Los resultados de la elección de ayer son contundentes: Aguascalientes vive una nueva realidad política a partir de este 6 de julio, protagonizada, paradójicamente por 2 partidos que concentran las más importantes mayorías electorales, pero que no superan, ni PRI ni PAN, el 30% de los votos de los ciudadanos que acudieron este domingo a las urnas.
Un bipartidismo deslegitimado, que pierde terreno frente a otras organizaciones, como el Partido Verde, Nueva Alianza y el colectivo que insistió en la anulación masiva de votos, que en Aguascalientes significó la quinta opción que mayor número de sufragios captó, por encima del PT, Convergencia, PRD y PSD.
De esta manera, inicia la carrera por la gubernatura que se basará en la capacidad que los distintos grupos políticos y partidos tengan para establecer alianzas hacia otras fuerzas; el PVEM y el PANAL se asoman como los socios más caros de la historia electoral del estado, ya que seguramente tasarán su inclusión en coaliciones en la obtención de varias alcaldías, así como de varios lugares en la próxima legislatura local.
La izquierda hidrocálida sufre una grave derrota. Sumados, los votos de los partidos que compusieron el Frente Amplio Progresista, no llegan a un 10% del total de los emitidos este domingo. La ciudadanía castigó su división, tanto en el estado como en el resto del país, y la poca contundencia para ser una opción de cambio en los momentos de mayor crisis en las esferas económica y de seguridad que la historia contemporánea recuerde.
El gran triunfador de la elección tiene nombre y apellido, y despacha como gobernador: Luis Armando Reynoso Femat coloca a 3 de sus leales en San Lázaro, y se deshace, al mismo tiempo, de un rival interno incómodo, como lo era Alfredo Reyes Velázquez. Al mismo tiempo que el jefe del Ejecutivo puede demostrarle resultados favorables a su dirigencia nacional, ese triunfo difícilmente podrá ser capitalizado por sus adversarios internos.
Sin embargo, el re-acomodo de los grupos internos del panismo podría traer como consecuencia un difícil final de sexenio para un gobernador que, tras la actitud mostrada en los días previos a los comicios, tendrá mayores dificultades para contar con el apoyo incondicional de un priísmo que hoy debe de arrepentirse de haber pecado de ingenuidad en las últimas semanas.
Lo cerrado de la elección no permite señalar más conclusiones, más que un hecho a destacar: hoy comienza la disputa por la gubernatura del estado más competida de su historia, tras 12 años de hegemonía panista que habían seguido a 7 décadas de dominio absoluto del PRI. Y ese camino, lo iniciamos con la ambición a flor de piel, pero con una realidad que nos rebasa, compuesta por dos ingredientes que, mezclados, componen una bomba molotov: desempleo e inseguridad.
¿Cuál es el proyecto que requiere Aguascalientes para volver al desarrollo? Debe de ser la pregunta central para el año electoral que hoy iniciamos.