Se ha intentado organizar un cuerpo de policía en cada estación, pero la imprevisible llegada de los trenes hacía tal servicio inútil y sumamente costoso. Además, los miembros de ese cuerpo demostraron muy pronto su venalidad
(“El guardagujas”, Juan José Arreola)
El “Cantar de los Cantares” siempre, más citado que leído, ha estado colocado entre la lista de los poemas eróticos; aunque, también es cierto, mucha gente no comparte esa opinión debido a lo extrañas que pueden resultar algunas de las metáforas, demasiado mediterráneas y alejadas en el tiempo como “Tu cabello es rebaño de cabras que descienden del Monte Galaad. Tus dientes son como ovejas esquiladas que salen del baño, todas fecundas y con sus crías mellizas. Tu rostro es como una granada que se adivina tras el velo”.
Pero, más allá de esa dificultad fácilmente salvable, la nueva versión del texto que presenta José Emilio Pacheco (Era / El Colegio Nacional, 2009) propone una lectura (y escritura, claro) que, en sus propias palabras, opta “por un género del que no dispusieron los antecesores ilustres: el poema en prosa” en el que Pacheco ya, a lo largo de la mayoría de sus libros de poesía, ha demostrado una maestría casi inigualable. Releer, o descubrir, el “Cantar de los Cantares” en esta nueva traducción, versión o, como le gustaría más al propio Pacheco, aproximación, es una oportunidad de acercarse a una joya de la literatura amorosa que, concisa y breve, termina con la voz de los amantes diciendo la misma verdad: “Salomón: / El amor es fuerte como la muerte. / La Sulamita: / Fuerte como la muerte es el amor”.
Y, en estos tiempos en que está moda el tema del plagio y la intertextualidad y los homenajes, ¿qué mejores palabras que esas con las que el maestro José Emilio casi cierra la introducción “Para hacer esta versión hubo un saqueo de todas las versiones disponibles en todos los idiomas al alcance por cualquier medio”?
Una nota a pie de pantalla
Cualquier lector atento, mínimamente atento, sabe que la literatura y la cinematografía son dos artes totalmente ajenos entre ellos a pesar de los miles de trasvases que entre ellos se han dado. Un libro es, obviamente, un libro y su adaptación es otra forma de arte que no admite ser juzgada bajo ningún parámetro semejante, ni siquiera el de la fidelidad (que puede quedarse como mera opinión personal). Pero hay casos, como ese acontecido el jueves pasado, que pasan la adaptación para convertirse en una mentira, en un engaño, en un ataque a los fieles pottermaniacos. Lo que puede verse en los cines bajo el título de Harry Potter y el Príncipe Mestizo no alcanza ni siquiera la categoría de adaptación infiel, es, lamentablemente, una mentira donde se ha perdido toda la emoción, todo el juego del doblez y la investigación, todo aquello que hacía del libro eso que los anglosajones llaman page turner, y que ha quedado lamentablemente en adolescentes besuqueándose por todas partes mientras el mundo a su alrededor cae en manos de la maldad.
Un cuento muy triste
“El guardagujas” de Juan José Arreola es uno de los cuentos más tristes de la literatura en español. Bajo su comicidad (“Falta solamente que los convoyes cumplan las indicaciones contenidas en las guías y que pasen efectivamente por las estaciones. Los habitantes del país así lo esperan; mientras tanto, aceptan las irregularidades del servicio y su patriotismo les impide cualquier manifestación de desagrado”) tristemente acertada, hay una desesperación que lo emparenta con el vacio del absurdo beckettiano y kafkiano en cuyas obras no desentonaría la primera conversación arreolesca (“-Usted perdone, ¿ha salido ya el tren? // -¿Lleva usted poco tiempo en este país? // -Necesito salir inmediatamente. Debo hallarme en T. mañana mismo. // -Se ve que usted ignora las cosas por completo. Lo que debe hacer ahora mismo es buscar alojamiento en la fonda para viajeros -y señaló un extraño edificio ceniciento que más bien parecía un presidio. // -Pero yo no quiero alojarme, sino salir en el tren. // -Alquile usted un cuarto inmediatamente, si es que lo hay. En caso de que pueda conseguirlo, contrátelo por mes, le resultará más barato y recibirá mejor atención”).
Banda sonora
Se ha reunido un comité de expertos / y ha decidido que se acabó lo nuestro / y a mí me habría gustado participado en el proceso. / Se ha reunido el comité de empresa / y ha decidido que se acabó la fiesta. / O estás nuestra parte / o vete preparando las maletas / (…) Se han reunido catorce o quince locas / y han decidido tocarme las pelotas. / Y lo están consiguiendo. (“Reunión en la cumbre”, Los Planetas).