009 fue la elección de Juanito (el de AMLO y también Juanito Cuadra, el de Reynoso); fue, claro está, la irrupción de la ingenuidad envuelta en el hartazgo hacia los políticos a través del voto nulo, porque más allá de la validez del argumento de la falta de resultados de los partidos en el gobierno y en las cámaras legislativas, se apela a que sean éstos mismos quienes impulsen cambios que presuntamente deriven del mensaje de hartazgo. Es, por lo menos, contradictorio.
2009 fue, lamentablemente, la elección que llevará al Congreso de forma plena los intereses de Emilio Azcárraga y Ricardo Salinas Pliego. En México existen dos organizaciones que formalmente no deberían concentrar sus esfuerzos en la arena electoral y sin embargo resultaron triunfantes. Me refiero por supuesto a Televisa y TV Azteca, las grandes cadenas mediáticas que han decidido incursionar plenamente en los procesos electorales para impulsar legisladores que representen sus demandas. Ya Miguel Ángel Granados Chapa lo consignó acertadamente en un texto reciente aparecido en el diario Reforma, el cual titula “Pena de muerte al Partido Verde”. Difícil no coincidir con él cuando toma en cuenta que “no tenemos derecho a minusvaluar a los ciudadanos que emitieron su voto a favor del PVEM, pero sí nos asiste el de insistir en sus características de partido tramposo, infractor de la ley, carente de escrúpulos, lo que le permite presentarse ante el electorado como lo que no es, y de formular propuestas de campaña imposibles de cumplir pero que impactan a ciudadanos desprevenidos y que se realizan en contra de la legislación electoral”.
Con la necia campaña en que proponía la pena de muerte para los secuestradores han logrado las televisoras engañar a una porción importante de ciudadanos. Seguramente producto de focus groups, tal como lo hacen comúnmente en el caso de una telenovela o una campaña publicitaria, lograron lanzar el anzuelo que produjo la cosecha final: 22 diputados, cuatro de mayoría, fruto de su alianza parcial con el PRI, y 18 de representación proporcional, a través del voto de 2.2 millones de electores, el 8.65% del total.
Lo anterior no tendría una trascendencia evidente si no fuera porque durante los años recientes Televisa y TV Azteca han insistido no solamente en influir en los espacios de decisión, sino, sobre todo, hacer patente que el poder económico y mediático está por encima de las instituciones legalmente establecidas, lo que les permite violar diversas legislaciones, la electoral incluida, con una impunidad producto asimismo del temor de organismos como el IFE, cuyo Consejo General ha mantenido una actitud titubeante y en ocasiones sumisa, como cuando en 2008 el consejero presidente, Leonardo Valdés Zurita durante un evento en la sede del instituto, recibió a Enrique Pereda Gómez, Presidente del Consejo Directivo de la Cámara Nacional de la Industria de la Radio y la Televisión (CIRT) mencionándolo como “un invitado que no lo es, sino alguien que encuentra en el IFE su propia casa”. Lo que podría haber sido un simple gesto de cortesía se ha convertido en una realidad: multas irrisorias y a destiempo a la publicidad evidente que Televisa regaló al Verde entre la supuesta promoción de publicaciones editoriales del propio grupo empresarial; la negativa a considerar como otra artimaña una campaña aparentemente con fines “ecológicos” que TV Azteca lanzó desde los meses anteriores a la elección, y que finalmente provocó la “sinergia”, la coordinación entre dicha campaña titulada “México Verde” con la del PVEM, al grado que incluso la topografía y frases utilizadas en ambas era casi idéntica.
Con un senador, Javier Orozco Gómez, que llegó en 2006 mediante el truco de postularlo como suplente de una mujer a la que hicieron renunciar inmediatamente después de rendir protesta, las televisoras sumarán 22 nombres que se desempeñan hasta la fecha en funciones directivas o gerenciales en las dos cadenas: Mónica García de la Fuente, Adriana Zarur, Lorena Corona Valdez, Miguel Orozco Gómez, Roberto García Regena, los hermanos Mariana y Carlos Ezeta, Juan Gerardo Flores, Verónica Tomás, Rodrigo Pérez Alonso, Ninfa Clara Salinas Sada (hija de Ricardo Salinas), Pablo Escudero Morales y Carlos Samuel Moreno Terán son algunos de los integrantes de la flamante bancada de Televisa y TV Azteca en la Cámara de Diputados. Sin duda alguna comenzarán a partir del mes de septiembre con la presión abierta de negociar reformas a la Constitución y a diversos ordenamientos, entre ellos de telecomunicaciones, que les permitan seguir produciendo programación infame, además de impulsar el fin de las regulaciones que en la reforma electoral pasada prohibieron, -al menos en el papel-, el traspaso automático del financiamiento público a sus arcas, a través de la compra – venta de publicidad electoral. “Si no tienes dinero liquido, que el gobierno y los partidos te lo den”, parece haber sido el razonamiento que Salinas y Azcárraga escondieron en su patética publicidad, situación que de cualquier forma han mantenido vigente, como lo han documentado Genaro Villamil y Carmen Aristegui, ante quienes pende la amenaza de procesos legales en su contra por demostrar que al menos 800 millones de pesos del presupuesto del Estado de México el gobernador Enrique Peña Nieto ha pagado en el último año en la difusión de su copete y su supuesto “romance” con una actriz que probablemente venía incluida en el “combo” publicitario.
Dos de los creadores de la campaña de linchamiento mediático contra Andrés Manuel López Obrador tendrán un grupo de diputados aparentemente pequeño, pero con todo el poder que los reflectores les darán. La frase que lo señaló como “un peligro para México” la ha ganado a pulso el Partido Verde, membrete que dará de qué hablar por la compra que hizo del mismo el duopolio televisivo. Por cierto, el Verde es el mismo “partido” que ya en Aguascalientes tiene candidato en la persona del todavía priísta senador Carlos Lozano de la Torre