Una niña está enferma de cáncer, y Microsoft, o algún otro gigante de la lista de Forbes (y no estoy hablando del Chapo), donará un centavo de dólar cada vez que se reenvíe este email. El jueves en la noche, Marte se acercará a la Tierra y se verá del mismo tamaño que la luna llena. En los libros de geografía de Estados Unidos ya se enseña a los niños que el Amazonas pertenece a aquel país. Un funcionario de un banco de Nigeria busca un voluntario para transferirle varios millones de dólares a su cuenta bancaria. Hay un ensayo inédito de Quino, donde sugiere cómicamente que la vida debería correr al revés: empezar en la vejez y terminar en la concepción. ¿Qué tienen todos esos hechos en común? la respuesta es simple, son hechos falsos y se propagan por correo electrónico.
En tiempos actuales, muchos damos por cierto algo tonto que leímos en algún email, como por ejemplo creer que la NASA tomó una foto de una nebulosa en forma de ojo gigantesco y que le ha nombrado “el ojo de Dios”; o que en China se venden fetos como delicia gastronómica; o incluso creemos la falacia de que se han descubierto huesos de gigantes en Asia Menor (“¡pero si hasta foto venía!”). Pareciera que los correos cadena y los fraudes de internet han venido a ocupar el lugar de las leyendas urbanas de antaño. De estas últimas todos sabemos de alguna transmitida oralmente (el hombre del gancho, el tráiler con órganos de niños congelados, el fantasma de la curva de la “M”) cuyo argumento básico tiene cientos de años de antigüedad y, sí, son leyendas falsas. Lo mismo pasa con esos emails.
Los he recibido de todos tipos, desde los más ingenuos hasta los más elaborados, desde los redactados con ortografía adolescente (“si no kontests este mail t kedarás sin amor x el rest de tus dias”) hasta extensas cartas prolijamente redactadas; presentaciones en power point con información supuestamente recién descubierta y fotografías sorprendentes; obras de arte del photoshop, tan bien hechas que un ojo no entrenado cae fácilmente en el engaño. Hay un caso muy divertido. Tras el atentado y destrucción del World Trade Center en Nueva York, empezó a circular una sorprendente foto de un turista –supuestamente tomada décimas de segundo antes del avionazo desde el último piso de la torre– parado en el observatorio de uno de los rascacielos con uno de los aviones a sus espaldas a punto de hacer impacto. La foto resultó ser, desde luego, un photoshopazo que adquirió tal fama que hasta empezaron a circular otras fotos del mismo turista estando presente en los grandes catástrofes de la humanidad, tales como el naufragio del Titanic, el asesinato de John F. Kennedy, el desastre del Hindenberg (Googlear: 9/11 tourist guy parodies).
Muchos de esos correos electrónicos buscan no sólo divertir y engañar (como las abuelas de antaño con sus historias sobre aparecidos), sino que requieren una acción de nuestra parte, lo cual es entrar ya en otro terreno. Casi siempre es algo sin aparentemente mayores consecuencias, como dar un forward al correo (reenviarlo) para obtener un fabuloso beneficio o librarse de una maldición. Bill Gates, dice uno, ha decidido compartir su fortuna, y dará cien (o mil, o diez mil) dólares “a cada usuario que reenvíe este correo, no es broma”; Carlos Slim donará un dólar por cada reenvío de este email para la cura de la niña (insertar nombre aquí) que muere de leucemia en Sonora (si Slim es caritativo, ¿por qué hacerla esperar?); y los más esotéricos dicen: “si no reenvías este correo te caerán diez años de mala suerte; si lo haces, en seguida se cumplirá el deseo que formules, aunque no seas supersiticioso” (simpática aclaración) o “sí funciona, es aterrador”. En ocasiones dan listas de calamidades que sucedieron a gente que no hizo caso al consejo. Unos francamente insultantes: “John Lennon declaró que los Beatles eran más populares que Jesucristo, y como castigo, fue asesinado afuera de su casa.” John negó a Jesús. Este email te invita a aceptarlo como tu único salvador. La moraleja sería: si no lo haces, te balearán en frente de tu casa (¿quién llevará en el cielo las listas de los que no dan forward?).
¿De dónde vienen todos esos extraños correos, llamados hoaxes? Querer encontrar una sola explicación al origen y propósito de los hoaxes es como creer que todo lo que dice el periódico es verdad, sólo por estar ahí; o que todas las historias de las abuelas las inventaron ellas; o que la Biblia la escribió una sola persona con un solo propósito. La mayoría no resisten la más mínima investigación, que cabe recalcar se puede efectuar con unos cuantos clicks y sacudiéndose la pereza mental. El correo de la selva amazónica y los libros de texto trae el nombre del autor (David Norman) e incluso páginas del libro para darle apariencia de verdad a la información. Casi cualquiera cae ante la evidencia. “Alguien se tomó la molestia de escanear la página del libro para demostrar que esto es cierto”, nos dicta la lógica. Pero no toda imagen, sonido o video que viene incluida en un email es auténtico, por más real que parezca. Una búsqueda en amazon.com (ironías de la vida) nos permite comprobar que no existe ningún libro de geografía cuyo autor sea David Norman, que por cierto, es paleontólogo. Norman en cuestión tiene un blog donde él mismo muestra sorpresa por el rumor (davidnormanblog.com). “Yo no lo escribí”, reclama; “es falso (que exista tal libro)”. La noticia de que Marte se vería el jueves tan grande como la luna llena se derrumba ante una visita a dos autoridades en calendarios celestes: la página de la revista Astronomy (www.astronomy.com) y la de Sky & Telescope, que no hacían una mención siquiera a una variación en el brillo aparente del vecino planeta. Claro, por no dejar, la noche indicada estuve preparado con un saco de provisiones para huir a las montañas.
También llegan por email noticias de que se prepara la filmación de una película sobre un Jesús gay que tiene sexo con sus apóstoles. Se pide anotar nombre, correo y país al final de la página y enviar la lista (un verdadero festín para los spammers) a todos nuestros contactos para evitar que se proyecte el film en nuestro continente. Una búsqueda rápida en Internet Movie Data Base www.imdb.com resuelve la duda. ¡No hay tal película!. Los avisos de virus (“Si recibes una postal que se llama Felices Pascuas no la abras, es un virus que borrará toda tu información”) generalmente son pérdidas de tiempo; no se ha visto una cadena advirtiendo por anticipado la diseminación de virus verdaderamente peligrosos como el I Love you, que apareció en las bandejas de entrada de todo el mundo en mayo de 2000.
Entiendo que muchos de estos correos son lanzados por spammers (dícese de los que se dedican a reunir cientos o miles de direcciones electrónicas activas para luego enviarles publicidad no deseada), pero no comprendo bien cómo después ellos recuperan las largas listas de emails que suelen aparecer antes de toda cadenita electrónica. Tampoco estoy seguro si debemos calificar como spam todos esos correos que piden dan forward para curar una niña con leucemia o para salvar a las mujeres de Afganistán. Pero sospecho que son el primer paso para que los spammers consigan sus bases de datos fabulosamente amplias.
¿Qué se puede hacer ante los hoaxes? La primera alternativa es no tomarlos demasiado en serio; divertirse y simplemente borrarlos. Otra sería contraatacar, investigar unos minutos y estimular el pensamiento crítico de los demás dando click en “Responder a todos” con hechos (queridos amigos: en la página de msn.com NO hay nada respecto a que vayan a cobrar por el uso del msn, y Jim y James no son nadie). Un sano escepticismo nunca está de más. (¿Cómo podría ser falsa esta información, y si fuera cierta, cuál sería la voz autorizada para anunciarlo?) Y tercera, evaluar nuestras fuentes. En Estados Unidos hay una estimulante campaña contra los hoaxes que reza Stop. Think. Click. (Détente. Piensa. Haz click.) Se pueden dar esos tres pasos y confiar, parafraseando a Alcohólicos Anónimos, que hay un poder superior llamado escepticismo: las afirmaciones extraordinarias requieren evidencias extraordinarias. O se puede hacer lo que yo hago. Borrar todo correo que empiece con las tres infames letras: Fwd. n