Noches terribles de perros sin mecate, cuando ladra el primero, la solidaridad canina impulsa la respuesta, se escucha inmediata la reacción del segundo, del tercero, responden prestos al aviso de amenaza, el coro se extiende y ya son una decena ladrando, sin saber a qué. El primero reaccionó ante el indicio de un peligro o a la invasión de su territorio, el último de los perros, quince cuadras adelante, ladra a la nada, por puro animal que es.
Es el mismo efecto que provoca la declaración de un político cuando, sin pensar, responde con frases para endulzar el oído de las masas, comienza a reproducirse la ocurrencia maravillosa con que salió al paso en una entrevista de banqueta y, después, otros actores ofrecen soluciones similares a la insensatez primera. Así ocurre con las exposiciones de los funcionarios de los gobiernos municipal y estatal cuando ante el recorte presupuestal se les ocurren sorprendentes ideas que sueltan sin el prurito de pensarlas, al menos, dos segundos.
Ahí va el alcalde de Aguascalientes a decir en una entrevista que para ahorrar recursos, la ciudad se limpiará un día sí y otro no, para poder mandar a descansar sin goce de sueldo a los empleados que realizan esa tarea y, enseguida, el secretario de gobierno estatal propone hacer “algunas especies de suspensiones temporales, una especie de paro técnico”, vacaciones forzadas sin sueldo, como una medida para generar ahorros. No puedo asegurar quién fue el primero de los funcionarios en proponer tal sandez, dudo que alguno de ellos se anime a levantar la mano para abrogarse la primacía del rebuzno.
La tontería de un gobierno realizando “paros técnicos” no soporta el mínimo cuestionamiento, la brillante idea se derrumba ante cualquier argumento, pero suena bien: recorte a la burocracia, una frase como esa no tiene pierde, en el imaginario colectivo, los burócratas son seres viles y despreciables, todos ellos, que se dedican a comer tortas de carnitas en el escritorio, así que no está mal que se les castigue. Así que cualquier cosa que se diga en contra de ellos, será bien recibida.
Tan sabe de esta imagen el secretario Juan Ángel Pérez Talamantes que se engolosina en la declaración, sin importarle el súbito desfallecimiento del sentido común al presentar los descansos obligados no sólo como un ahorro, sino como defensa del empleo: “Creo que es mejor para algunos empleados decirles, oye, vamos a buscar la forma de reducir los sueldos, vamos a buscar la forma de que algunos trabajadores descansen sin goce de sueldo, con su consentimiento, para poder generar ahorros, pero en todo momento, la prioridad es proteger a la gente y proteger el empleo. Creo que es una acción extremadamente responsable, habla de la categoría humana con la que estamos enfrentando esta crisis”. Así es, una declaración de ese calibre pinta de cuerpo entero la “categoría humana” de nuestros gobernantes.
¿Dónde quedó el discurso del gobernador de “voy a pugnar para que no haya simulación en lo que se refiere a percepción”?, ¿dónde el elocuente elogio que todos los días del servidor público se hace, cuando se considera la chamba de esos burócratas “uno de los activos fundamentales de Aguascalientes”?, ¿con qué cara se informará a un empleado que no ha de percibir salario alguno, cuando Reynoso Femat gana mensualmente 251 mil 888.71 pesos porque cobra una cuota por riesgo laboral de más de 146 mil pesos?, una cuota libre de impuestos, de la que no se retiene ISR, ni seguro social, ni Infonavit, ¿Pérez Talamantes creerá que es mejor decirles: oye, vamos a buscar la forma de evadir impuestos y reducirte el sueldo, sé solidario?
De considerar los paros técnicos, también habría que preguntarse dónde quedó el eficiente y moderno esquema de administración del que tanto presume Luis Armando Reynoso, quizá, consciente ya como está de la cercanía del final de su mandato, al gobernador han dejado de importarle asuntos menores como quienes trabajan con él para nosotros; cambia de modelo, en vez del “servicio con calidad y calidez”, opta por el esquema defraudador de la coordinadora de Comunicación Social, Carolina Rincón Silva, quien desde el principio del sexenio acostumbra no pagar a sus colaboradores, reparte puestos, exige resultados y ejecuta delictuosa huida cuando de salarios se trata.
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