Estoperoles y cabellos despeinados en concierto anoche de los Doberman Blues - LJA Aguascalientes
15/11/2024

One more time brother… se oye al fondo de ese escenario que de pronto se vuelve bar, en la barra una chica con vestido entallado de color pastel, una cerveza en la mano, cabello largo lacio y rubio, una banda de colores le cruza la frente y la tiene atada por detrás de la cabeza, una armónica acompaña esa voz desgarbada con un acento rockero de hace como 40 años que se distingue. Son los Doberman Blues, dice uno de los que están ahí y la chica, la chica responde si la llamas ¡eh chiqui baby!.

Sábado por la noche, el teatro Morelos se vuelve rockero con algunos acordes de blues para presentar el disco Doberman Blues en vivo; las rolas sin poder evitarlo recuerda los tiempos pasados de los grandes monstruos del rock clásico, esos que escuchaban los hippies en esas fiestas que tenían quizá un inicio pero casi nunca un fin.

Una voz ronca que parece decir Mister Washington se confunde entre el ruido que sacude el bajo y la bataca que van marcando ritmo para que los pies de quienes están sentados se muevan y no faltó la chica que desde el segundo piso del teatro y sin importar la presencia de los demás se pone de pie para bailar, agitar su cabeza, mientras sus cabellos giran en el aire al ritmo más bien agitado de la música.

En el teatro hay gente que ama lo que hace, enamorados y el mismo León dice que hasta ahora no ha conocido alguien a quien sí le guste trabajar, quizá entre los asistentes que hasta ese momento son anónimos porque se pierden en la oscuridad de la sala exista alguien a quien sí le guste. El momento se viste de chaquetas con estoperoles, cabelleras despeinadas, chicos de cabello largo y lacio, jeans ajustados, tenis rotos y fans gritando con “desesperación” al pie de los primeros asientos del teatro por el rock star que está en el escenario.

Luces que cambian de color, dirigidas hacia cada uno de los cuatro integrantes de la banda hacen lucir el escenario, los instrumentos y los propios músicos que entre el rock tienen también acordes que hacen honor a su nombre, Doberman Blues.

Esos cortos pero consistentes respiros de blues dan al concierto un toque de melancolía, que no de tristeza, sino más bien de ese respiro que después de un “toque” parece no terminar mientras se dibujan siluetas en el aire con el humo expulsado lentamente.

Tenían razón los Doberman al decir que su música no se va a buscar a la tienda de discos, sino más bien se siente, se disfruta en un concierto en vivo y al salir la gente compra un CD, para desde el sillón de la sala de su casa, sentarse, cerrar los ojos y sentir como la piel se eriza o simplemente  balancearse en un movimiento continuo con algunos espasmos mientras la voz recorre el torrente sanguíneo; la música devuelve a ese tiempo que pareciera no ser propio, sino de los padres o abuelos, pero que se siente y se disfruta.

La lista de agradecimientos apareció una rola antes de terminar el concierto  y la lista fue tan larga como fue necesario, no se olvidó a los patrocinadores que hicieron una aportación económica para este primer disco fuera posible, pero también hubo menciones para quien presta la camioneta cada vez que se van de gira fuera de la ciudad, sus familias, amigos y todos quienes dieron un apoyo incondicional a esta banda que sin duda no hay nada mejor que escucharla en vivo.



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