Comenio: un compromiso ardiente - LJA Aguascalientes
25/11/2024

Vivir para el alumno. En la entrega anterior se señaló que sus experiencias  como educador constituyeron el punto de partida de su reflexión pedagógica. Esta se integró en una concepción del mundo en que la educación procede de la acción formadora de la naturaleza, y sus ideas sociales e internacionales terminaron por unirse a una doctrina general de la armonía y la superación  (cfr. Piaget 1957.) Comenio se convierte en apóstol de la colaboración internacional en el terreno de la educación. Las luchas fratricidas le causan enormes trastornos y mil dificultades a su trabajo de teólogo y maestro de enseñanza de idiomas y organizador de escuelas. Perseguido permanentemente y desterrado. Nada más lejos de la realidad que pensar que la  negra política y el político perverso son cosas del tiempo de Comenio. En medio de la adversidad, su punto de referencia es su interes  por el alumno y por los mismos objetivos de este  alumno, la adquisición e integración del conocimiento a partir de la práctica.

Competencia como coherencia. Ante la coherencia de Comenio contrasta aquel que a base de mercadotecnia y actividades de edecán se proclama como sabiondo experto en educación, quien habla de  ‘saltos cualitativos’ ‘sin antecedente’, que no demuestra su competencia respondiendo a su encomienda: que haga lo que tiene que hacer más que publicidad, recaditos y papelitos en los que derrocha los escasos recursos de una sociedad y un sistema educativo en pobreza y miseria. Y si se espabiló, por qué sacarle el pato del agua. Algunos se creen confirmados en gracia  y creen en un destino manifiesto por que disque hacen tarea educativa desde hace ‘veinte años’ en puestos de responsabilidad. Cuando no hacen más que un activismo errático. Que profesionalidad,  o siquiera, cuál actividad regulada por la reflexión. Y qué práctica… Eso sí, qué maravilloso tren de privilegios. Nos cuentan la desvergonzada historia de que, nosotros, ellos no, estamos en crisis. Pasemos a otro asunto menos indecente.

La escuela y el aula un taller. El tiempo de escucha de los educandos  actuales es muy breve. En este sentido, el tiempo dedicado a explicaciones no ha de rebasar, un minuto en preescolar, cinco minutos en primaria, siete minutos en secundaria, diez minutos en preparatoria y quince minutos en la universidad. Los educandos actuales, siempre responden a actividades, incluso al activismo, con tal de no leer, con tal de no pensar, con tal de no terminar nada, con tal de no hacer ningún esfuerzo. Dado el tiempo de escucha del educando y  la importancia de la actividad la escuela se ha de organizar como un taller. La escuela tiene el reto de ofrecer actividades reales y experimentales. No hay lugar para la verborrea ¡por qué no te callas, pedante vanidoso! (¡ante los alumnos!) (enfermedad que delata Erasmo de Rotterdam).

Memoria y responsabilidad. Hace dos semanas un académico señaló en una reunión  que ‘la postura que tienen actualmente los alumnos no les ayuda nada para aprender’. La frase es cierta,  pero es parcial y carece de memoria histórica; dicho así, parece que  los alumnos son los únicos responsables de su situación, sin embargo, en esto todos tenemos ‘nuestros pecadillos’, oculta la relación directa que la situación del alumno guarda con el ambiente de facilonería, que por años, se implantó, en función de hacer clientela política con sujetos que eran cualquier cosa menos estudiantes. Estos adultos irresponsables y manipuladores; toleraban  la eliminación de profesores capaces que querían trabajar, si estos, no se declaraban serviles devotos de la camarilla nefasta que desquició el trabajo educativo hasta conducirlo al desastre en que actualmente se encuentra. Más concretamente, ese resultado tiene relación con consignas, e incluso, con órdenes expresas, dadas a los subordinados: ‘que los alumnos estén satisfechos’, consignas que más tienen que ver con políticas de engorda de ganado que con el espacio de la exigente disciplina académica.

Falta de maestros. Al término de una conferencia dada en Baja California Norte, le preguntan a Carlos Monsivais, que ¿qué le parecía la universidad? a lo que contestó: muy bonita, sólo le falta estudiantes. Menudo detalle. Sorpresa y desconcierto y enseguida ¡una carcajada estrepitosa! Me parece que también ésta es una verdad a medias, en buena medida no hay estudiantes por que hace mucho tiempo que no hay, o hay muy pocos, maestros. Una mayoría de maestros está desmoralizada y no le quedó más alternativa que adaptarse al mencionado régimen de gris mediocridad. Unos pocos, sueltos y solos, tienen que pedir perdón  a los políticos y a los alumnos, por intentar hacer educación, hacen su trabajo en base a pura animación, algunos otros se imponen con un autoritarismo absurdo y antipedagógico, otro sepulturero de la educación. Y otros se dedican a dejarse arrastrar por la ley de oro del ‘ahí se va’. Llevamos 50 años contándonos el chiste de la calidad educativa, humorada, por que en ese lapso, no se ha mencionado una sola vez la –planeación didáctica- menos, se ha implementado una sola acción para lograrla. Tenemos para rato los políticos e impostores dirigiendo la educación, o mejor dicho, usurpando puestos y responsabilidades para las que no tienen ninguna competencia. En un ambiente imposible, en condiciones muy limitadas Comenio no sólo hizo preparación didáctica: inventó la didáctica y anticipó,  tres siglos antes, lo mejor que tenemos hoy en teoría y práctica educativa.    

Nada más práctico que una buena teoría: para romper el cerrado círculo en el que transcurren nuestras prácticas desgastadas y sin relumbrón, el medio empobrecido en el que carecemos de alternativas, deteriorado por tantos factores y sobre todo por los impostores incompetentes, pensamos que nada que ver la teoría con la práctica y viceversa, sin embargo, Comenio nos hace ver la unidad de la teoría y la práctica. Un eminente maestro, formador de profesores e investigador nos dice: “No creemos en la contraposición, con tanta frecuencia invocada, entre la teoría y la práctica en didáctica. Sólo una mala teoría se contrapone a una buena práctica y sólo una práctica restringida y unilateral  se contrapone a una teoría bien fundamentada. La resignación sin más ante esta aparente contradicción actúa desfavorablemente  tanto sobre la teoría, como sobre la práctica. La práctica basada en ideas poco claras degenera fácilmente en una mera aplicación de recetas que más pronto o más tarde deriva hacia callejones sin salida. Si por su parte, la teoría, no se esfuerza constantemente por estar en la realidad concreta, corre el peligro de perderse en abstracciones y verbalismos infructuosos, que pueden ser un juego ingenioso, pero no llegan a convertirse en instrumentos para el dominio espiritual y material de la realidad”. (Aebli 1985: p. 17.)

Aprendiz de profesión, seducido y seductor con la belleza del conocimiento y del aprendizaje, ese horizonte sin fin, 'unended question' de Poper: a menudo,  nosotros, los ‘profes’, a la caza de recetas y novedades, pensamos que el pasado es voz sin sonido, sin luz sobre las dificultades que tenemos en el presente, más grave aún es, ante los problemas que tenemos que enfrentar, creemos que nuestro trabajo es irrelevante y que, según nosotros, ultramodernos cibernautas, sin negar el indiscutible valor de la tecnología, ésta nos va a salvar. En el pasado se esconden arcones de riqueza. Comenio, incansable aprendiz de profesión, base de su profesión de enseñante, muestra la debilidad, más aún, la falacia de tales posturas, Comenio es el único que ofrece una educación verdaderamente popular,  vislumbró, vivió e implementó la educación y el aprendizaje  operatorio permanente en el entorno de la ciudad educativa, lo mejor de hoy día, en términos de teoría, práctica y utopía educativa.

Compromiso concreto: desterrado y perseguido, luchador imparable, en el cuadro de la educación de hace tres siglos, con humildad, dedicación y tenacidad, su conocimiento, su experiencia, su sabiduría y su humanidad, y sobre todo con su compromiso, insobornables. El se pasó al campo de los vencidos y pago con creces, el precio de su opción. Hombre de grandes sueños, de ideales, hombre de ideas concretas: Luchó concretamente con su modesto trabajo, el trabajo despreciado y despreciable; el trabajo de didacta –no digamos de educador- demuestra que dicho trabajo representa una posibilidad trascendente en primer lugar para el educador mismo, para el niño, para el adolescente y para la sociedad de hoy. A un mes del día del maestro es justo alumbrar un significado de esta gran profesión. Y rendir conmovido agradecimiento a aquellos que supieron quemar su vida al servicio de la educación. Vaya en su honor esta reflexiòn. ¡Bravo¡ abnegados maestros, a pesar de nuestras graves incoherencias e incompetencias, somos conato de intento, imperceptible balbuceo, intento aplastado, de una avanzadilla promotora de lo mejor del ser humano. Iincluso si los malabaristas se confabularon para tirar la propia vida al bote de la basura.



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