¿Por qué la notaría para López Campa, tú crees que te va a cumplir?
Los constantes abusos, excesos, la corrupción, mal gobierno, vicios que siguen sin poder ser superados por formación, procesos electorales fraudulentos, la participación de jóvenes así como la lucha encarnizada entre grupos y otros factores disminuyeron la presencia y triunfos del PRI hacia los noventa, en contraparte como he venido describiendo, la estrategia del sector doctrinal del PAN y la participación empresarial, motivaron la llamada “ola azul” en el país, Aguascalientes y su 6 de agosto de 1995 no quedó exenta.
Los acuerdos y proyecciones de negociación “tradicional” para definir los ganadores de elecciones, convertidos posteriormente en alcaldes, regidores, diputados locales, federales, gobernadores, senadores y hasta mandatarios de la nación, quedaron atrás para el caso de Aguascalientes en 1995.
De las postulaciones puedo señalar que mientras en el PRI existía una sobreoferta de aspirantes, el PAN apostó a la sociedad, particularmente al empresariado. El PRI no pudo superar las fracturas permitidas y hasta promovidas por el salinista Granados Roldán, aunado estuvo el surgimiento del grupo olivarista. Durante la campaña pensaron que su receta del “ABC”, sería suficiente.
En el PAN teníamos ya alguna experiencia en “prácticas” de nulidad del voto, teníamos que cuidar hasta la ingesta de alimentos para evitar el “´pisa y corre” característico de elecciones que neutralizaban nuestra participación; el saldo: equipo “caza mapaches” conformado por “supervisores” –uno por cada diez casillas- y más de 500 jóvenes y algunos diputadores federales que vinieron en auxilio para evitar otro fraude; una centena de radios de comunicación, vehículos, teléfonos celulares, cámaras fotográficas y de video, en fin todo lo necesario para dejar en la historia la muestra clara de la operación priista en elecciones.
Las causas de la derrota, fueron expuestas por todos menos por Granados Roldán quien el 17 de noviembre de ese mismo año en el marco de la reunión cupular del tricolor en el Hotel Andrea Alameda que tenía como objetivo externo, el homenaje a los exgobernadores, el “salinista” se deslindó de la responsabilidad.
Su divisionismo, las reiteradas crisis económicas, participación social, el alza en impuestos y derechos en paradoja a una deficiente prestación de servicios públicos, inseguridad, impunidad, devaluaciones, fueron algunas de las causas.
Desde luego no fueron todas pues la actuación del entonces gobernador también influyó según se consignó; la aprehensión de estudiantes del Colegio Marista, el enfrentamiento con su antecesor, el distanciamiento con sectores, el obrero y empresarial –a este último por cierto se le ordenaron auditorías por doquier- amiguismo e influyentismo en su gabinete, la expulsión de las “Marías”, la presión hacia el “Barzón”, y su preferencia por Carlos Salinas de Gortari al grado tal de imponer su nombre en la obra pública como síntoma de veneración –estaba obligado a actuar así pues su candidatura había sido imposición de la era salinista-, significaron más causales.
En fin, el proceso que estuvo impregnado de incertidumbre para la estela del viejo sistema y sorpresa de quienes hasta ese momento no esperaban un avance que si bien fortuito, no proyectado en tan corto tiempo.
Claro estaba el hartazgo hacia la forma de gobernar del priato y de los procesos bañados de corrupción y de ilegalidad, justo en la elección de 1995 lo que fuera el Cine Aguascalientes, se instaló como centro de canje de paquetes electorales como muestra de la desesperación que sentía la maquinaria gubernamental y en esfuerzos “nulos” por revertir la intención de la sociedad.
Luego del “Día D”, Aguascalientes no fue asunto menor en el contexto nacional prueba de ello, Carlos Castillo Peraza dirigente del PAN en el país establecía contacto directo con el entonces secretario de Gobernación para informar de las incidencias, por su parte Natividad González Paras, segundo del gobierno federal dio la instrucción a autoridades locales para respetar la voluntad ciudadana, en contraparte, Jesús Orozco Castellanos, quien se desempeñaba como secretario General de Gobierno en la entidad, se negó a responder las llamadas que venían del centro para cumplir la orden del orden y evitar el caos.
Ante el triunfo en la capital de la entidad y el avance para la conformación de la legislatura; después de “acuerdos” con el titular del ejecutivo estatal, – años antes impuesto-, el entonces presidente del Congreso del Estado, José Luis Reynoso Chequi, en sus últimos días de diputado inició la promoción de reformas a la constitución y leyes orgánicas con el objetivo de volver inoperantes los trabajas de dicho poder, a sabiendas que la presencia priista, por el voto ciudadano, había sido dramáticamente reducida.
Los panistas “captamos” que la intención de la propuesta representaba la futura relación entre el gobernador salinista hacia la segunda mitad de su sexenio, por lo que se promovieron acciones de resistencia civil, exigiendo dar marcha atrás a las pretendidas reformas. Nos concentramos en la entrada de Palacio Legislativo para impedir el “albazo”.
Un día antes de la sesión fuimos obligados a desalojar, la orden a la fuerza policiaca estaba dada, el objetivo que la sesión se llevara a cabo con, sin y a pesar de.
En contraparte, el entonces líder local del PRI, Armando Romero Rosales auxiliado por Juan Carlos Rodríguez, encabezaron un grupo de “choque” con el acarreo de ferrocarrileros y los llamados “chavos banda”.
Poco faltó para lamentar los hechos pues pese a la represión nosotros –los panistas- establecimos un cerco, esperando en todo momento que un destello de prudencia hiciera recapacitar al sistema y evitar un “Tlatelolco en nuestra entidad”.
Luego se recibió la llamada de Humberto Aguilar del CEN panista quien informó había un acuerdo a nivel central para analizar la situación sin llegar a la violencia.
Estos hechos dieron origen al llamado G-16, grupo integrado por representantes de todos los sectores, el político, económico, empresarial, social y académico, con el fin de mediar, analizar y determinar el rumbo de la entidad luego del ánimo exacerbado que se tenía después del resultado electoral.
Algunos de los participantes en el primer encuentro celebrado en punto de las ocho de la noche en el salón Tres Caballos, fueron el padre Miguel Medina, Laura Padilla de la Universidad Autónoma de Aguascalientes, por el sector empresarial, José Guadalupe López Valdivia, del lado perredista, Antonio Ortega, el líder de los abarroteros, Antonio Hernández, el economista, José Luis Gutiérrez Lozano, Felipe González González, auxiliado por Isidoro Armendáriz, quien siempre lo ha apoyado; estuve presente también como diputado local electo.
Desde la forma en cómo se establecerían los canales de comunicación ante la problemática local, la nueva composición del Congreso, la nueva administración panista en la alcaldía capitalina y los muchos ya existentes, eran temas a abordar. Orozco Castellanos durante el encuentro tomó nota, se veía nervioso.
Los siguientes tres años, servirían al hombre de Palacio para evaluar su seguridad y certeza cuando la silla dejara de ser la suya…