Para Cristina Pizarro, escritora argentina invitada a la 41 edición de la feria del libro, el estar inmersa dentro del ámbito de la pedagogía y también en la creación poética es una posibilidad que ha enriquecido su desarrollo en estas dos áreas, principalmente la poesía le ha permitido darle vuelo a la educación como una forma de crecimiento, aún en estos tiempos de problemas socioeconómicos donde este rubro es uno de los más afectados.
Su cercanía con la educación le posibilitó estar en contacto con el mundo de los demás, ir hacia la psicología de los alumnos y la sociedad y por el contrario la poesía le dio la libertad. Enseñar la poesía a los niños es difícil desde la técnica, pero para ella lo más relevante es transmitirla desde el entusiasmo, la emoción y el enamoramiento por la palabra.
La manera más sencilla de trasmitirla es a través del juego, la relación del ritmo de las palabras con el movimiento, las canciones, las expresiones plásticas, lo sonoro, los colores y que el niño cuando escuche la poesía pueda asociarla a un sentimiento. Esa experiencia es maravillosa, interactuar en un proceso donde se expresa lo que se siente y lo que sienten los demás.
Agregó Cristina que a través de la lectura se promueven entre los niños momentos de encuentro que en estos tiempos de soledad son un verdadero acontecimiento, ocasiones únicas.
Ha sido su deseo de comunicarse con otros lo que la ha llevado a tener contacto con los demás a conocerlos y a pensar también en esos lectores desconocidos que están en algún lugar del universo; aunque no lo había pensado de esa forma pareciera ser que ese mismo deseo es lo que la ha inclinado a preocuparse por la difusión y promoción, no sólo de la literatura, sino de la cultura en general.
“Me gustan mis momentos de soledad en casa que es donde trabaja para concentrarme, pero no puedo dejar de estar en reuniones literarias, con otros escritores, promoviendo los libros y charlas de otros temas relacionados con lo artístico”.
Que si las reuniones con el otro han influido en su obra creativa, ella dice que esos encuentros le han permitido conocer las obras desde su proceso de gestación de otra manera porque al contactar con otros escritores se da cuenta como las vivencias están entrelazadas con la creación literaria aún sin que el artista se proponga contar su vida y ella se ha dado cuenta que su escritura ha ido también al ritmo de sus pasos desde la adolescencia hasta la madurez que ahora vive.
A los once o doce años, ella hacía ya referencia desde lo poética al mundo de la naturaleza, ese fue quizá su primer acercamiento, también estaban presentes el amor, la libertad y los valores universales que se han mantenido hasta ahora, su escritura fue evolucionando; el sello de su creación está determinado por la impronta de sus vivencias que son la amalgama de lo que hay afuera con lo de adentro.
“Cada cosa de mi vida se plasmó en su poesía y con diferentes ritmos, cuando se camina aprisa no es el mismo ritmo de la respiración que cuando caminas lento, entonces la forma de escribir, de los versos van cambiando”.
El amor el erotismo, la muerte, el misterio de la vida, y Dios son algunos de sus temas predilectos al escribir; siendo ella tan jovial el más extraño podría ser el tema de la muerte, sin embargo hay un lado de su persona que ha intentado buscar la muerte, no como un suicidio, pero sí como una depresión, un momento oscuro de donde luego resurgió a la luz de una nueva esperanza, fue sólo como una especie de degustación morbosa de la muerte.