El libro Enseñanzas de la historia. Reportes de Investigación, tiene 167 páginas, pesa aproximadamente un medio kilo, mide 14 por 21.5 centímetros pero su contenido poco tiene que ver con el peso real de su contenido que en mucho aportará a los maestros de historia que estén dispuestos a ir más allá de las lecturas largas en el aula muchas veces sin sentido o de las posibilidades de quedarse sólo con la historia oficial que ofrecen los textos, estos fueron algunos de los aspectos que Efraín Alcalá uno de los presentadores del texto desmenuzó de su amplio contenido.
Este texto contiene el trabajo de cuatro académicos dedicados desde diferentes perspectivas al análisis de cómo se imparte actualmente la materia de historia y en algunos casos cuáles serían las propuestas para darle un giro que se propone como indispensable para hacer que las nuevas generaciones tengan una verdadera conexión con la historia y de esta manera con su pasado. Los autores de la presente investigación fueron Leticia Aranda Venegas, Xóchitl Lechuga Cortés y Antonio Ortíz Sandoval de la Universidad Pedagógica Nacional de Aguacalientes (UPN) y Yolanda Padilla, de la Universidad Autónoma de Aguascalientes (UAA).
Efraín Alcalá a partir de los plantemientos que encontró en el libro planteó lo que él llamó las diez críticas de la enseñanza de la historia y entre ellas se encuentran la situación abstracta de la materia y la falta de una didáctica para enseñarla, las pocas horas que se asignan en una semana, falta de presupuesto para visitar físicamente los lugares históricos, la repetición y carencia de contenidos de profundidad en los textos, las inadecuada presentación de los maestros y el hecho de considerar a la historia como una asignatura de relleno.
Dentro del libro hay quien propone que los maestros de historia deben volver activo al estudiante, involucrar la historia con su propio proceso de socialización actual para que de esta manera el niño o el adolescente tenga la capacidad de contextualizar algo que sucedió, no a él, pero que de muchas formas sí tiene una relación directa con él.
Para enseñar historia, dijo Efraín es necesario que en el aula se genere una dinámica discursiva, pero para eso es indispensable una correspondencia entre lo que dice el maestro y lo que el estudiante entiende y más allá de construir alrededor de los alumnos un mundo de filias y fobias relacionado en primera instancia con quienes editan los libros de texto y ya posteriormente con el maestro en turno, lo cual trunca la posibilidad de conocer diferentes versiones de un mismo hecho para que el alumno pueda él mismo hacer un ejercicio dialéctico.
A este fenómeno lo denomino “dialéctica lisiada” porque las personas sólo pueden generar una tesis o una antitesis y por lo tanto no se da el ejercicio de la síntesis, o se es totalmente rojo y subersivo o capitalista y junior, cuando ambas realidades tienen bondades y es labor del maestro propiciar en el estudiante un ejercicio de pensamiento de esta naturaleza en relación a la historia.
Destacó tres aspectos fundamentales para enseñar historia, primero saber de los hechos históricos, saber la sicología del niño para poder llegar a él y tener una didáctica de la historia adecuada.