Los jóvenes deben aprender a leer las buenas cosas para poder ser mejores - LJA Aguascalientes
23/11/2024

Entre la poesía y la ciencia existen puentes, la creatividad, la imaginación, la posibilidad de volar y descubrir nuevos mundos que incluso se creían inexistentes, esas posibilidades y otras más las ha descubierto Carlos Chimal a través de su experiencia entre la ciencia y la literatura. Estas fueron algunas apreciaciones que el autor compartió al presentar su libro Más allá del sol que es parte de una colección denominada Más allá de.

El primer título de estos fue Más allá de los dinosaurios, luego vino Más allá del átomo y el tercer título es precisamente éste, Más allá del so,l cuya publicación coincide con el año en que se cumplen 400 años de que Galileo lanzó su telescopio al cielo para observarlo y hace 40 años de la llegada del hombre a la luna.

El libro es en primera instancia informativo, pero al mismo tiempo es un viaje fantástico que según el autor es todavía más genial por su calidad en la escritura sustentada en que la información científica es de primera mano, pues él tiene contacto directo con los investigadores y por otra parte por la inclusión de un sesgo literario que le da al lector el click para conectarse con lo que ahí encuentra.

“La intención es también que los jóvenes aprendan a leer buenas cosas porque si leen malas cosas van a ser unos burros, pero si leen malas cosas van a ser mejores”.

Cada página de Más allá del sol es un capítulo, habla de un tema distinto y tiene sus propias ilustraciones, todo esto lo hace un libro muy rico y atractivo para leer.

Para Carlos Chimal que estudió Química, pero también Letras, que un niño o un joven se interese por estudiar ciencia o poesía es una buena noticia, muchísima mejor que si dijera dedicarse al narco.

Y es que para Chimal es erróneo que la gente crea que primero es comer y después leer, para él es tan importante alimentar el cuerpo como el espíritu, porque no importa si una persona come bien, si descuida su espíritu, no estará bien.

Carlos Chimal es parte del staf de escritores del Instituto de Astrofísica de Canarias y del staf del Centro Europeo de Investigaciones Nucleares de Ginebra y eso le ha permitido estar cerca de los científicos, en esos momentos ha dado cuenta que ese no es sólo un evento científico, sino también social y humano muy importante, “el científico no es solamente lo que sabe sino también cómo vive, cuáles son sus angustias, cuáles son sus miedos, cuáles son sus ambiciones, sus propósitos, sus gustos”.

Todas esas vivencias no están plasmadas de manera directa en los libros, pero sí son anécdotas que de manera indirecta están incluidas, se dejan ver, aunque no tan claras como por ejemplo, en el libro autobiográfico que escribió sobre Mario Molina, el Premio Nobel de Química, de origen mexicano.


La ciencia y la poesía tienen puentes que han tendido entre sí y hay quienes como Chimal los descubren para disfrutarlos y hacerlos del conocimiento de los demás, tanto el conocimiento como la literatura descubren cosas sorprendentes, la poesía lleva a las personas a un nivel emocional intenso que es una sensación muy similar a la de observar a un grupo de científicos que trabajan durante la madrugada, los domingos y parece que no descansan. Aunque en su forma de aplicación se distancian, al final vuelven a unirse a través de un ejercicio lúdico.

En un mundo donde lo importante pareciera ser sólo lo material y con esta crisis aunada se sobrevive difícilmente y a duras penas, el escritor expresó que es una lástima que la venta de libros se haya desplomado de una manera tan brutal, siendo que el alimento para el espíritu, ese descubrimiento y ese goce por lo desconocido es un alimento indispensable para el espíritu.


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