La Europa Oriental, que fue por muchos años “la mano de obra barata” y de proveedores de “braceros temporales” para levantar las cosechas de la Europa Occidental, al adherirse a ésta última logró una modernización e industrialización de manera acelerada; y, como países industrializados de Europa, generaron muchos euros, además de poco consumo de crédito, comparado con el tamaño de sus economías.
En el caso de los países de Europa Oriental, al necesitar financiamiento rápido y en grandes cantidades, aceptaron pagar intereses más altos que el de los países de origen de los capitales, fueron recipientarios de esos enormes créditos; y hoy con esta crisis, la mayor parte de ellos se han declarado en mora y no sólo eso, sino que piden de emergencia créditos para su gasto corriente.
Esto ha comenzado a generar, en principio, que la Unión Europea, los Estados Unidos Americanos, Japón, China, Corea del Sur y otros países exportadores industrializados, revisen sus convenios comerciales ante el aviso de los Estados Unidos Americanos de la Cláusula “Buy América”, del paquete de estímulos fiscales del presidente Barack Obama, y en otros países su equivalente a “Compre Nacional” y la Unión Europea está buscando, por lo antes comentado, bajar sus importaciones de materias primas naturales.
En el caso de México, ante la falta de cumplimiento de los Estados Unidos del TLC en materia de transporte, nuestro país respondió con la aplicación de aranceles a 89 productos de importación de los EUA, con un impacto en el comercio de 2 mil 400 millones de dólares, sin que a la fecha se haya detectado algún tipo de reacción.
Ante estas circunstancias, no debemos distraernos en conflictos estériles que nos hagan perder de vista que, así como esta crisis fuera de serie llegó del exterior, así mismo los efectos secundarios forzosamente van a afectar el comercio mundial. Por lo tanto, debemos de estar unidos y atentos para tomar las medidas adecuadas y oportunas que permitan al país, en primera instancia, instrumentar las acciones para no importar los problemas de los demás países o, cuando menos, lograr que su impacto sea el menos dañino y, posteriormente, buscar ser de los países que salgan lo más rápido posible de esta crisis mundial.
En éstos últimos días se ha informado a la sociedad que el gobierno del presidente Felipe Calderón contrató un crédito ante el Banco Mundial por mil 500 millones de dólares, con las mejores condiciones que hay en cuanto a interés y plazo, y cuyo destino será el fortalecer los programas sociales de SEDESOL, especialmente el relativo a ‘Oportunidades’, que atiende a los que menos tienen en lo más esencial de sus necesidades diarias.
Esto viene a desmentir a aquellos que tratan de etiquetar al actual gobierno encabezado por el Presidente Felipe Calderón, como falto de sensibilidad social, y a contrapelo de las grandes potencias que sólo buscan rehacer su sistema financiero y sacar su sistema bancario de la bancarrota, México no ha descuidado lo más importante que pide la sociedad: empleo y seguridad.
Recordemos que sin estabilidad social no hay inversión. Si no hay inversión no hay empleo, y México busca salir de la crisis pero quiere que salgamos todos juntos, no sólo un grupo privilegiado como sucedió en el sistema político anterior. Debemos aprender de los errores de otros países como:
Bélgica, durante el periodo de gestión de Yves Leterme, del 20 de marzo al 19 de diciembre de 2008; Islandia, Geir Haarde, del 15 de junio del 2006 al 26 de enero de 2009; Letonia, Ivars Godmanis del 20 de diciembre de 2007 al 12 de marzo de 2009; Hungría, Ferenc Gyurcsany del 29 de septiembre de 2004 al 20 de marzo de 2009; República Checa, Mirek Topolanek, del 16 de agosto del 2006 al 26 de marzo de 2009.
Todos ellos fueron obligados a renunciar por haber permitido que los ahorros de sus conciudadanos se perdieran, y que los fondos de salud, retiro y ahorro estén en quiebra o en ese riesgo.
Por lo tanto, recordemos las crisis sexenales que nuestro país sufrió cuando el resto del mundo se encontraba estable, en las que debimos enfrentar quiebras nacionales, en las cuales no entendíamos el por qué, después de trabajar arduamente, se perdía el producto de ese trabajo. Hoy podemos unirnos y, sobretodo, pensar en los que menos tienen para salir más rápido de la crisis y buscar que los próximos años sean de esfuerzos compartidos, para tener una sociedad más igualitaria y con mejores oportunidades y mejor nivel de vida. (No como antes: igualitaria en cuanto a pobres o extrema pobreza).
Busquemos lo que nos toca hacer a cada uno de nosotros y hagámoslo bien, estemos concientes que no vamos a salir de la crisis solos, o cada quien por su lado. Recordemos que la hipoteca social sobre lo que tenemos no desaparece mientras haya alguien que carezca de lo más elemental para tener una vida digna.