Buen momento para comenzar - LJA Aguascalientes
22/11/2024

A nadie escapa el hecho de que durante los años en que el poder ejecutivo federal ha sido encabezado por miembros del Partido Acción Nacional, la política exterior de México dejó de tener la presencia y la autoridad ante la comunidad internacional, que siempre tuvo hasta antes de la llegada del hombre que “encargó el changarro”, y que en estos momentos se muestra sin dirección clara, por lo que podemos decir que fue de la luz a la oscuridad. Aunque a fuerza de ser sinceros tal parece que lo peor ya pasó, y es que del extravío pernicioso de la administración foxista  que se convirtió en tan sólo seis años de ser un país con influencia internacional a ser un país con un estéril protagonismo que le hizo tropezarse en su desmedida ambición por reposicionarse internacionalmente, lamentablemente sin estrategia y un nulo conocimiento diplomático; ahora se tiene la intención de volver a participar con un peso específico, pero adolecen de la misma característica de sus antecesores no conocen el medio y por eso se pasan dando “palos de ciegos”.

Si bien el ejecutivo federal no acaba de entender cuál es la pertinencia de construir una política exterior sensata e inteligente, el legislativo federal enderezó un poco el camino y en los próximos días puede terminar por enderezarlo completamente. Me refiero a que en el Senado de la República tuvieron sus miembros de las LX y LXI legislaturas, la sabia decisión de permitir que la Comisión de Relaciones Exteriores de esa parte del Congreso de la Unión, la presidiera una mujer que conoce cabalmente ese tema y que en su curricula tiene el haber sido la primera mujer en ser canciller mexicana, Rosario Green. Y digo que en los próximos días se puede acabar de corregir cuando se discuta la integración de las comisiones para la LXI legislatura de la Cámara de Diputados, y en ese momento espero que los coordinadores parlamentarios de los diferentes partidos entiendan la necesidad de que la Comisión de Relaciones Exteriores sea presidida por alguien que conozca el tema, y no se vuelvan a permitir que tan importante comisión sea mal dirigida por un ingeniero industrial como lo es el actual presidente de esta comisión, o una inexperta estudiante de relaciones internacionales como lo fue en su momento quien presidió esta comisión en la LIX legislatura.

México necesita que en el Congreso de la Unión los legisladores se integren en las comisiones en que realmente puedan aportar con suficiencia en el conocimiento de los temas y no suceda lo que en muchas ocasiones ocurre sobre todo en las comisiones de relaciones exteriores, que los partidos políticos mandan a éstas, a algunos legisladores a los que “premian” para que viajen por el mundo, sin el menor recato, y a sabiendas de que son unos verdaderos ignorantes de los asuntos de política exterior.

Es importante que todos los miembros de la futura Comisión de Relaciones Exteriores de la LXI legislatura de la Cámara de Diputados comprendan que su trabajo principal no es convertirse en “viajeros frecuentes”, sino en buscar y articular los mecanismos que permitan nutrir los conceptos básicos de la política exterior mexicana y ponderar el intercambio de experiencias en los diferentes ámbitos de la vida social, con legisladores de otras naciones, que puedan ser de utilidad para ellos y para nosotros.

Hace unos días revisaba un libro que hace 27 años publicó el Instituto de Capacitación Política del PRI, el cual fue escrito por Guillermo Garcés Contreras, y en cuyo prólogo que le hizo el Lic. Manuel Osante López, citaba que “en alguna ocasión, el filósofo español José Ortega y Gasset se refirió a la política internacional como actividad de gran calado, no carecía de razón, pues es evidente a lo largo de la historia, que las grandes naciones son aquellas ejecutoras de una política exterior dirigida no sólo a la defensa de sus propios intereses, sino la lucha por los valores permanentes de la convivencia humana”.

Aquellos que están inmersos en el trabajo de la diplomacia no pueden olvidar ni un solo momento, que “toda la doctrina internacional de México se basa en los altos ideales que su pueblo ha ido forjando a través de las luchas que emprendió por consolidar su independencia y alcanzar la justicia”.

Esperemos que pronto la administración de Calderón entienda que la política exterior, no es la necesidad de un protagonismo exacerbado, ni resorte para buscar que la comunidad internacional respalde sus políticas internas, sino la construcción de una participación inteligente que permita la vinculación apropiada con las diversas naciones, y con el basamento de nuestros principios de política exterior se busque la mejor manera de interrelacionarse con ellos.


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