En lo que volvemos a la normalidad, después de la inactividad obligada para vigilar y evitar el crecimiento de la epidemia provocada por la influenza humana A H1N1, hoy podemos tener cierta tranquilidad con el anuncio oficial de que el contagio es prevenible y que la enfermedad es perfectamente controlable si se recibe atención médica oportuna. La Organización Mundial de la Salud nos informa que la infección se propaga cuando la persona enferma tose o estornuda y las gotículas contaminadas expulsadas pueden pasar del estornudo o la tos, al aire que respiran otras personas cercanas, o bien porque los flujos se trasladan de las manos de las personas enfermas, a superficies que otras personas sanas tocan, y así, a su vez, éstas se llevan las manos infectadas a nariz o boca, o a través de la comida… en cuestión de horas se propaga la enfermedad.
La diferencia del contagio de la influenza estacional, -que por cierto viene cobrando cada invierno algunas decenas miles de víctimas entre niñitas y niñitos y personas de más de 65 años- con esta influenza, equivocadamente llamada en un principio como porcina, estriba en que se trata de un nuevo virus contra el cual no hay inmunidad y sus posibles estragos letales no podrían haberse conocido con precisión por el desconocimiento de esta cepa. Es comprensible que en las reacciones hayan influido los antecedentes perniciosos de la gripe aviar y por supuesto impacta saber la forma tan fácil en que se contagia. Las medidas de higiene que se han emprendido, como el lavarse las manos regularmente con agua y jabón o que las personas que estornudan o tosen lo hagan apropiadamente, pueden anticipar la prevención no sólo de esta influenza, sino de otros contagios gripales o de enfermedades gastrointestinales; esperaríamos que estas buenas costumbres promovidas para el control de la propagación de la actual epidemia sean inscritas permanentemente como acciones gubernamentales y sociales de prevención de la salud pública.
Es preocupante que a consecuencia de esta epidemia salgan a relucir los graves y añejos déficits que hay en muchas escuelas públicas, o la falta de agua potable y de drenajes en muchos poblados y colonias a lo largo y ancho del país. Las campañas de higiene resultan esquizofrénicas frente a esta realidad del tercermundismo mexicano por la falta de servicios públicos elementales y de la ausencia de una cultura social por la higiene, como lo demuestran algunos caminos y carreteras de varios estados del país y por los basureros aledaños a muchas colonias de las grandes ciudades. Gobiernos van, gobiernos vienen, en los tres niveles, y la falta de estos servicios menoscaba la dignidad humana y sólo salen a la luz pública cuando hay algún raro reclamo en el marco de la peculiar forma de hacer política de la señora dirigenta del SNTE, que pareciera ha descubierto, hasta ahora, que el sistema educativo en nuestro país está plagado de carencias.
Y mientras tratamos de seguir con nuestra vida, enfrentando las peores actitudes de mezquindad por parte de países que en tiempos menos oprobiosos recibieron solidaridad por parte de México, las campañas de los partidos políticos han comenzado. En los prolegómenos de este inicio proselitista que sólo durará dos meses, varios partidos recibieron observaciones por parte del Consejo General del IFE para que se apresten a corregir el registro de sus candidaturas en cumplimiento con la equidad de género.
Esta pertinente decisión por parte del órgano electoral federal, nos recuerda nuevamente los pendientes de la democracia genérica. Nos reafirma, para quienes las conocemos, las dificultades que hemos enfrentado quienes hemos ido impulsando las cuotas de género en los partidos políticos y en las reformas electorales, quienes participamos por el pleno reconocimiento de nuestra ciudadanía, nuestra libre determinación y autonomía en el marco de la interrelación entre los derechos económicos, sociales y culturales de las mujeres, con los derechos civiles y políticos. Por eso, en lo que son peras o son manzanas, cuando observamos el comportamiento de algunas mujeres expertas, como la directora de la OMS o médicas mexicanas, es inevitable sentir orgullo de género.
Frente al enojo y reclamo por la paridad incumplida, es necesario seguir insistiendo en la articulación de la formación de las mujeres, con la acción política, de tal forma que podamos lograr los cambios estructurales que remonten los reclamos voluntaristas, esporádicos o en la coyuntura, y se resuelva como se debe la falta de democracia para las mujeres en nuestro país. Ésta es la próxima tarea de las mujeres en el marco de la construcción de la sociedad que queremos; no aparte, no de unas cuantas, no sólo con las más decididas. Necesitamos reivindicar el ejercicio de la política y desde la política constituir los parámetros y las normas que garanticen que las mujeres accedan a todos sus derechos humanos sin cortapisas, ni regateos, sino con base en nuevas formas de hacer política, claro, desde la perspectiva del feminismo. n