“Cuando el pueblo dice a las doce del día que es de noche, hay que encender las farolas, el pueblo no se equivoca”
Francisco Bulnes.
Procesos electorales van y procesos electorales vienen, y todo parece indicar que los partidos políticos siguen sin entender a una ciudadanía que cada día se convence más de mantenerlos ubicados en los últimos lugares de confiabilidad dentro de las instituciones de este país.
Sin querer revisar la ausencia o no de una identidad ideológica de los institutos políticos, es preocupante que ninguno de ellos está entendiendo los reclamos y preocupaciones del ciudadano común, y esto se puede percibir en las actitudes y mensajes que mandan los partidos políticos sobre los temas de las agendas municipales, estatales y federal.
Todo se reduce a culparse mutuamente, unos de lo que otros han dejado de hacer, y otros de lo que unos están dejando por hacer. Esta historia ya es muy conocida, alguien decía que lo malo de la alternancia es que “los que ya se van, no saben cómo irse, y los que están por llegar, no saben cómo hacerlo.”
De suyo es conocido que en este proceso electoral federal, que tendrá su jornada electoral el próximo 5 de julio, se prevé un alto abstencionismo, que ratificará el hartazgo que tiene la gente en este país, de lo que los partidos políticos le significan, y que para muchos de los mexicanos se resume en esta contestación, cuando se les pregunta sobre este tema: todos son iguales.
Y es que más allá de lo meramente declarativo, que no dice nada para la inmensa mayoría de los mexicanos, los partidos políticos han olvidado por completo la importancia de la propuesta, que tendría que ser lo que hace la diferencia entre unos y otros de ellos. Su afán de acceder al poder les ha permitido que coyunturalmente se puedan mezclar agua con aceite, tirios y troyanos, moros y cristianos; hasta llegar a crear coaliciones que lo único que no tienen en común es todo.
La gente quisiera ver debates de altura, en los que cada uno de los participantes se caracterizará por proponer soluciones al inmenso listado de rezagos que este sistema le sigue debiendo a la población, y en los que en base a la preparación académico profesional y la formación ideológica de los actores políticos, se pudiera encontrar identificación entre los emisores de un mensaje y los receptores del mismo.
En las últimas semanas hemos tenido que soportar la futilidad del presidente nacional del PAN, que como en mucho tiempo nadie había malbaratado el ejercicio de la política partidista hasta el grado al que él ha llegado; pero lo más preocupante es que de la otra parte del espectro político nacional, solamente hemos escuchado respuestas casi contestarías, y nos hemos quedado con las ganas de conocer la altura de miras que necesita este país de parte de sus actores políticos.
Calderón Hinojosa mencionó hace unos días que México necesita buenos ciudadanos (lo decía por la necesidad de fortalecer el aprendizaje de la educación cívica y ética), y también mencionaba que este país necesita mejores gobiernos. Y se atrevió a decir “No hay buenos gobiernos si no hay buenos ciudadanos que participen, que opinen, que no se dejen engañar, que exijan cuentas claras, que exijan responsabilidad, que exijan compromiso”. Tal vez Calderón no entendió que lo que dijo le quedaba muy bien como mensaje a su antecesor (que encargó el changarro), y que si tuviéramos una ciudadanía con esas características, seguramente el no sería el Presidente de la República.
Esperemos que los partidos políticos entiendan lo que el maestro Sabino Bastidas Colinas señaló en una colaboración editorial hace algunos años “Debemos pensar diferente para construir el futuro con imaginación como lo hemos hecho siempre, abrirnos a opciones nuevas y diferentes que se traduzcan en nuevas actitudes. Pensar diferente es asumir de un modo creativo lo que nos rodea. Construir a partir de la inteligencia y la imaginación. Imaginar el futuro, desearlo y trabajar para crearlo”. n