Entre las tonadas o jingles que los “creativos” de los candidatos en Aguascalientes presentaron para acompañar -mediante elevados decibeles- ese sofisticado método que consiste en colocar a diez o veinte brigadistas en un camellón agitando banderas y haciendo ademanes en ocasiones grotescos, destaca en particular uno, el utilizado por el equipo de Raúl Cuadra García, el Juanito del gobernador, encargado durante gran parte del mandato de Luis Armando Reynoso Femat de operar de forma por demás polémica el manejo de los recursos públicos en el estado.
La tonadilla aludida, -que interrumpió durante semanas las actividades de centros de estudio, hospitales u otros espacios que hubieran merecido un mínimo respeto- carece de mayor mérito como composición original, habiéndola copiado de una telenovela infantil. Si la intención no es en todo caso hacer un alarde de creatividad, sino tan sólo obtener un estribillo pegajoso, porque suponen que los electores padecemos cierto grado de debilidad intelectual y la tonada vendrá en nuestro auxilio al momento de marcar la boleta, esto sólo representa una idea del desprecio que el candidato Cuadra y su partido mantienen hacia la racionalidad del ciudadano. No obstante, tal vez el haber sido elegida como uno de los “himnos” para la batalla electoral representa un pequeño insumo, a través del cual nos podemos enterar de la forma en la cual interiorizan los panistas la infame realidad que nuestra sociedad vive día con día. “Hazme un mundo de caramelo, llena el aire con algodón, que los dulces caigan del cielo, las estrellas piñatas son…” palabras más,
de ese tamaño es la forma en que percibe el estado de cosas el candidato panista. Ello cobra relevancia debido a que, si los panistas tuvieran vergüenza (a veces también me da por la utopía simplona), no hubieran presentado candidatos, ante el desastre que han dejado como saldo sus administraciones y “representantes populares”; además, el gobernador Reynoso hace tiempo que habría renunciado, o, si no le queremos pedir peras al olmo, tan sólo podrían evitar la chacota a través de la farsa boba hecha canción. Hubiéramos esperado que asumieran las consecuencias de sus actos y decisiones, no intentando engañar a nadie alardeando que un voto por el PAN es un voto “a favor del presidente Calderón y apoyar su lucha para que la droga no llegue a los niños”. Perversos que son, apuestan a la confusión mediante golpes efectistas como los de Michoacán y
otros estados. No saben, o no se quieren enterar, que son ellos los responsables de que en cualquier colonia haya varios centros de narco-menudeo, de que en 2008 un aproximado de cinco mil mexicanos hayan muerto violentamente en la refriega, y la cifra se incrementara dramáticamente en 2009, contando sólo hasta la primera mitad del año con seis mil fallecidos en acciones relacionadas con el trafico de drogas o alguna otra actividad delincuencial. Realistas para sus adentros, saben que el resultado final del “voto nulo” no les afectará para ningún efecto práctico en la instalación de la nueva legislatura federal, y
harán alianzas con los pragmáticos liderazgos de la mayoría de los demás partidos. Proponen además, -como una supuesta forma de “ahorro” para las arcas públicas-, la desaparición de la mitad de diputados y senadores de representación proporcional, asumiendo incorrectamente en su ya demostrada ignorancia, que tal forma de representación es un invento mexicano que sólo sirve para “que algunos vividores lleguen al congreso”. Si tal planteamiento resultara cierto, estarían declarando vividores a la mayoría de los diputados panistas que desde 1977 llegaron a las cámaras legislativas, además de que demuestran una elevada autoestima que sólo en la ficción acaramelada en la que viven tiene sustento. De otra forma ¿cómo explican casos de legisladores emanados de dicho partido que sólo sirven para representar anécdotas bochornosas como el senador Felipe González en su papel de pistolero y golpeador en el senado?, ¿cómo argumentar
que los diputados de mayoría sí son garantía de algo, cuando personajes como Fernando Herrera, José Luis Novales o ese digno representante de “shows cómicos, mágicos y musicales” llamado Jesús Martínez –tan sólo por mencionar a tres que en el colmo del delirio se pretenden futuros presidentes municipales o gobernadores- no hayan hecho otra cosa más que hibernar en las curules que han ocupado en el congreso local o federal? Pretenden acabar por decreto con la representación de minorías, creyendo que ellos, sus socios priístas y no pocos de aquellos de la “izquierda moderna y bien portada”, son las opciones que pueden cubrir las expectativas electorales, cual si se asimilaran a copias pirata de los partidos laborista o conservador del Reino Unido, o de los demócratas y republicanos de los Estados Unidos. ¿Por qué no mejor mecanismos eficientes de rendición de cuentas?, ¿por qué no buscar el ahorro en recortar los miles de
millones de pesos que Calderón destina a manipular audiencia en los medios? Ni hablar del estado que guardan los hospitales públicos o la seguridad social en general. Para ello también tendrían la solución infalible de la privatización del IMSS, ante la cual se frotan las manos; por lo pronto ya se repartieron las guarderías convertidas en bodegas mortales. Ni qué decir acerca de la calidad de la educación en nuestro país, ellos ya acudieron puntuales a la cita de condolencias con Elba Esther Gordillo, la verdadera dueña del desastre en el sistema de enseñanza que se ocupa de inventar órganos de chantaje y derroche
como Nueva Alianza a través del SNTE. El saldo es una anormalidad preocupante en la forma de nuestra democracia. Hemos llegado al extremo de llamar a dar la espalda a todos, sin darnos cuenta que gran parte de quienes llaman y se convencen por el voto en blanco, el nulo o la abstención, estando hartos de tan sórdida realidad, podrían marcar diferencia votando de forma efectiva. Los mezquinos líderes partidistas sacarán a sus clientelas a votar, y el día 6 de julio sabremos que pudo haber sido más efectivo votar por opciones que representaran un contrapeso, así sea mínimo, al cinismo, a la ineficiencia, a la
corrupción, a la delincuencia que hoy nos gobierna. Lo ridículo, lo miserable del estribillo de Raúl Cuadra no radicaría necesariamente en lo que se escucha, sino en no darnos cuenta que un voto al PAN es, en las actuales condiciones, un voto a favor de continuar con el desastre. Aunque se empeñen en lo contrario, cada vez menos creen que “chocolates los sueños son”.