En la tertulia nocturna de cada viernes en “La Saturnina”, en medio del centro histórico de esta ciudad, estaba yo conversando con un grupo de mujeres emprendedoras. Me transmitían ellas su naciente proyecto de convocar a las mujeres más notables del estado de Aguascalientes para aportar a la discusión en los temas de la agenda hidrocálida, pero ya ellas se encargarán en su momento, de dar a conocer su iniciativa. Me llamó la atención en su diálogo, la mención de las mujeres que más admiraban en la esfera nacional, entre ellas surgió de manera destacada, por el respeto y reconocimiento a su persona, el nombre de Beatriz Paredes Rangel.
No me causa sorpresa, la admiración que despierta Beatriz Paredes. Ella fue distinguida como “Mujer que hace la diferencia”, distinción otorgada por el Foro Internacional de la Mujer (IWF), una organización con presencia en 21 países de los cinco continentes. Y es verdad que su participación en la vida pública mexicana ha marcado una diferencia: la de un ejercicio de la política basado en el conocimiento, del que se confiesa “adicta”.
Con cuarenta años de prestigio desde que se instituyó, el premio “Mujer del Año” le fue concedido a Beatriz Elena. Y no sólo ha sido la mujer del año en que se le confirió (1989); sino la primera en todo: diputada local a los 21 años de edad, primera mujer gobernadora de su natal Tlaxcala y primera mujer dirigente nacional de los campesinos en la CNC. Como senadora ocupó la presidencia del Senado, y como diputada federal la presidencia de la Junta de Coordinación Política y de la Mesa Directiva, Actualmente es presidenta nacional del PRI.
El Instituto Interamericano de Cooperación en la Agricultura (IICA), le otorgó el Premio Interamericano por la participación de la Mujer en el Desarrollo Rural, en este capítulo, en nuestro país fue secretaria de la Liga de Comunidades Agrarias de Tlaxcala, secretaria de Planeación y Orientación Familiar de la CNC, secretaria de Acción Indigenista del Comité Nacional del PRI y subsecretaria de la Reforma Agraria del gobierno federal.
He conversado con Beatriz sobre sus ideales, me ha dicho que los actos humanos magnificados por los valores políticos son expresión del comportamiento civilizado del individuo.
Paredes Rangel piensa que en un mundo como el nuestro, en el que la hostilidad hacia el medio ambiente forma parte de la cultura cotidiana, debemos reconocernos amigos de la naturaleza. Vivir en ella… dejarla vivir. Beatriz aspira a trascender, pero no acepta el juego mal intencionado de la confabulación que termina en desastre y daño a los ecosistemas.
Teniendo origen campesino, me asombra de Beatriz su versatilidad para amistar lo mismo en las comunidades agrarias que en los círculos urbanos más diversos, no en balde en torno a ella están sus producciones intelectuales: artículos, discursos, conferencias, libros; y sus creaciones artísticas: poemas y canciones.
Es por ello apreciable lector, que en el calor de esa velada, entre charla inteligente y canciones, me pareció adecuada la evocación de la figura de Beatriz Paredes; especialmente porque fue hecha por mujeres, a las que ella les ha dedicado además de un libro, su compromiso de género convertido en acciones concretas de integración y promoción.
En Beatriz reconozco una gran capacidad transformadora, es de esas mujeres que pasan de largo por lo imposible, quizá porque como ella lo ha plasmado en su poesía, “nació en un continente cuya realidad le abrió los ojos como alondras”. Ella ha signado públicamente en su libro “acaso la palabra”, su convicción de que “en el caso de los políticos las palabras nos comprometen, no sólo son expresión de comunicación”; puede ser que en congruencia con este juicio, persiga de manera casi obsesiva la consecución y realización de sus ideales.
He tratado a esa Beatriz de mano firme e inteligencia clara, pero corazón sensible: especialmente a los actos injustos
Le deseo a Beatriz Paredes el día de hoy, una grata estancia en Aguascalientes.
Profesionista de origen campesino, activista social, catedrático y político
