Insultar, difamar o golpear a un adversario demuestra, ante todo, una carencia de argumentos, de ideas y proposiciones. Desde hace unas semanas hemos sido testigos de una campaña electorera por parte del Partido Acción Nacional, en donde su única y principal estrategia es la de golpear al PRI por no apoyar las iniciativas del Ejecutivo federal, sin importar que éstas violenten los derechos fundamentales de los mexicanos y posibiliten los abusos de las policías.
El PRI mantiene su responsabilidad social y constitucional de velar por los intereses de la sociedad y es lo que se ha estado haciendo ante la falta de capacidad operativa de la administración del presidente Calderón. Ser gobierno no significa ser enemigo, significa encontrar los consensos que ayuden a construir, desde diversas trincheras, un mejor futuro para México.
Se escucha decir que “el fin justifica lo medios” y parece ser el principio rector de Acción Nacional; qué importa que el país entre en un clima de enrarecimiento político a causa de un imberbe dirigente partidista, si con esto se logra su cometido: reducir la distancia de preferencia electoral respecto al Revolucionario Institucional.
Germán Martínez quiere a toda costa involucrar al PRI en una guerra mediática, sin comprender que el proceso electoral no es un conflicto, sino el derecho democrático que tienen los ciudadanos de externar su preferencia política y elegir libremente a sus representantes. Quizás es aquí en donde el bisoño dirigente de Acción Nacional se pierde en el escenario y promueve una pugna estéril como estrategia del PANgobierno.
Es prioridad para el desarrollo del país un régimen preparado, eficaz, sólido y comprometido con los problemas torales de la sociedad; México necesita un gobierno con capacidad de respuesta, con temple político y con decisión. Desde Los Pinos se ha orquestado una campaña de desprestigio a la oposición, tildándola de cómplice de los graves problemas que aquejan al país; no hay necesidad de escudarse en la diatriba vulgarmente construida por el dirigente nacional de su partido, que no hace otra cosa que intentar esconder la ineptitud del gobierno federal, confundiendo a la sociedad con mentiras y verdades a medias, que también se vuelven mentiras.
La administración del presidente Calderón no ha sabido establecer los puentes de comunicación necesarios para el buen funcionamiento de su gobierno, amparándose en el discurso de que los priístas obstaculizan las reformas que el Ejecutivo envía al Congreso de la Unión, aseveración que a todas luces es falsa y malintencionada. El PAN recurre a la estrategia electoral del desprestigio, ya lo hizo en la pasada elección federal, presentándose como el salvador de un grave peligro para México; hoy tres años después, Acción Nacional no cambia su discurso, tan sólo cambia de objetivo. Ésta es la forma de gobernar del partido en el poder, carente de iniciativa, de compromiso político y social, sin rumbo ni brújula, endosando su responsabilidad constitucional en terceras personas.
Queda de manifiesto que el PAN carece de sensibilidad política, pero sobretodo de propuestas rentables que ayuden al porvenir de nuestro país. Acción Nacional concentra sus esfuerzos en denostar al PRI, y en voz de su inmaduro dirigente Germán Martínez, hace el trabajo sucio; qué política tan ruin el recurrir al golpeteo político, cuando en la mayoría del territorio nacional se sufre una ola de violencia incontrolable, en donde la carestía de alimentos es una realidad palpable, el desempleo azora al país y en la mayoría de los casos los sueldos de supervivencia fomentan el comercio informal, la inseguridad pública y la deserción en las escuelas.