Uno de los refranes populares que nos hace reflexionar refiere que: malo es errar, pero peor es perseverar ¿nos dice algo?, México y sus políticas monetarias ratifican esta idea ya que sabemos que una crisis financiera inevitablemente repercute en la economía de otros países dado el contexto global en el que vivimos, pero también sabemos que las estrategias y políticas sociales instrumentadas en cualquiera de los casos involucrados, determinan en gran medida el impacto que dicha crisis llegase a tener ya que mientras más pobreza y desempleo o inflación haya, por dar un ejemplo mayor será la inestabilidad económica y el esfuerzo para salir de ella, lo contrario de las alegres palabras que nos dicen los incrédulos “funcionarios” del gabinete económico federal y que según ellos ya estamos saliendo de una crisis severa que ni Estados Unidos le ve la salida, imaginémonos la desfachatez de la realidad que es otra totalmente diferente.
Lo que inició en agosto de 2007 prontamente se convirtió en un fenómeno mundial de grandes proporciones, se expandió por la dependencia económica de muchos países como el nuestro, respecto de la economía norteamericana y como en toda crisis, la caída en los ingresos, la nula generación de empleos, el incremento de la inflación y el estancamiento de la economía son por mencionar algunos de los efectos inmediatos que se presentan, efectos que más tarde se reflejan en altos índices de desempleo, pobreza, migración y el encarecimiento de productos básicos. De acuerdo a la OIT la crisis económica que estamos viviendo en este preciso momento se incrementará con 50 millones o más el número de desempleados a nivel mundial en el presente año más lo acumulado, esto aumentará a 230 millones, esto en el peor de los escenarios; el segundo escenario más benigno es una tasa de desempleo mundial del 6.5%, lo que llevaría al paro a 30 millones de personas y el global a 210 millones, asimismo el número de trabajadores pobres, quienes perciben menos de dos dólares al día, podría alcanzar los 1.400 millones, un 45% de los empleados mundiales, y el número de personas con empleos vulnerables podría aumentar al 53%.
En el caso de México, los efectos de la crisis se encuentran en su punto más álgido, ya que los trabajadores indocumentados que laboran en Estados Unidos son los primeros en resentir el impacto, lo cual repercute de forma inmediata en nuestro país, las remesas han disminuido en forma notable, sabemos que dependemos significativamente de las finanzas estadounidenses, tanto por su condición geográfica como de sus políticas industriales, económicas y comerciales, por lo que el escenario es poco alentador. El desequilibrio de la balanza comercial, la disminución del crecimiento económico, el derrumbe de las exportaciones, el declive de la productividad y la contracción de las remesas, son entre otros, los efectos previstos en nuestro país y son drásticos por la problemática que padecemos: inseguridad, narcotráfico, violencia criminal, pobreza, polarización de la riqueza, corrupción, impunidad, entre otros.
Los ingresos por concepto de exportación de petróleo, que han subsidiado fuertemente las finanzas públicas nacionales, amenazan caerse en forma drástica por el fuerte desplome en los precios internacionales del hidrocarburo, lo mismo ocurre con los sectores textiles y automotrices, los cuales comenzaron a manifestar pérdidas alarmantes, en el caso de la industria automotriz representa el 20% del sector manufacturero y 20% de las exportaciones totales del país. Se estima que en el presente año la economía se mantendrá prácticamente estancada. ¿Crecimiento? de 0.5%, menos de una unidad y se incrementarán los precios al consumidor hasta en un 4.4%, además del crecimiento de un 4.9 a un 5.7% de la población económicamente activa, además sufriremos una nueva desaceleración aunado a esto la falta de empleos, salarios fuertemente afectados y la reducción de turnos y jornadas de trabajo, amén de ajustes de personal y recortes en los gastos.
Los índices de pobreza y pobreza extrema se incrementaran hasta en doce puntos porcentuales, para el investigador Julio Boltvinik “la actual crisis financiera y económica global podría empujar a diez millones de mexicanos más, dentro de la línea de pobreza, lo que se sumaría a los 6.5 millones de pobres, lo que implicaría que las personas en situación de pobreza de patrimonio, aquellas que no tienen cubiertas las necesidades que permitan al ser humano vivir de manera digna, y que sumarían aproximadamente 64.5 millones de personas o más.
En cuanto a las expectativas económicas, las estadísticas son poco alentadoras, algunos conocedores en la materia consideran que el presente año 2009 se espera que la inversión económica y las fuentes de empleo desciendan considerablemente aún más, colocándose en el nivel más bajo de los últimos años, la significativa depreciación del peso frente al dólar ha ocasionado un incremento en los precios de la canasta básica y de los servicios, por lo que el salario, en términos reales, resulta insuficiente para cubrir las necesidades básicas de un sector muy importante de la población.
A mediados de la década de los noventa, la deuda de México con el Banco Mundial llegó a 14.000 millones de dólares y para fines del año pasado se incrementa en 4.100 millones de dólares, por lo que el incremento de la deuda aumentó en forma significativa, en cuanto al Banco Interamericano de Desarrollo (BID), los 5.000 millones de dólares en préstamos que otorgará a México en los siguientes dos años van a ser el programa más grande del BID en la región, junto a la asistencia programada por Brasil. Si bien las medidas adoptadas buscan atenuar los efectos de la crisis, lo cierto es que la política monetaria que han mantenido las autoridades de nuestro país es lo que ha propiciado, en gran medida la situación actual, ya que además de polarizar la riqueza, ha rezagado los salarios, encarecido el crédito y los productos de la canasta básica, sobrevaluando la moneda y restado competitividad a las empresas nacionales por brindar mayores facilidades y apoyos a las compañías extranjeras, por tal situación, lo que apremia no sólo es mitigar el impacto de la crisis, sino modificar cuanta política sea necesaria para garantizar la seguridad económica de los mexicanos, el desarrollo nacional y el crecimiento financiero