En Aguascalientes, entre 50 y 70 personas han hecho del graffiti monumental su modus vivendi, elaborando a nivel profesional pinturas que, según su tamaño y complejidad, pueden costar hasta 20 mil pesos o más y llevarse 6 ó 7 horas de trabajo del artista. Uno de ellos es Jesús “Chunga” Capetillo Cervantes, que además de decorador de interiores, es “grafitero” profesional.
Para Chunga, hace falta que las personas con talento “den el salto” hacia lo profesional y esto puede hacerse con eventos, conferencias, cursos y demás actividades donde los jóvenes –dice que el interés por esta expresión generalmente inicia en secundaria y bachillerato- puedan expresar su creatividad y exponer su trabajo.
Como profesional, está convencido de que con un aerosol se pueden crear obras de gran valor económico y cultural.
A su juicio, quienes se dedican al graffiti de forma ilegal, “rayando” bardas particulares y monumentos, tienen “una idea absurda en contra de un sistema”, cuando en realidad “dañas tu estética, dañas a tu familia, dañas todo tu sistema y no obtienes ningún beneficio”.
Por causa de estas personas, muchas veces los artistas del graffiti han sufrido agresiones y no quedan exentos de ser vistos con prejuicios por la sociedad y en ocasiones hasta por las autoridades.
Aunque Chunga y sus colegas crean para todo público, afirma que sus obras son adquiridas por “personas que las aprecian”.