Le habíamos comentado semanas atrás, aquí, en La Purísima, que notábamos al senador Rubén Camarillo muy desencajado tras los últimos resultados electorales y el creciente acercamiento que ha venido construyendo Luis Armando Reynoso con Felipe Calderón y sus cercanos, entre quienes destaca el próximo presidente del CEN panista, César Nava.
Pues bien, ayer Camarillo se lanzó con todo contra Reynoso Femat, reiterando sus acusaciones sobre tener las manos metidas en la sucesión del próximo año, y desde palacio mayor, ni tarda ni perezosa, la vocera del gobierno, Carolina Rincón Silvia, enderezó ataques contra el senador Camarillo en los que lo acusa de estar desesperado por la búsqueda del poder y falsear información.
Recordará usted, que hace algunos meses, en el restaurante La Mestiza, Carolina ya había increpado públicamente a Camarillo. Pues bien, parece ser que el destino del senador será que sea Rincón quien le conteste cuando sea necesario. Máxime, ahora que la alianza entre Arturo González Estrada y Luis Armando Reynoso prefigura un lugar en la lista de diputados plurinominales para Carolina.
Se antoja difícil que Camarillo pueda llegar, con esa estrategia, a la gubernatura. Pero si su papel va a ser el de desgastar al grupo gobernante, y finalmente abrirle campo al desaparecido Martín Orozco (otro damnificado del 5 de julio), puede que obtenga ciertos resultados.
Ayer le comentábamos que los liderazgos del PRI han planteado la necesidad de construir una ruta unitaria para el 2010, que no deje a nadie “fuera del pastel”. Según el juicio de figuras como el diputado local Fernando Palomino, ha sido la exclusión de las corrientes internas la principal razón de que no hayan podido doblegar de una vez por todas al panismo en Aguascalientes.
La fórmula del 2009, en la que Lorena Martínez acaparó las candidaturas, y en la que, a juicio de dichos liderazgos, Carlos Lozano estuvo un tanto ausente de las campañas, y Gabriel Arellano se desgastó de más, no fue la mejor. Por ello, los priistas creen que un gran pacto debe de partir de contemplar a un “equipo” que traiga al tricolor de regreso al gobierno del estado, y ese equipo tiene que conformarse con zanahorias muy precisas, entre las que destacan:
La gubernatura, que es la joya de la corona. La alcaldía, que en esta “ciudad-estado”, es como una vice-gubernatura. En un tercer nivel de importancia: los escaños en el senado que se jugarán en 2012, en donde calculan, el PRI volverá a ganar, bajo el manto protector de Peña Nieto (de quien los priistas hidrocálidos se disputan su amor). Y un escalón más abajo, aparecen empatados, en importancia: la hipotética secretaría general de gobierno en el estado, la próxima coordinación de los diputados locales del PRI y la dirigencia estatal de dicho partido. Finalmente, y nada despreciables, las candidaturas a diputados federales en 2012.
Y para esa decena de “huesitos”, enlistan a los siguientes priístas distinguidos: Lorena Martínez, Fernando Gómez, Fernando Palomino, Carlos Lozano, Héctor Hugo Olivares, Isidoro Armendáriz, Óscar López Velarde y Gabriel Arellano. O en su defecto, los “ahijados” de dichas figuras, como: Adrián Ventura, Miguel Ángel Juárez, Roberto Tavares, Alberto Solís Farías, Enrique Rangel, Tagosam Salazar, Juan Manuel Gómez y Gustavo Granados Corzo.
La fórmula, parecería perfecta, para cuajar la unidad, pero tiene varios asuntos espinosos frente a sí:
En principio, no todos los actores aceptarían ir “en paquete”. El senador Carlos Lozano, fuerte aspirante a la gubernatura, ha dejado en claro que va “por la grande o por nada”, y que esta vez no aceptará negociación alguna, aunque lo haya invitado ayer Lorena Martínez de compañero de fórmula.
En segundo lugar, Lorena, y otros priístas, no ven tan claro que la sociedad tomara con agrado ver a todos estos “viejos rostros” del PRI encabezando un proyecto de cambio el próximo año. El efecto podría ser contraproducente, y por ello creen que debe de iniciar, en los listados de candidaturas, una especie de relevo generacional.
Y a propósito de relevo generacional, llega la noticia a La Purísima de que la disputa por el Instituto Estatal Electoral prácticamente ha quedado negociada entre los partidos. Y el favorito para presidirlo es el asesor del PRI en el congreso local, y quien está próximo a convertirse en doctor, (por su doctorado, no crea usted que en médico) Miguel Ángel Nájera, quien ha tomado tan en serio las evaluaciones por el cargo, que pidió “licencia temporal” como articulista de esta casa editorial.
De concretarse, Nájera abandonaría la idea de ser diputado local junto a sus amigos Roberto Tavares y Miguel Ángel Juárez, pero sería parte de este nuevo movimiento desde otra trinchera.
P.D. Cuentan a La Purísima que la reacción de Jesús Martínez, al enterarse del ungimiento de César Nava, fue francamente negativa. Sin embargo, el diputado tuvo el hígado de sentarse a comer una semana después con él, como tuvo el hígado de coordinar la campaña de Cuadra pese a sus preferencias declaradas por Martín Orozco. Va una trivia: tanto hígado, ¿Será bueno o malo para sus aspiraciones de ser presidente municipal?