Otra forma de hacer teatro - LJA Aguascalientes
15/11/2024

La diversidad de obras, estilos, técnicas, conceptos, ideologías se han manifestado en el teatro en Aguascalientes, nuevas escuelas de actuación han implementado estilos propios y diversos, ahora podemos ver nuevas tendencias y no solamente “más de lo mismo”, claro que los géneros no deben perderse como la comedia, el melodrama, la pieza, etcétera, pero si éstos se renuevan, se refrescan o se modernizan mucho mejor. Ahora el público es más exigente, quiere sorprenderse, ver algo que lo pueda sacudir, marcar y por qué no interesarse más por  el teatro.

En este mes de junio se dieron dos propuestas muy similares, con diferentes autores, ambas abordan el texto dramático en su labor poética.  Háblame como la lluvia, de Tennessee Williams Y Las Cu4tro estaciones, de Arnold Wesker.  

 “Siempre hay un tiempo para marchar, aunque no haya sitio donde ir” Tennessee Williams.  La historia se enmarca cuando un hombre despierta abatido en su casa tras varias noches de excesos. Tras reconstruir algunas escenas se entera que durante su ausencia, su mujer no ha ingerido nada más que agua. La acción transcurre en una habitación, al borde de la miseria donde se respira la atmósfera del fracaso y el abandono. La situación se presta para un manejo de luces, música ambiental en una atmósfera lúgubre. Y lo impactante de todo esto fue la aparición del ciclorama [i] del hombre, interpretado por Heriberto Béjar, el cual manejó perfectamente los espacios, acostado, sentado, parado, y en constante diálogo con la susodicha. Novedosa, trascendente. Es una metáfora de opresión, vacio existencial en un espacio de cuatro paredes. Todo llevado de manera poética bajo la dirección de Ian Hoppenstedt y en el personaje de la mujer, Marcela Morán, que en mi opinión es una actriz que ha realizado trabajos de este tipo con gran calidad (El drama de los girasoles, 2008) pero en esta ocasión su interpretación se quedó corta no logrando convencer del todo  a un público no acostumbrado a este tipo de propuestas.

Los silencios dan pauta a lecturas encontradas de los personajes, y la ventana que da a cierto lugar, medio iluminada genera la idea de amanecer y oscurecer, donde el tiempo pasa y pasa, esperando la siguiente escena. ¿Qué reacción tuvo el público?, sin duda fue una experiencia nueva, algunos no atinaban que significaba este encuentro de los personajes y esperaban un final sorpresivo el cual fue la sublimación de la poesía. Un espacio como el teatro Leal y Romero donde se presta a esta conexión con los asistentes, aproximadamente 200 butacas.

Pero también este tipo de propuestas han sido llevadas a espacios más grandes como fue el caso de Las Cu4tro estaciones, la cual estuvo en el teatro Aguascalientes con el reparto, Ludvika Paleta y Bruno Bichir, bajo la dirección de Susana Alexander. Escrita por el dramaturgo inglés Arnold Wesker, narra la vida de una pareja, que abandonada por sus respectivos amores deciden pasar 12 meses juntos y la relación se va transformando según pasan las estaciones, lo interesantes es que no empieza por la primavera sino por el invierno y le siguen los demás ciclos.

Susana Alexander está presente en todo momento, la dirección es totalmente suya, una mujer que adora la poesía y se manifiesta en esta obra, Mueve todas las fibras de los espectadores, hace sentir, comprender, es un teatro inteligente, así lo califican los actores y los propios productores. Y ante esta afirmación, ¿qué las demás producciones teatrales no son inteligentes?, ¿qué requisitos se deben obtener para llegar a esta categoría? El contenido de las obras debe mover todos los sentidos y que el público salga emocionado, confundido, motivado, de eso se trata el teatro, afirma Bruno Bichir.

Tanto en Háblame como la lluvia como en Las Cu4tro estaciones, el arte se desborda, deja la puerta abierta para que todos entren y se inmiscuyan en ese placer de juegos de palabras, de interpretaciones dándose una empatía de desacuerdos, tristezas y risas. Son ejemplos de que la poesía no está pasada de moda, está en  nuestra vida cotidiana, y llevarla a escena, es sumamente delicioso: por supuesto que deben tener cuidado los directores al proyectarla,  ser tan sutiles como conocedores de este género literario, ya que se puede caer en una burda representación sosa, aburrida, grotesca y sin chiste, que claro no fue el caso de las obras comentadas. Hacer este tipo de ejercicios escénicos nos ayudan a entender y disfrutar otra forma de hacer teatro y sí se hace una retroalimentación con el público después de la función, mucho mejor.


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