Después de haber perdido todo su patrimonio, la familia Lando, cirqueros de tradición, cumplió cien representaciones de malabares y diversión con la obra Circolando.
Después de hacer un recorrido por diferentes espacios y lugares recónditos del estado, el grupo Lúdica Teatro & Performance dio una función en el segundo patio de la Casa de la Cultura, antes de la develación de una placa conmemorativa.
La sonrisa es el boleto para subirse al tren de la alegría y los hermanos, basi lando (Pedro Martínez), ro lando (Diego Robledo), elbo lando (Daniel Martínez), aki bai lando (Juan Carlos Garza), ozi lando (Javier Villalpando), sir q lando (Moisés Padilla) y regu lando (Cuitláhuac González), se encargaron de dibujar la sonrisa en los rostros de los niños y de los grandes.
Un hombre con unos bigotes enormes y un sombrero largo trajo el micrófono la mayor parte del tiempo y era quien anunciaba cada uno de los actos circenses que se presentaron. Regu lando es uno de los responsables de que este sueño se haya hecho realidad.
Comenzó como un ejercicio al que se incluyeron algunos malabares y casi de inmediato se propuso como una obra de teatro que tendría entre otras peculiaridades la de viajar a diferentes espacios y foros, sin importar las condiciones de la escenografía y sólo con muchas ganas de divertirse y trasmitir esa felicidad a los corazones que latían frente a ellos esperando ser sorprendidos.
Además de las sonrisas que se volvieron continuas, en uno que otro momento se escucharon expresiones de sorpresa y temor, porque al estar encima de una pelota parecía que iban a caerse sobre el público. Ahí arriba brincaron la cuerda, lanzaron por los aires unos bolos, saltaron un ula ula y fueron de un lado a otro, maravillando a los asistentes que esperaban que todos los integrantes de la familia Lando guardaran el equilibrio en sus demostraciones.
Cada uno de ellos tiene una personalidad distinta: uno de ellos es muy serio, pero parece como si cuerpo estuviera hecho de chicle o de algún material totalmente moldeable; otro de ellos está siempre silencioso y acompaña regularmente al que tiene finta de árabe y en más de una ocasión realizan algún acto de magia, como cuando para conseguir una cuerda sacaron una víbora enorme y viva del largo sombrero negro; otro siempre está sonriendo, le encantan los retos y se siente muy feliz con cada uno de sus logros, aunque es demasiado distraído y se cae con facilidad y hay otro más al que le encanta repetir y superar los malabares de este último. El de los bigotes largos es que los organiza a todos.
Después de que arriesgaron sus vidas, todos quedaron a salvo y finalmente se dirigieron a otra parte de la Casa de la Cultura para develar la placa de las cien representaciones. Como padrinos estuvieron Martha Medina, Erika Cortés, Jaime Guadalupe Posada y José de Jesús González; éste último no estuvo presente, pero sí lo mencionaron como parte de este equipo que va más allá de ese derroche de colores y capacidades físicas que los actores despliegan en escena: hay todo un grupo de técnicos, asistentes, diseñadores y demás, que fueron parte fundamental del los logros de esta puesta en escena.
Una de las buenas noticias que dieron, además de la develación de la placa, fue la participación próxima del grupo Lúdica Teatro & Performance en el próximo festival internacional de teatro callejero en Zacatecas.