A pesar del aumento en el costo de los productos de la canasta básica, la crisis económica y la alerta sanitaria de la influenza, las tiendas de abarrotes son las que “menos” han sufrido estos embates, ya que las amas de casa dejaron por unas semanas de comprar en los super mercados y acudieron justamente a las tienditas en las colonias.
Los aumentos en los precios no son una novedad, ésa es una cuestión que año con año padecen, aseguró Antonio Hernández Esparza, presidente de la asociación de abarroteros y pequeños comerciantes.
Al principio del año, se dieron los aumentos en el salario mínimo, de aproximadamente cinco por ciento; en esa misma fecha, los productos de primera necesidad aumentaron, pero de 10 ó 15 por ciento y, en ocasiones, hasta el 30 por ciento, y los precios de los artículos fluctúan durante todo el año.
Con motivo de la contingencia sanitaria, mucha gente dejó de salir de sus casas y, entonces, lo que tenían más próximo era las tiendas de abarrotes, donde surtían los productos de primera necesidad que estuvieron consumiendo durante estos días.
“A los changarritos de colonia no nos afectó, porque las tiendas venden lo más indispensable y aún las personas que suelen hacer su mandado cada semana en las tiendas de autoservicio, empezaron a comprar en las tiendas cercanas”.
A decir del líder de la asociación de abarroteros, son otros los problemas que padecen los propietarios de las tiendas: el hostigamiento de la procuraduría federal del consumidor (PROFECO), que dice proteger los intereses de los compradores y en realidad son arbitrarios, “con la ley en la mano”, ante los comerciantes pues, más allá de que den kilos completos, les exigen que paguen la calibración de la báscula para que tengan el holograma.
“Si en sus revisiones encuentran un abarrotera que da kilos de 800 gramos, que lo multen. Nosotros no vamos a meter la mano por él, por un compañero en esas condiciones”.
Y el problema no es sólo lo relacionado con la calibración de las básculas, sino también cuando los multan por no tener precios a la vista, sin que haya un verdadero control de los costos en cada producto.
Finalmente para las tiendas de abarrotes, el mejor control son las amas de casa, pues en cualquier tienda donde las alzas se dan de manera desmedida, ellas son quienes eligen la mejor oferta.
Antonio Hernández agregó que, el gobierno como parte de su demagogia, les ofrece capacitación, tecnologías y afirmó que ese tipo de apoyos no sirven si no tienen clientes con poder adquisitivo. “Con nuestra ignorancia, o al menos con nuestro sentido común, sabemos vender, comprar y atender al cliente no necesitamos tecnología”.