La muerte del Consejo estatal de la crónica fue responsabilidad de todos los involucrados en el tema, desde quienes redactaron y autorizaron el decreto hasta los mismos consejeros que no tuvieron la seriedad necesaria para tomar ciertos acuerdos que eran indispensables para que este organismo se mantuviera vivo y creciera, dijo en entrevista Víctor González Esparza, director del Instituto Cultural de Aguascalientes y quien fue miembro del consejo.
Para González Esparza, como en su momento lo dejó ver también Carlos Reyes Sahagún, el decreto que le dio vida al Consejo fue inconsistente principalmente en el aspecto de la asignación de recursos pues no existe una especificación donde se acote si los cronistas recibirán o no una retribución por su pago. Otra de las inconsistencias fue que al consejo le atribuyeron tareas que le correspondían a otras instituciones como por ejemplo el archivo histórico.
La visión de tener un consejo de la crónica, más allá de que este cargo lo ostentara una sola persona fue una iniciativa que Víctor González también apoyó, por considerar que era muy limitado que un solo individuo diera cuenta de la historia y el devenir de una ciudad cada vez más compleja.
Otra de las situaciones con las que no estuvo de acuerdo fue con la cantidad de miembros de dicho consejo, pues él propuso desde un inicio que sólo fueran tres personas de diferentes disciplinas para hacer más sencilla la toma de acuerdos, decisiiones y emprender proyectos.
“Por la cantidad de miembros se hizo más complejo tomar acuerdos en cuanto a lo que iban a ser las obligaciones del consejo y eso fue más un desgaste interno”
Manifestó su desacuerdo con la idea de responsabilizar a las autoridades de la desaparición del Consejo pues a su parecer uno de los planteamientos básicos del mismo fue que podría funcionar de manera independiente, a que las instituciones dieran un subsidio para pago el pago de los consejeros, aunque lo que sí queda muy claro en la ley de protección y fomento al patrimonio es que el Consejo contaría con el apoyo informativo y económico de gobierno del estado y se estableció al mismo tiempo como atribución del organismo, proponer al gobierno un presupuesto anual de egresos.
En el tema del pago a los consejeros, el funcionario argumentó que aunque en la ley no se especificó si debían percibir un sueldo o ser honorarios, él defendió la postura de que los consejeros no percibieran apoyo alguno y que el dinero destinado por el gobierno se utilizara sólo para la promoción y el impulso de trabajos de jóvenes historiadores y cronistas; sin embargo, los consejeros no aceptaron esta propuesta y prefirieron tomarlo como una beca en premio a su trabajo, “las diferencias de concepción hicieron que no se dieran los acuerdos necesarios para el crecimiento de este organismo”.
“Los miembros no pueden esperar vivir sólo de susidios y becas que no debieran ser para ellos porque es gente que ya tiene una carrera hecha y vive de otras cosas, no necesita estímulo, al contrario ellos deben promover el desarrollo de los jóvenes, cosa que no se dio”.
Un aspecto más que los miembros no discutieron cabalmente, según comentó González Esparza fue una propuesta que él mismo presentó en relación al establecimiento de un reglamento interno de trabajo.
En cuanto a la duración de los consejeros y el propio coordinador, aseguró que en el decreto no existía una especificación sobre el tiempo que debían durar al frente de su cargo, sin embargo en los artículos 90 y 92 se estipulaba que en ambos casos deberían mantenerse seis años con sus respectivas excepciones.
Fue muy preciso al decir que en el tiempo que el Consejo no ha estado activo, no hay huecos pues las acciones que les correspondían a este organismo ahora las realizan otras instituciones, pero no por eso desdeñó la necesidad de que exista de nuevo este organismo. Su propuesta fue reactivarlo, sin tantos consejeros, debe ser un trabajo honorífico, hay que hacer mucho trabajo de gestión que con el grupo anterior fue prácticamente nulo.
Como actual director del ICA asumió la responsabilidad de reactivar el Consejo Estatal de la Crónica, además de realizar otras actividades alternas que coadyuven a la conformación de grupos que hablen del pasado y hagan crónica, desde una propuesta de voces plurales.
“La idea es darle cabida a los jóvenes, dejar atrás los cacicazgos intelectuales que se daban al tener un solo cronista, eso era obsoleto, había que democratizar el pasado”.