Este 5 de julio es el día de la elección de diputados federales para la LXI Legislatura del Congreso de la Unión, que serán los legisladores que trabajarán conjuntamente con los senadores para confeccionar las leyes y las reformas que darán cauce a la vida y el desarrollo de nuestra sociedad; es el día en que decidimos votar o no votar.
Las campañas electorales de los partidos políticos terminaron el pasado miércoles 1 de julio, cerrando el periodo en que expusieron a los ciudadanos sus razones por las que el elector debía escoger a sus candidatos como la opción mejor para representarlos en la Cámara de Diputados.
Desde el jueves pasado hasta el domingo 5 de julio, los electores estamos en el proceso de análisis para llegar a la conclusión necesaria de decidir qué hacer; se ha discutido mucho sobre la anulación del voto y sobre el abstencionismo, que, a su vez, son dos expresiones políticas de los ciudadanos, y también requerimos discutir por qué sí votar y escoger a uno de los candidatos a diputado federal en nuestro distrito.
Algunas reflexiones menudas que nos pueden ayudar a tomar la decisión de acudir a votar y lograr que consideremos importante hacerlo, pueden ser las siguientes: en toda casa familiar se requiere cotidianamente de la administración y atención de los servicios, ya que todos comen, usan ropa, y utilizan los espacios aseados del hogar para “estar”.
Alguien debe preparar los alimentos en la cocina, alguien debe lavar ropa, alguien debe hacer el aseo de la casa, etc., etc.; cuando la familia es grande y todos cooperan y colaboran, se van rotando las responsabilidades o en ocasiones se van eligiendo a las personas para que realicen las diferentes actividades.
Con el tiempo vamos conociendo la forma como prepara la comida cada persona, y también vamos teniendo una reacción de aceptación o rechazo, de acuerdo a determinados indicadores como pueden ser el que le pone demasiada sal, condimenta en exceso las preparaciones, desperdicia mucha comida, no sabe hacer las combinaciones, le pone mucho aceite comestible, etc., o tiene buen sazón, todos se acaban bien los platillos, aprovecha bien los insumos y no se desperdicia nada, usa buen aceite y en medida adecuada, etc.
Cuando se termina el periodo de responsabilidad, se hace nuevamente la elección de la persona que se va a encargar de la cocina; también con el tiempo vamos viendo quiénes son exitosos en su desempeño y quiénes no, por lo que vuelven a repetir el encargo o son reelectos para otro periodo sucesivo.
Otra reflexión que puede ayudar es cuando requerimos, por ejemplo, del servicio de un médico o de un mecánico; regularmente en nuestras pláticas con familiares y amigos vamos conociendo cómo atienden y con qué éxito algunos médicos y mecánicos del lugar o de la colonia, de tal manera que nos vamos haciendo una idea de cada uno de ellos para el caso de si llegáramos a necesitar algún servicio, con quién iríamos y con quién no.
Una última reflexión: todo autobús requiere necesariamente de un conductor ya que, aunque tuviera piloto automático, siempre debe estar alguien al frente de su conducción; en el supuesto de que ese conductor pueda ser elegido por los pasajeros para determinados tramos, vamos conociendo quiénes lo hacen bien con seguridad para todos, con eficiencia y cuidando del vehículo, y también vamos conociendo quiénes no lo hacen bien porque no calculan las vueltas, invaden otros carriles, o no cuidan el vehículo.
En fin, existen muchos otros ejemplos para ilustrar la necesidad de participar en la elección de nuestros gobernantes acudiendo a votar. En los casos referidos encontramos una realidad contundente: los puestos señalados no pueden declararse “vacantes”, ya que alguien obligadamente tiene que realizar esas actividades que son necesarias para que el grupo o la familia pueda “funcionar”. Es razón también para que cuando se elijan a los responsables tampoco concluyamos que, porque ninguno de los candidatos nos satisface al 100 %, se declara “desierta” la elección.
Considero que no obstante la trivialidad de los ejemplos descritos (razón por la que agradezco al lector haber llegado a este punto), éstos son ilustrativos de la necesidad de participar en las actividades de “nuestra comunidad”; estamos inconformes con muchas cosas de los que gobiernan esta comunidad, sin embargo, no podemos ser ajenos a lo que hacen y siguen haciendo, ya que se trata de asuntos “nuestros”.
No podemos seguir, por ejemplo, comiendo alimentos que están mal preparados, que nos son perjudiciales a la salud, o que son chatarra; si el servicio del médico o del mecánico que escogimos no solucionan nuestros problemas, tenemos que elegir otros que sí lo hagan; si el conductor que lleva el vehículo en el que viajamos lo hace maltratando llantas, motor o carrocería con riesgo para los pasajeros, tenemos que elegir a una persona que lo haga mejor.
Como bien dice el promocional del IFE, no debemos cansarnos de insistir en mejorar la forma de hacer gobierno; no le demos la espalda a nuestros asuntos y seamos tenaces en buscar mejores partidos, mejores candidatos y mejor gobierno.