Una izquierda que debate con fantasmas - LJA Aguascalientes
22/11/2024

o que vive el PRD no es una crisis organizativa, ni tiene una solución por la vía institucional. Al menos, no en lo fundamental.

El problema del partido de izquierda más grande de México es su incapacidad para interpretar la realidad. El PRD es hoy una enorme burocracia que tiene prisa por tomar postura, sin pensar si esa postura será leal con su declaración de principios.

Recientemente, el diputado federal, Raymundo Cárdenas, ha convocado a una regeneración partidista. Creo que desde el punto de vista orgánico, el documento es valioso.

Pero también creo que no centra las baterías necesarias en el que es, desde mi punto de vista, el problema fundamental: el programa de partido.

Pese a las múltiples interpretaciones de la teoría política contemporánea, muchas de ellas llenas de banalidad, y otras colmadas de eufemismos afrancesados, queda claro que el espíritu de los partidos está en sus programas. Y el programa del PRD refleja la izquierda que tenemos en México: sectaria, anacrónica, inculta, carente de compromiso e irreflexiva.

Citemos dos párrafos del programa de acción vigente en el PRD:

“Para lograr un modelo de desarrollo sostenible y sustentable es necesario e indispensable la reducción de la pobreza, asumiendo el Estado la responsabilidad principal de dicha tarea, creando las condiciones de equidad necesarias para cerrar la brecha entre ricos y pobres” (…)

“En la nueva economía es esencial controlar la inflación y tener bajo déficit, pero también impulsar el crecimiento y no generar desaliento o pesimismo en la inversión productiva con la aplicación de políticas de estabilización”.

Lo que se puede observar en las partes del texto previamente citadas, es una declarada intención de la burocracia que dirige al partido por aparecer como “moderna” y “socialdemócrata”. El uso y abuso de términos como “sostenible y sustentable”, muchas veces sin sentido, es parte de ese discurso con aires de cosmopolitismo que seduce a una buena parte de la izquierda, que es capaz de combinarlo, en una misma frase, con una idea tan absurda como la de “cerrar la brecha entre ricos y pobres”, que parece digna de un manifiesto de cualquier trasnochado.


Pero, al mismo tiempo, el programa del PRD evidencia las aspiraciones de un partido que se intenta “modernizar” tanto que deja ser de izquierda. ¿Controlar la inflación y tener bajo déficit como ejes de la política económica? ¿No son esos los principios de la escuela monetarista (conservadora)? ¿No es la receta aplicada en el último cuarto de siglo, que ha sido tan criticada por el mismo partido? ¿Cuánto es bajo déficit? Ideas vagas, acomodadas con una estructura políticamente correcta, pero que no llevan a ninguna decisión.

Y esa ausencia de ideas y programas se ve reflejado que en medio de una crisis como la actual, el PRD no aparezca en el mapa del debate con interpretaciones de la realidad.

La semana pasada se dieron a conocer dos espeluznantes datos de la situación económica nacional, específicamente, en lo referente a la industria automotriz, que prácticamente se ha colocado como el motor de la industria nacional: la producción de automóviles en México cayó un 41.7% y las ventas tuvieron un descenso del orden del 30.6%, a tasa anual.

Los gobiernos de todo el mundo han reaccionado a la crisis de la industria automotriz con incentivos fiscales extraordinarios. En el caso de Barack Obama, el gobierno de los Estados Unidos adquirió dos terceras partes de la General Motors para re-conducir la situación. En México, se sigue cobrando el ISAN y apenas se ha aprobado una medida pírrica para apoyar la compra de autos nuevos por parte de quienes tienen vehículos más antiguos a 10 años.

En cuanto a otra de las grandes crisis que vive el país, que es la fiscal, el PRD ofrece soluciones políticamente correctas pero instrumentalmente no concretas: “ampliar la base de contribuyentes”. Como lo ha señalado Rogelio Ramírez de la O, el principal problema que debe de atender el Estado mexicano es la eficiencia en el gasto (y en dicha eficiencia, debe de ocupar un lugar preponderante la equidad).

Si la izquierda defiende “a ciegas” incrementos de presupuesto a la UNAM, “por ser la UNAM”, podemos darnos cuenta de que se siguen privilegiando los dogmas. Se defienden aumentos presupuestales “porque se realiza la mayor parte de la investigación en el país”, como si ese fuera el asunto, cuando el tema debería de ser cómo esos incrementos en la asignación de recursos dotan de mejores herramientas a los investigadores.

Si uno desliza una simple pregunta, como: ¿Es el presupuesto de la UNAM re-distributivo?, la jauría de izquierdistas indignados se lanzan con tal grado de violencia que cancelan toda posibilidad de debatir cómo encausar los recursos públicos hacia una distribución verdadera del ingreso. Lo mismo pasa con el resto de las universidades públicas en el país y, en general, con todo el sistema de educación media-superior y superior en el país.

¿Son todos los programas sociales re-distributivos? ¿Los gobiernos perredistas en las distintas entidades, cobran impuestos de forma re-distributiva? ¿Cuáles son los factores que más inciden en la educación de los niños? ¿La construcción de aulas o la educación de las madres? ¿A qué se han avocado los gobiernos de “izquierda”?

La gente no va a votar por el PRD en la medida en que se saquen fotografías juntos  sus principales dirigentes. El rostro amable de Marianita ya probó ser un fracaso rotundo. El PRD debe convertirse en un partido que tenga banderas claras de transformación, que comiencen a desplegarse desde los espacios donde tiene incidencia. Su más profunda crisis está en el terreno de las ideas.


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