“Enriquecimiento y posesión es la filosofía de la vida de esta actual civilización; respeto y amor era la cultura de nuestros abuelos creadores del edén de la tierra, cuál escogeremos”, es la reflexión que deja en el aire Martín Pineda, miembro de la asociación civil Katún 13 que está a favor del rescate de los valores y las culturas prehispánicas que forman parte de nuestra historia.
En últimas fechas, en La Jornada se publicaron notas relacionadas con el verdadero valor de los indígenas y lo poco que el país y sus ciudadanos hacen para valorarlos en justa dimensión, una de ellas fue la de la conmemoración de los 50 años del libro Visión de los Vencidos de Miguel León-Portilla, del día 27 de junio y por otra parte la opinión del historiador belga Jan de Vos que concretamente dice la mayoría mestiza del país debiera “entrar en un diálogo civilizatorio con el índigena fuera y dentro de ustedes”, del 5 de julio, ambas en la sección de cultura.
Para Martín Pineda, el pueblo mexicano es sin duda resultado de un sincretismo cultural que lleva consigo la sangre y tradiciones de los antiguos prehispánicos y de los conquistadores que llegaron a estas tierras acompañados de hombres y mujeres de otras razas del mundo.
Desde su perspectiva y a través de su trabajo como ciudadano enamorado y consciente de la importancia del valor de las culturas antiguas, él ha dado cuenta de cómo los mexicanos no saben aquilatar la riqueza que trae consigo ser descendientes de civilizaciones que se distinguieron por su sabiduría y su capacidad de integrarse a la dinámica natural del mundo.
“En estos tiempos donde los conflictos económicos, ecológicos, morales y espirituales se hacen más evidentes, esto nos invita a detener por un momento nuestro andar y cuestionar nuestro actuar”.
Las culturas precolombinas, dijo Martín por milenios obtuvieron la armonía y un perfecto equilibrio en su crecimiento individual y grupal, ese conocimiento y sabiduría lo dejaron plasmado en sus pirámides, estelas y códices grabados, es esa la enseñanza que sin pretenderlo dejaron para los mestizos de ahora que como de alguna manera lo reconoció el gran escritor Octavio Paz simplemente el mexicano no ha sabido encontrar y eso lo remite al laberinto de la soledad.
Los antiguos pobladores de estas tierras de manera sistemática enseñaban a los pequeños el amor y el respeto por la vida en todas sus formas, festejaban y agradecían a la naturaleza por lo que ella les regalaba, aire, agua, fuego y tierra.
En el proceso de mestizaje hubo muchas cosas que se perdieron, se impuso otra creencia religiosa y otras formas de vida, según Martín, los grandes sabios ya sabían que iba a acontecer, “a la caída de los hijos del quinto sol y al término del gran ciclo, una vez que se hayan fundido las diferentes razas del mundo, nacerán los hijos de la sexta raza, los hijos del sexto sol”.
Sin embargo, eso no da pie para que las instituciones educativas, culturales y la sociedad en general se olvide o menosprecia la relevancia de la sabiduría antigua.