A diferencia de las librerías comunes, una donde se venden libros viejos tiene encerradas historias extraordinarias, no sólo de quienes fueron los propietarios de todos y cada uno de los ejemplares que están en los estantes, sino también hay algunos que formaron parte de colecciones privadas e incluso los prohibidos.
César Gómez, presidente de la asociación de libreros de Aguascalientes, después de 20 años de trabajar al servicio de los libros y la lectura, dijo que hay quienes andan por ahí buscando una biografía de un tal señor Monsiváis, que dicen que existió pero desapareció, pero hay quienes aseguran haber visto unos ejemplares de un libro escrito a los 18 años de este intelectual mexicano.
En 1982, un particular hizo una edición denominada Historia de México de Lucas Alamán, eran cinco tomos y el tiraje fue de cinco mil ejemplares. En una temporada más adelante, no había en México otra edición más que una muy costosa de 120 pesos y cuando se empezó a distribuir la de Lucas Alamán a través de las librería de Donceles, se vendieron a 20 pesos cada uno, lo que obligó al otro editor a bajar los costos, “hay quienes buscan los tomos de Lucas Alamán solamente porque fue quien le dio en la torre a la editorial que daba sus libros muy caros”.
En 1984, una editorial en la ciudad de México hizo una edición especial de la novela homónima de George Orwell, con dos mil ejemplares, cuando el gobierno se enteró de que este tiraje había sido impreso lo prohibieron porque estaba vetada en el país por considerar nocivo el contenido, la justificación es que no hay derechos para imprimir esa edición, cuando nadie estaba reclamando derechos.
Ordenan que sean destruidos todos los ejemplares de esa edición y se salvan sólo cuatro, uno de ellos llegó a manos de César Gómez como un obsequio, los demás se distribuyeron, ahora ya nadie sabe lo que significan los libros prohibidos o que tenían veto, pero en las librerías de viejo todavía transitan historias que cautivan a los lectores furtivos que van en busca de la fantasía más allá de la realidad.
“México no vivió una prohibición tajante, se sabía que en el 68 todo libro que tuviera a Marx, era comunista, maoísta, marxista, era mal visto si lo cargabas en la calle”.
Están en los estantes algunos muy viejos, con pastas gruesas, con rastros de alguna humedad que un día tuvieron, pero que no está más, ellos están guardados en una vitrina, los demás están acomodados en estantes uno tras otro, están acomodados por categorías y entre ellos hay siempre esos, los especiales, los que se salvaron de una quema, una destrucción o simplemente tienen una historia que incluye la palabra prohibido.