía al Partido Acción Nacional, mucho menos a quienes desde Súmala trabajaron para él (muchos de ellos sin sueldo, sólo con la promesa de que serían recompensados con un puesto). Era tanta la arrogancia que los votos fueron considerados un reconocimiento a la campaña que llevó a todos los rincones del estado el rostro de Luis Armando a través de miles de lonas, de spots, pancartas y demás parafernalia, premio a quien estaba tan seguro de la victoria que pudo desafiar a su propio partido: si el PAN no lo ungía candidato, era capaz de irse por la libre y ganar con cualquier otra etiqueta, incluso una coalición.

Con esa certeza ejerció un poder personalísimo a la hora de formar su equipo de gobierno, los nombramientos pasaban por sus manos, no sólo los secretarios, todos los niveles, cuando se retrasaba alguna contratación era común escuchar que el gobernador no había dado su visto bueno, centralizadas las plazas bajo su poderosa, logró generar entre los trabajadores la sensación de que le debían el puesto y, por tanto, fidelidad absoluta a la persona. Así se entiende que a muchos de quienes llegaron con este gobierno, no se les pagara el primer mes, con la justificación de que era necesario saldar los pendientes que dejó la administración saliente. Con el mismo pretexto, durante los primeros tres meses, a los funcionarios que él había impuesto se les descontó la mitad del sueldo, que para sufragar los gastos de campaña, además del requisito indispensable de afiliarse al Partido Acción Nacional.

El recuento suena terrible. ¿Nadie dijo nada? Por supuesto que sí, pero fueron los menos, de hecho, muy pocos, en los medios apenas unas cuantas notas, insinuaciones, líneas perdidas en las columnas, queja en los pasillos de las oficinas que no pasaron de ahí, ¿quién iba a arriesgar su trabajo en una denuncia, en una demanda?

Entonces, el silencio. Desde afuera debe ser difícil comprender cómo es que tantos decidieron callarse. A quien señale con dedo de fuego, bastaría colocarlo en la disyuntiva a la que se enfrentó el burócrata: denunciar y perder el trabajo o aguantar y conservar su plaza. No hay más, no hay posibilidad de jugar distinta a la complicidad.

El gobernador arrancó con todas las piezas del tablero en su mano, en un estado en el que nunca pasa nada, en el que la estabilidad social y la calma chicha son distintivos, logró extralimitarse sin que nadie lo increpara, empujó los márgenes a espacios donde nadie se había atrevido y, lo mejor para él, cualquier tentativa por increparlo se diluía en la queja sin eco.

Cada sexenio es posible escuchar que éste es el peor gobierno en la historia estatal, alguna vez fue Felipe González, antes Otto Granados, pero esa es la vox populi, vox dei, que no siempre puede sustentar lo que afirma, ese es el rumor que aceita la diaria diatriba, la diferencia con el gobierno actual es que supo emplear los mecanismos de la complicidad para que nadie dijera nada y quienes se atrevieran pronto fueran olvidados, calificados agoreros, rencorosos, infieles a la promesa del bienestar luisarmandista.

Así pasaron los años, los rumores seguían creciendo. El gobernador hace aquello y hace lo otro, suma escándalos, el Estadio Victoria, el sueldo excesivo, el Necaxa, el departamento en Dubai, el endeudamiento transexenal, el dispendio en las obras, la negativa a reconocer interlocutores, la creciente inseguridad, el narcotráfico desatado… Aunque él mismo se vea como un “gobernador vanguardista y sensible” (entrevista de Jorge Álvarez Máynez, La Jornada Aguascalientes, febrero 16), lo cierto es que la percepción popular es distinta, las suntuosidad de las obras con que intenta quedar en la memoria no cubren los excesos cometidos. El gobernador cree tanto en la imagen que le devuelve el espejo, construida con base en comunicados de prensa, que deja de importarle que las acciones de gobierno empujen los límites de la paciencia social, en Aguascalientes la gente es buena, no va a pasar nada.

En la etapa final de su administración, la crisis envuelve al país, golpea a Aguascalientes y a los sueños primermundistas de la administración luisarmandista, con el gobernador de vacaciones, a su secretario de gobierno, Juan Ángel Pérez Talamantes, se le ocurre la brillante idea de generar ahorros en la administración a través de una “especie de paros técnicos”, sostiene que siempre será mejor reducir sueldos a despedir empleados, declarara que van a “buscar la forma de que algunos trabajadores descansen sin goce de sueldo”. Ocurrencia que el gobernador ratifica e implementa. Una vez más, Luis Armando Reynoso Femat coquetea con los límites de la paciencia social, si antes no ha ocurrido nada, ¿por qué habría de pasar en esta ocasión?, ¿cómo podría afectar la estabilidad descontarle el salario a miles de trabajadores?, son sólo burócratas, es sabida la mala imagen que de ellos se tiene.

En un estado donde no pasa nada porque la gente es buena (lo dicta el escudo), qué mejor idea que socavar los derechos de sus trabajadores (él los puso), meterse con su salario; si ya  antes el gobierno pudo arrancar un gajo a cuenta de pendientes partidistas, qué le impide volver a hacerlo.


Días más tarde, un chofer recibe el llamado, tiene que trabajar fuera de su horario, sin pago de horas extra, debe asistir a donde se le convoque para transportar a los invitados de la fiesta del gobernador, llevarlos hasta el Teatro Bar Víctor Sandoval, ahí los espera una suntuosa velada, misma que Raúl Di Blasito se encarga de amenizar, es el cumpleaños del gobernador y nada puede salir mal. No hay especie de paro técnico que valga, debe acudir, de otra manera podría perder su trabajo, no importa que ya se haya anunciado que los trabajadores al servicio del Estado de Aguascalientes, “voluntariamente” sufrirán un descuento (de 1 a 22 días de salario) para solventar la crisis y generar un ahorro de 30 millones de pesos.


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Edilberto Aldán
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Director editorial de La Jornada Aguascalientes
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