Con la representación del titular del poder ejecutivo, Luis Armando Reynoso Femat y acompañado por autoridades de los tres niveles de gobierno, Juan Ángel Pérez Talamantes, secretario general de Gobierno, encabezó la conmemoración del CCXXXIII aniversario luctuoso de Francisco de Rivero y Gutiérrez y el CCXXXVI aniversario de la Fundación de la Escuela de Cristo.
En su discurso oficial el diputado Enrique Rangel Jiménez, presidente de la mesa directiva de la diputación permanente del Congreso del Estado, recordó el legado del promotor de servicio, altruismo y entrega de Francisco de Rivero y Gutiérrez, filántropo peninsular fundador de la Escuela de Cristo, la primera escuela pública y gratuita en Aguascalientes.
Destacó que Rivero y Gutiérrez era originario de Mascuerras, una pequeña aldea ubicada en el Valle de Cabezón de la Sal, en la provincia de Santander, al norte de la península española.
“Como muchos de sus compatriotas, llegó a la Nueva España en busca de fortuna y para 1755 ya estaba radicado en la progresista aunque entonces todavía muy pequeña villa de Aguascalientes; Rivero y Gutiérrez, hombre piadoso, visionario y emprendedor se dedicó al comercio de productos ultramarinos, actividad que lo convirtió en uno de los personajes más ricos de la jurisdicción”, indicó.
Profundamente católico, formó en su casa una pequeña biblioteca, que heredó a los padres de la Tercera Orden de San Diego. En 1770 Rivero y Gutiérrez, soltero, sin hijos, tomó la decisión realmente insólita de invertir parte de su fortuna en el establecimiento de una escuela pública de primeras letras, la primera que habría en la villa.
El legislador refirió que en la carta que le mandó al obispo de Guadalajara solicitándole permiso para abrir la escuela, Rivero y Gutiérrez se dice persuadido de que “la base principal de las buenas costumbres y felicidad de las repúblicas es la buena educación de la tierna juventud”. Dispuso que en la escuela fueran admitidos “todos los muchachos hijos de los vecinos de esta Villa de Aguascalientes y de sus contiguos barrios, sin excepción alguna de ricos o pobres”, y sin que se les cobrara ninguna cuota o colegiatura.
Bajo estos criterios de no discriminación racial ni cultural, sino de inclusión de todos los grupos socio-económicos de la población, se creó la “Escuela de Cristo”. En ella se enseñaba gratuitamente a los educandos, de acuerdo a los requerimientos y necesidades de una época perneada por la religiosidad de la iglesia católica, la doctrina cristiana, así como a leer, escribir y contar.
Rangel Jiménez mencionó que cconforme a sus designios, sus restos fueron sepultados en el templo de San Diego. “Fue así que Francisco de Rivero y Gutiérrez, benefactor de Aguascalientes, hace más de dos siglos, dejó un elocuente testimonio de su amor a la niñez y juventud aguascalentense. Hoy lo recordamos con cariño y gratitud”.
Refirió que en la actualidad, una prioridad del sistema educativo mexicano es mantener una educación pública de calidad, laica y gratuita.
“La educación siempre será el vehículo de progreso de los pueblos. Una sociedad, entre mayor sea su nivel educativo mayores serán las oportunidades de superación de las familias en el estado, así tendremos una sociedad más democrática y con mejor justicia social, una educación de calidad es mejor para todos” afirmó.
Estableció que el legado de Francisco de Rivero y Gutiérrez “nos mueve a pensar que mediante el esfuerzo conjunto entre los poderes del estado, la iniciativa privada e instituciones de educación, es posible elevar el nivel educativo de nuestros niños y jóvenes, es sin duda alguna, una responsabilidad colectiva”.
Finalmente, mencionó que Aguascalientes requiere de sus hombres y mujeres con entereza, con capacidades probadas, para seguir edificando en la unidad, un mejor presente y futuro para todos.