El pasado lunes la mayoría de los alumnos de educación básica regresaron a clase. La novedad es que este año escolar los nuevos libros de texto con los que arrancó la Reforma Integral de la Educación Básica (RIEB), vienen sin contenidos de historia de la conquista y del virreinato. Esto es una noticia desagradable.
El Estado mexicano entregará este año 175 millones de libros, 27 de los cuales son para primero y sexto de primaria. En esta entrega monumental ya no será posible estudiar las aportaciones de la cultura mesoamericana reconocida mundialmente; tampoco será posible conocer el pensamiento y las contribuciones que hicieron personas como Toribio de Benavente y Fray Bernardino de Sahagún.
Los niños saldrán de la primaria sin una percepción completa del tiempo histórico mexicano. Pensarán que la historia de la nación comenzó en el siglo XIX y ese vacio será llenado hasta que lleguen a la secundaria. Si llegan.
Los estudiantes de primaria que trabajen con este plan de estudios renovado no podrán conocer lo que significa la historia de México desde sus orígenes. Adiós a la valentía de Cuauhtémoc, a la poesía de Netzahualcóyotl y al pensamiento de Sor Juana. Al menos una parte sustantiva de esa generación que cursará historia en este año se quedará sin conocer el círculo completo de una trayectoria que empezó hace más de 500 años, un itinerario en el que se confirma que origen es destino.
Cuando sucede este tipo de cambio, los profesores acatan la orden porque nos les queda de otra. Inclusive lo aceptan aquellos que no están de acuerdo. Así las cosas nuevamente los padres de familia tendremos que entrar al quite y enseñar por nuestra cuenta a los niños historia de la conquista y de la colonia en México.
Recortar la enseñanza de la historia de México es una decisión política. Mientras que en los países progresistas de Europa se declara la obligatoriedad de enseñar historia del arte a los niños, aún de aquellas naciones gobernadas por partidos conservadores, en México la decisión de recortar tiempos y contenidos históricos viene de un partido conservador no progresista del que nació un gobierno también conservador, no moderno.
Una consecuencia lógica de esta perspectiva es justamente la limitada valoración de la enseñanza de la historia. Una derivación de esta decisión es la ignorancia de momentos estelares que han ocurrido en el pasado y consecuentemente la incapacidad para construir un futuro sólido.