Los últimos cuatro años han sido los más difíciles para las librerías de usado y ha sido en gran parte por la proliferación de nuevas plataformas que ofrece internet para que los jóvenes accedan a información y literatura en línea; sin embargo existe la posibilidad de que la letra impresa se vuelva un “objeto” de museo y en el futuro sean arqueólogos de la literatura quienes rescaten estos objetos valiosos, dijo en entrevista César Gómez Díaz, presidente de la asociación de libreros de Aguascalientes.
Los mayores de 35 años son los que se han quedado con la lectura y el desinterés de los jóvenes, la migración de los lectores que eran clientes y las nuevas dinámicas de la lectura han bajado las ventas hasta un 50 por ciento y extrañamente quienes compran son personas foráneas que buscan libros de su propia región.
En cuanto a la esperanza de los libros, considera que dentro de los próximos diez años quienes tengan una biblioteca en su casa, se van a volver como en un momento determinado fueron los pergaminos, una referencia histórica. Le va a dar el sabor de arqueología para encontrar las cosas y sustentarlas.
César tiene desde hace nueve años sus librerías en Aguascalientes y uno de sus proyectos es ahora construir una calle de libros usados sobre la calle Matamoros, “no es Donceles, pero se puede construir un rincón donde los libros sigan vivos”, señala. Cuando ellos llegaron a la ciudad había personas que iban hasta tres veces a la semana para comprarles, a ellos les pareció extraño, pero luego se dieron cuenta que se debía a que eran únicos en su giro.
“Aquí al llegar los primeros temas que se empezaron a vender fueron los de la segunda guerra mundial, las biografías, la novela rosa, cosas que pensé que no se iban a vender jamás y como estaban en siete o diez pesos la gente se llevaba muchos de una sola compra”.
Una de las novedades que ellos trajeron fue la variedad de libros que además tenían muy organizados, tanto que cuando llega un cliente en menos de 20 segundos tenían en sus manos lo que estaban buscando, podían hojear completos los libros e incluso leerlos, siempre y cuando no se los llevaran a menos que los pagaran antes.
Hay ahora ya varios libreros que tienen el mismo interés, Adalberto, Daniel Gómez y Juan Cadena, son algunos de quienes tienen la intención de abrir nuevamente un espacio y aunque los locales no son tan grandes, al distribuirse en diferentes espacios habría mucha variedad para el lector y se vuelva además un punto de referencia para la gente.
Por esa librería ha pasado gente que ahora ya tiene cargos importantes, son médicos o hace ya varios años que recurrieron al libro usado porque era prácticamente el único lugar donde encontraban lo que estaban buscando.
Una librería de viejo engancha a sus clientes cuando le tiene constantemente novedades. El material lo consiguen con diferentes personas que llegan a ofrecerles, en ocasiones con unos cuantos a veces llegan a ser hasta tres mil; lo que ellos revisan principalmente es que estén sanos; es decir, que no tengan polilla, no estén mojados, no tengan hongos y que sean comerciales para que no se pasen años guardados en los estantes.