Once niños que pasaban la mayor del tiempo en la calle pudieron ingresar a la escuela para continuar sus estudios, ya sea en primaria o secundaria, con el apoyo del Movimiento Estatal por la Esperanza, a cargo de Araceli Gómez Ruiz; sin embargo, parece que sus padres se olvidaron de ellos porque hasta ahora no han recibido su respaldo.
La Casa de la Esperanza que es producto de este movimiento emprendido por Gómez Ruiz, hace poco tiempo cambió de dirección, actualmente tiene sus instalaciones en el fraccionamiento Insurgentes mejor conocido como Las Huertas, tienen un grupo de aproximadamente 37 muchachitos y cinco de ellos los siguieron desde el Ex ejido Ojocaliente, que era donde anteriormente realizaban sus actividades.
Entre las actividades que los niños realizan, está la elaboración de productos hechos con material reciclado, cocinan galletas y están aprendiendo a hacer gelatinas decoradas, además de la cuestión académica, para lo que cuentan con cuatro tutores que se capacitaron previamente en el Instituto de Educación para las Personas Jóvenes y Adultas de Aguascalientes (INEPJA), dos de ellos están enfocados a primaria y dos más a secundaria.
Del grupo de niños, lograron colocar a diez niños en primaria y uno en secundaria que anteriormente estaban en la calle sin hacer nada o dedicándose a trabajar. Lo primero que tuvieron que hace fue localizar las escuelas donde los pequeños cursaron el último grado, recuperaron la documentación como actas de nacimiento y boletas de calificaciones. Los niños de primaria fueron 1 para segundo, 3 a tercero, 2 para cuarto, 3 a quinto y finalmente 1 a sexto.
Después de eso visitaron varias escuelas para ver dónde había un espacio porque en la mayoría de las instituciones los profesores tienen grupos ya muy saturados y ese fue el proceso que más se les dificultó, aunque el mayor problema fue que los padres de familia se han desentendido por completo de sus hijos.
Gómez Ruiz dijo no saber si esta actitud de indiferencia se debe a la cantidad de problemas que ellos tienen o una sensación de desesperanza ante la vida; lo que sí es una realidad es que los padres de estos pequeños no han cooperado en lo más mínimo para que su ingreso a la escuela sea una realidad, todos los trámites los han realizado a través del movimiento.
Hasta ahora ellos se encargaron de buscar los documentos, encontrar las escuelas, hablar con los directores y pudieran incluso conseguirles los útiles y los uniformes, pero no pueden hacerse al cien por ciento responsables de los niños porque ellos tienen a sus padres, en la asociación están conscientes de esta necesidad, pero desafortunadamente hasta ahora no han podido tener algún acercamiento con ellos. El respaldo de los padres, sin duda les daría a los niños un sentido más claro de responsabilidad, energía y compromiso para con la escuela.
“No hemos podido tener acercamiento con los papás porque a su casa no asisten, dicen los niños que es porque están trabajando, los han convocado a tres reuniones en la casa de la esperanza y no asistieron, ellos saben que están buscando papeles para inscribir a sus hijos en la escuela pero no han tenido un intento mínimo por acercarse”.
Para inscribir a los niños, por una parte los directores les dieron la opción de cubrir las cuotas después e incluso les propusieron hacer un convenio de pago con los padres, lo que Gómez Ruiz, a través del movimiento está buscando son personas que adopten un niño para que le paguen su educación.
Por la experiencia de la coordinadora acerca de los niños de la calle, se ha dado cuenta que la falta de sus padres les produce daños en su estructura emocional, ellos son niños muy bonitos, se la pasan ahí en la casa de la esperanza porque saben que ahí los ponen a realizar actividades de la escuela o manualidades, aunque haya poca comida es para ellos pero no viene de sus padres. Para ella es bueno que vean a la Casa de la Esperanza como suya, pero en realidad eso no es lo más adecuado.
La Casa de la Esperanza cambió de dirección, pero los niños que viven en la calle son los mismos, están solos, parecen cercanos a la muerte porque no tienen esperanza en la vida, están tristes, tienen muchas ganas de que los quieran; hay quienes los pueden ver en la calle robando o peleando pero lo hacen porque esa fue la única forma que aprendieron de vivir, aunque la realidad es que están carentes de cariño.