En La Jornada Aguascalientes del miércoles, apareció una nota de Susana Rodríguez relativa a la presentación de un libro titulado “Proyecto original de la Universidad Autónoma de Aguascalientes, 1973.”
Con ese motivo, el rector fundador afirmó entre otras cosas:
“A lo largo de 36 años la Universidad Autónoma de Aguascalientes (UAA), ha mantenido su espíritu de libertad…”
Aparte de que la UAA no existía hace 36 años, así como exhibe la bella imagen que él y los que la han controlado creen haber proyectado, otros tenemos el mismo derecho de mostrar la que vemos quienes hemos padecido en ella imposición, intolerancia, mentira, malos manejos, trampa y violación de nuestros derechos humanos.
De esto está plagada no sólo su fundación; muchos estudiantes y profesores han sido destituidos, expulsados o rechazadas sus solicitudes de ingreso desde entonces por intereses ajenos, pues es bien sabido que la voluntad de estudiantes y profesores poco tiene que ver en las decisiones básicas de esa institución que sólo legalmente es Universidad.
En mi caso, por ejemplo, he demostrado fehacientemente que después de ser evaluado como un catedrático bien calificado, fui destituido de todas mis cátedras sin permitirme estar presente en mi propio y prolongadísimo juicio, en el que fui juzgado por mis propios acusadores por haber pronunciado un discurso durante un mitin político organizado por el rector para recibir al candidato único del PRI a la presidencia de la república en el edificio central, el día 5 de diciembre de 1975.
A la mitad de dicho mitin solicité el uso de la palabra que se me tuvo qué otorgar cuando el candidato amenazó con retirarse si no se permitía mi participación, dándome así la oportunidad de condenar la suplantación de la universidad humanística latinoamericana por una mala copia del college departamental estadounidense de corte mercantil; denunciar que aquel mitin había sido organizado en contra de la voluntad de estudiantes y profesores, y vaticinar que sería expulsado por pronunciar ese discurso.
Al concluirlo se levantó rápidamente López Portillo y en una pieza oratoria fluida en la que, seguramente recordando la inmortal expresión “¡Viva la discrepancia porque es el espíritu de la universidad!”, de Javier Barros Sierra, dijo entre otras cosas: “…mi profunda satisfacción por este hermoso acto tan profundamente universitario que acabamos de presenciar. Esto que aquí ocurrió es la universidad: o sea, la posibilidad de disentir tranquila, serena, reflexivamente… los felicito, universitarios de Aguascalientes, por este acto de disidencia ordenada, libre, responsable.”[1] “Eso es la universidad; eso es usar la libertad y correr sus riesgos.”[2] Y se retiró de inmediato sin esperar a que concluyera el programa.
Además de la infortunada expresión que sintéticamente acabo de comentar, de la reseña extraigo otras como: “…su interés [de la universidad] por tener un espíritu humanista…”; de cómo la enseñanza en la institución está supuestamente fundada “…en el crecimiento espiritual donde es más importante el ser que el tener…”, contradiciéndose de inmediato al afirmar que “…la razón de ser del cobro era el poder ser de la universidad…” y de la “panacea” mercantil del crédito educativo para los pobres.
Abundantes argumentos que invalidan este tipo de declaraciones constan en decenas de artículos y desplegados publicados en la revista “Cátedra” 1975-1978 y en “El Sol del Centro”, pero pienso que eso es algo que le corresponde analizar a la propia comunidad universitaria, si es que después de más de tres décadas tiene por fin la madurez suficiente para hacerlo, o por lo menos el valor de intentarlo.
“Por la Unidad en la Diversidad”
Aguascalientes, México, América Latina
[1] Diario “Novedades”. México, D F, a 7 de diciembre de 1975.
[2] Primera edición de “Últimas Noticias” de Excélsior. México, D F, a 6 de diciembre de 1975