ada la amplia cantidad de colaboraciones no es posible hacer comentarios extensos y puntuales de todo lo escrito. Por tal razón hago hincapié en tres detalles que me parecen sobresalientes.
Lo primero que llamó mi atención fue la necesidad de enfrentar las apologías con las verdades, de colocar en su lugar nuestra identidad aguascalentense restando exageraciones y poniendo en valor los méritos más notables de la sociedad en que habitamos. Esta óptica pasó del elogio a la autocrítica y permite aceptar, sin conceder, las verdades que socialmente adoptamos sin cuestionar o verificar su validez, como el Aguascalientes romántico de los cuatro barrios, el de la Feria de México, la bonhomía de nuestro carácter y, claro está, la nitidez del agua y de nuestro cielo.
Todo esto se pude aceptar a cambio de reconocer que formamos parte de una sociedad en la que también existen hidrocálidos improductivos, corruptos, socialmente pasivos y agresores de la naturaleza. En el mismo sentido veo la necesidad de elaborar nuevos conceptos para determinar qué significa culturalmente agregar a los románticos 4 barrios la existencia real, a veces lacerante e inevitable, de más de 400 colonias sólo en el municipio de Aguascalientes.
Estamos en un punto en el que no somos lo que pensamos, ni pensamos todo lo que somos. Nuestras interpretaciones no han pasado por la racionalidad de las observaciones y ahora que el municipio lo hace al publicar Identidad es, pone en evidencia verdades difíciles de aceptar y nos revela un lado oscuro que si bien no es monopolio exclusivo de esta región del mundo, sí lo es que vivimos con esa carga moral y la compartimos sin admitir su presencia o al menos sin aceptar su relevancia. Somos más de lo que pensamos y menos de lo que hemos idealizado y esto exige más y más reflexiones.
En segundo lugar, el coloquio de Identidad Aguascalentense pasado y presente me recordó que las cosas y personas que percibimos como malas no provienen sólo de los migrantes y en consecuencia, que todo lo malo que nos pasa no existe sólo por culpa de los de afuera. Está perfectamente documentado que muchos de los foráneos, nacionales y extranjeros que han decidido quedarse a vivir en nuestro estado, contrario a lo que se piensa, han contribuido desde hace siglos al desarrollo económico, político y social de Aguascalientes y que lo han hecho de muchas y diversas maneras.
El Coloquio reunió académicos que viven en Aguascalientes y nos permitió ver que el problema que muchas veces atribuíamos a los migrantes ha sido por mucho tiempo una característica de los nativos, es decir, nos dimos cuenta que el mal que atribuíamos a los extraños ya existía entre nosotros cotidianamente de tal suerte que todavía hoy existen muchos aguascalentenses con acta de nacimiento legítima que ensucian las calles, desperdician el agua, que son intolerantes con lo ajeno y que aceptan la corrupción como algo natural o al menos inevitable, hidrocálidos que no honran para nada la auto percepción positiva de nuestra identidad.
También fue notable encontrar que en muchas ciudades de México pasa lo mismo. El ejemplo más cercano lo tenemos con el Distrito Federal, un lugar en el que muchos habitantes suponen que la ciudad se ha pervertido no por ellos, sino por la llegada masiva de gente mala de otros lugares. Esto nos advierte una verdad o al menos una tendencia. Las sociedades se inclinan a rechazar como propio aquello que las desprestigia porque es más fácil culpar al extraño que admitir el vértigo de una responsabilidad que afecta la autoestima.
En tercer lugar, el Coloquio Identidad Aguascalentense pasado y presente a varios nos dio la pauta para entender que la identidad hidrocálida no es homogénea, única e irrepetible. Caímos en la cuenta de que el crecimiento poblacional y la concentración urbana nos imponen la necesidad de hablar de Identidades en plural.
Llegado a este punto qué significa tener identidad aquí y ahora? Por lo pronto indica que los puntos de vista y las visiones del mundo de los Aguascalentenses se han diversificado. Quiere decir que nuestro ser hidrocálido se constituye ya, de una materia hecha de varios orígenes que deben alternar, que de hecho desde hace mucho conviven, se fusionan e inclusive que a veces tienen roces entre sí.
Lo que significa la pluralidad de ahora es que impone una convivencia más tolerante, más incluyente, una identidad donde la coexistencia horizontal se convierta en una sensibilidad vital nueva que incremente la sinergia social.
Todo esto quiere decir que en este lugar que nos tocó vivir caben por igual los hidrocálidos de origen, los chilangos, los norteños, los norteamericanos, españoles y los migrantes del oriente, en fin cabe gente de todo el mundo. En este territorio se pueden reunir en un sólo proyecto todas las clases sociales, todas las preferencias sexuales, todas las religiones y también todas las ideologías, las conservadoras y las progresistas.
Finalmente los resultados de este coloquio ayudaron a despertar sueños y también a criticar abiertamente los lastres que nos acechan. El intento por saber quiénes somos y quiénes queremos ser es una ventana estratégica para saber a ciencia cierta qué economía necesitamos, qué gobiernos y que sociedad civil requerimos; saber quiénes somos y quiénes queremos ser ofrece espacios de claridad para determinar qué lugar deben ocupar en nuestras prioridades la educación y la cultura, la vida y la muerte, la naturaleza y la tecnología, el conocimiento y la ignorancia.
Un gobierno y una sociedad que se preguntan quiénes somos y quiénes queremos ser nos hablan de un indicador de calidad estratégico de la planeación y el desarrollo, un criterio que, por cierto, han olvidado las empresas certificadoras de calidad que tanto abundan en nuestro medio.
Palabras finales
El libro que ahora se presenta es resultado de un trabajo colectivo y por ello aprovecho para agradecer a los maestros e investigadores que aceptaron formar parte de esta tarea. Merecen un comentario semejante Mónica Santillán por el diseño editorial y Fernando Franco por la colaboración fotográfica. Me queda claro que la coincidencia temática que descubrimos nos hizo pensar que la Identidad aguascalentense, que las identidades aguascalentenses todavía requieren de muchos esfuerzos de investigación empírica y de mayor reflexión analítica.
Las conclusiones de El Coloquio sugieren la reinvención de nuestra identidad para llegar a metas simples como la que menciona el presidente municipal de Aguascalientes en la presentación del libro, cuando manifiesta el deseo de hacer que la ciudad y sus habitantes se reinventen para vivir en paz y con decoro.
Ojalá que el municipio de Aguascalientes y el Instituto municipal aguascalentense para la cultura se distingan por alentar la publicación de más libros como prueba indiscutida de que, más allá de las apologías, lo que hoy requerimos es la crítica permanente y sistemática, la crítica respetada y respetable, la crítica multiplicada exponencialmente. Quizá la idea fuerza que deba quedar grabada en nuestras mentes, después de leer las 13 colaboraciones que integran este libro, consista en admitir que no existe la pureza identitaria ya que, como dice el epílogo del libro, finalmente todos descendemos de encuentros migratorios.
Termino invitando a leer con cuidado el texto que nos entrega el Municipio de Aguascalientes a través del IMAC y a revisarlo con actitud crítica.