Al haber finalizado la etapa de semifinales del futbol mexicano, quedará marcada en la memoria de los aficionados la garra, orgullo y coraje mostrados por dos equipos que iniciaron el torneo Clausura 2009 de la Primera División con el simple objetivo de mantenerse en la categoría, y que cerca estuvieron de dar la campanada accediendo al juego por el campeonato.
Indios de Ciudad Juárez y la Franja del Puebla dieron cátedra de futbol equipo, y tuvieron sobre sus rodillas a los dos equipos que arribaron a la vuelta como amplios favoritos, dándoles una lección de humildad y trabajo grupal; Pachuca y Pumas pelearán por el título en la gran final del futbol mexicano, y sin importar quién gane, el campeón sucumbió como local ante las cenicientas de la Primera División.
En el partido del sábado, Puebla se encontró con un polémico penal al iniciar el encuentro, lo que le permitió tener la ventaja rápidamente, y dedicar el resto del tiempo a la búsqueda de un solo gol, mismo que llegaría menos de media hora después, tras un rabioso disparo del resucitado Daniel Osorno, a 25 metros de la portería.
Con ese resultado, Puebla estaba en la final, y el sueño de coronar una heroica campaña disputando el título parecía tomar forma, pero quizá el resultado favorable llegó muy temprano para el propio bien del equipo poblano, que bajó la intensidad de su juego, permitiéndole a los Pumas tener el control del balón, generando opciones claras de gol, que sus delanteros desaprovechaban de manera repetida.
Así, al transcurrir el partido, Puebla se acercaba más y más a la posibilidad de despachar al único de los llamados grandes que pudo acceder a la liguilla, pero Pumas, consciente de ese lugar en la historia, y consistente con el partido de cuartos ante Tecos, en el que aseguró el pase de ronda hasta los últimos cinco minutos, siguió apretando, encontrando el premio cuando al minuto 88, el paraguayo Darío Verón mandó un pase largo de Israel Castro al fondo de las redes con un seco cabezazo que mataba todas las aspiraciones poblanas, y permitía al único equipo que ha logrado ser bicampeón en los torneos cortos, llegar hasta una nueva final.
Por su parte, el Pachuca, equipo que no había perdido un solo juego como local en todo el torneo, recibía a Indios de Ciudad Juárez con una ventaja de dos goles luego del juego de ida, celebrado en la ciudad fronteriza; el conjunto hidalguense parecía tener todo a modo para llegar a la antesala para disputar su sexto título de liga en una década.
Y todo parecía dentro de la normalidad, cuando José María Cárdenas puso al frente en el marcador a los tuzos apenas al minuto 13, Indios estaba obligado a meter cuatro goles para acceder a la final, algo que parecía imposible, por eso, cuando al minuto 42, Edwin Santibáñez emparejó los cartones para la tribu, a pocos les entró el temor de una reacción para la segunda mitad, pero los fronterizos pronto les harían cambiar la cara.
Así, al minuto 61, Juan Pablo Rodríguez Conde le dio la ventaja al equipo fronterizo, lo que revolucionó a cada uno de sus elementos, que pusieron alma, corazón y vida en cada pelota disputada, el poderoso Pachuca, aunque abajo en el marcador, todavía veía lejana una catástrofe.
Pero los escalofríos recorrieron la espina de todos en el estado de Hidalgo cuando, a 10 minutos del final, Carlos Maggiolo ponía el marcador 3 a 1 a favor de Indios, el equipo que hace poco más de un mes parecía condenado al descenso, ahora estaba a sólo un gol de eliminar al súper líder de la competencia y llegar al duelo definitorio por el campeonato; cerca estuvieron de lograrlo, pues todavía los defensas de Pachuca tuvieron que salvar alguna pelota en la línea.
Pero fue el esfuerzo no alcanzó, no sólo Indios fue incapaz de lograr el gol definitivo, sino que además, minutos antes de que expirara el encuentro, Blas Pérez logró el tanto que le devolvió el alma a todos los seguidores del Pachuca, el marcador estaba 3 a 2 a favor de los visitantes, pero en el global, los tuzos habían recuperado la ventaja y se ponían 4 a 3, así terminaría el encuentro.
Las semifinales estuvieron a punto de presentar la gesta heroica de dos instituciones que iniciaron el torneo casi condenadas de antemano por los demás competidores, lo que demuestra y ensalza la importancia del juego de conjunto, de un equipo que cree en un objetivo y suma el talento de sus elementos para conseguirlo, es por estos juegos que el formato de liguilla sigue demostrando su vigencia, esperemos pues, que la final entre Pachuca –el mejor equipo del torneo, y que hoy vio mancillado su orgullo-, y los Pumas –que cuando quieren, pueden dar grandes exhibiciones de futbol-, no desentone con lo que se vio en esta ronda.