Cuando alguna alumna o alumno canturrea alguna canción en una sesión de clase, se vuelve oportuno reflexionar sobre ese nimio hecho, preguntándole, de manera simple, cuántas veces ha escuchado dicha canción; regularmente no prestan atención a ese pequeño proceso de aprendizaje y habilitación de cantar una canción. Su propia respuesta los sorprende cuando recuerdan haber escuchado la canción “chorrocientas” veces.
El debate de ideas, permítanme el exceso, es similar a cantar bien las canciones conociendo la letra y la melodía; aunque sea redundante, el debate de ideas requiere conocerlas tanto en el marco de la plataforma electoral del partido político, como en su correspondencia con la realidad como respuesta a necesidades y demandas de la sociedad.
El ejercicio de debatir ideas de plataformas electorales en el espacio de la Universidad Autónoma de Aguascalientes muestra un elemento valioso de vinculación entre la institución y la sociedad aguascalentense, que
seguramente llevará mayores beneficios a ambas, en la medida en que el respetuoso ejercicio vaya formando parte de las actividades cotidianas –en cada campaña electoral- de la universidad.
Es claro que entre más y más se realice el ejercicio de debatir las ideas políticas, como todas las demás, mejor y mayor conciencia tendremos de ellas; por un lado, los debatientes tendrán mejores cualidades para ejercer el debate en el nivel de su riqueza y su utilidad, y por el otro, los ciudadanos tendremos mejor ocasión para conocer a los partidos y sus identidades diferenciales, a sus propuestas para evaluar si podrían ser efectivas en su aplicación, y a los candidatos como personas preparadas y habilitadas para el puesto que desempeñarían si ganan la elección.
Es correcto, no nos ilusionemos para que no haya desilusionados; queremos cantar las canciones pero no dedicamos tiempo a aprender las letras y las melodías. Queremos tener políticos y partidos “desarrollados”, entonces, es necesario dedicar tiempo a su preparación y cultivo; queremos tener una democracia “de altura”, entonces, todos requerimos conocer las ideas políticas y ponerlas en práctica, etc.
La desilusión no cabe cuando “matamos” o inhibimos el debate, o cuando no escuchamos a los demás o de antemano los descalificamos, o cuando nos dejamos llevar por el dogmatismo o fundamentalismo político, asumiendo que “sólo lo que yo digo está bien”.
En el debate tuvimos ocasión para identificar las virtudes y los vicios de nuestra política: encuentros y desencuentros, coincidencias y disidencias, acuerdos y desacuerdos, individualismo y comunitarismo, inclusión y exclusión, estridencia declarativa y discurso respetuoso, etc.
De manera natural, el factor ambiental predominante fue el universitario; los estudiantes tienen propias formas de ver y entender la vida y la política, por lo que también muestran sus afinidades con políticos que responden a sus inquietudes. El encuentro se dio principalmente con los representantes del PRD, Convergencia y Social Demócrata; el desencuentro se pudo apreciar con los representantes del PAN y del PRI.
También mostraron coincidencias los mismos representantes con motivo, por ejemplo, de algunas iniciativas llevadas al congreso del estado como fue la de revocación de mandato, unos apoyándola y otros rechazándola; acuerdos en temas como el combate a la inseguridad, el apoyo a la educación, a la salud, a la vivienda, el incremento de la recaudación fiscal, la regulación de medios de comunicación, etc.; y desacuerdos en el cómo realizar las acciones.
Un hecho que me llamó la atención fue el de los carteles mostrados por algunos estudiantes que expresaban su inconformidad con los partidos políticos y su decisión de anular su voto; cuando el representante de convergencia tocó el tema concluyó afirmando que tal acción sería una “estupidez”. Ante tal calificativo los estudiantes no reaccionaron o no lo registraron, no obstante que fue el representante que confundió el debate con el congreso local, y que, sin embargo, fue el más aplaudido por muchos universitarios.
Hago la observación porque son los jóvenes los que están en el inicio de importantes participaciones en la vida política del estado y del país, y uno de los aspectos de nuestra vida política que es necesario superar es el de la carpa y el circo, que sólo nos presentan las estridencias y las bravuconadas divertidas.
La nueva visión política del país requiere de la participación de todos sin excluir a nadie, del sentido comunitario y de pertenencia, de que la “polis” es de todos y no de unos pocos, de que la mejor manera de resolver los problemas es la unidad; son aspectos a los que frecuentemente les ponemos escasa o nula atención, pero que son las condiciones básicas para la construcción de la convivencia pacífica entre todos y todas las fuerzas políticas.