En una época de cambio radical, el futuro pertenece a los que siguen aprendiendo; los que piensan que ya aprendieron lo suficiente se encuentran preparados para vivir en un mundo que ya no existe.
Desesperante por momentos se torna el escenario en que se encuentra inmersa la sociedad mexicana, donde pocos, muy pocos, entienden la importancia de generar y preservar un elemento necesario para afrontar los retos actuales y los próximos, este elemento es la confianza.
Pero desgraciadamente aún son los más para quienes este elemento y valor insustituible para avanzar como sociedad, parece ser algo accesorio, que no es significativo y es una más de las situaciones que pueden continuar postergadas al infinito.
Por ello es necesario que todos los actores sociales le restituyan su importancia a este elemento, que con su sola presencia hace ver diferentes a diversas sociedades, que claramente se distinguen en la medida en que tienen establecida o no, esta pauta de comportamiento y que muestran la significancia de usarla como fundamento de acuerdos claros y fuertes.
Las últimas semanas y los asuntos que ha tenido que afrontar el pueblo mexicano han mostrado suficientemente la carencia de confianza que existe entre ciudadanos, y peor aun, la absoluta falta de confianza de estos hacia sus autoridades. Para la inmensa mayoría de los mexicanos no hay en la actualidad un vínculo que establezca la certeza de que entre los ciudadanos y sus autoridades existe un proyecto común; y el escepticismo hacia ellas crece de manera desmesurada, y sin posibilidad de restablecerse.
De poco o nada le ha valido al jefe del Ejecutivo federal su excesivo protagonismo en el marco de la alerta epidemiológica del virus de la influenza A/H1N1, ya que es más creíble para la población, cualquier rumor de que esta crisis sanitaria fue instrumentada por “x” o “y”, que los esfuerzos del gobierno federal por mostrarse como un poder atento a las dificultades del pueblo mexicano.
Y es que no es asunto de días, semanas o meses, el regresarle a la gente la confianza en sus autoridades, cuando existe una arraigada cultura de abuso del poder en este país, que ha llevado a que la sociedad mexicana desestime a los tres poderes de la Unión, al grado de que estos se encuentra ubicados en la base de la pirámide de confiabilidad de los mexicanos en sus instituciones, esto es, que los mexicanos los perciben corrompidos e ineficaces.
Muy lejos estamos los mexicanos de poder insertar a la confianza en nuestra convivencia cotidiana, y entenderla “como la expectativa que surge dentro de una comunidad de comportamiento normal, honesto y cooperativo, basada en normas comunes, compartidas por todos los miembros de dicha comunidad”.
Pero así como entendemos que estamos muy lejanos de tener a la confianza como parte de nuestra vida diaria, también debemos estar muy claros de que si no hacemos hasta lo imposible por tenerla dentro de nuestro inventario de valores, estamos hipotecando absurdamente nuestro futuro cercano y lejano. Debemos exigirnos y exigir a todos quienes participamos en esta sociedad, que atesoremos este valor y lo construyamos en el menor tiempo posible.
En cuanto a las autoridades que siguen con la idea de valerse de la confianza de los ciudadanos, y la burlan sistemáticamente, es importante decirles que la ciudadanía habrá de secundar iniciativas que tengan que ver con la transparencia, rendición de cuentas, revocación de mandato; y todo lo que tenga que ver con la construcción de una sociedad más democrática.
Puede parecer romántico o hasta cursi, pero la confianza debemos construirla desde nuestros hogares, hacer que los miembros de nuestras familias la reconozcan y la valoren, sólo así podremos dar los pasos necesarios para acceder a mejores estadios de convivencia y desarrollo, que nos permitan articular un verdadero proyecto de nación.
Aun hay muchos que piensan que el pueblo mexicano no puede escuchar propuestas en tiempos electorales, y que desperdician sus espacios en los medios masivos de comunicación, diciéndole a los auditorios de estos medios, que “hay que apoyar al presidente”, les serviría mucho entender que este país avanzará cuando la política no sirva para dividirnos, sino para unirnos.
Para alcanzar un sueño, hay que tenerlo primero, y en este sentido me permito citar a Francis Fukuyama, que define de manera excelente, los orígenes de una sociedad más armónica: “Una estructura familiar fuerte y estable, e instituciones sociales perdurables a través del tiempo, no pueden ser creadas por un gobierno, mediante leyes o decretos, tal como crearía un banco central o un ejército. Una próspera sociedad civil depende de los hábitos, las costumbres y el carácter distintivo de un grupo humano, todos ellos atributos que sólo pueden ser conformados de manera indirecta a través de la acción política ya que, básicamente, deben ser nutridos a través de la creciente conciencia y del respeto por la cultura”.