Desempleo con rostro joven - LJA Aguascalientes
22/11/2024

Hace unos días, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) informó que rechazó aproximadamente a 105 mil jóvenes estudiantes, admitiendo tan sólo al 8 por ciento de los solicitantes para sus 77 licenciaturas; por otro lado, según datos proporcionados por el Sistema Nacional de Información, Estadística y Geografía, en el cuarto trimestre del año 2008, el 39.01 por ciento de los jóvenes aguascalentenses no tienen acceso a trabajos formales. 

Estas dos realidades tienen origen en común: la nula generación de espacios educativos de calidad y oportunidades laborales dignas y productivas, que les permita a los jóvenes romper con esta cadena de desencanto e integrarse de manera puntual a una sociedad necesitada de nuevos bríos.  

Los requerimientos y exigencias de la sociedad han alcanzado, y en muchos de los casos sobrepasado, la capacidad del gobierno para dar respuesta a dos temas fundamentales para cualquier política pública: educación y empleo.  

Hoy nuestro país carece de directrices que fomenten el desarrollo industrial y económico, que permitan a los recién egresados laborar dignamente en su campo de estudio y, a su vez, generen la necesidad de requerir empleos altamente calificados, dejando en el pasado la política de creación de mano de obra barata.  

Si bien es cierto que la actual crisis económica ha mermado fuertemente los mercados financieros internacionales y, por ende, ha impactado de forma significativa la economía mexicana, también es cierto que no podemos ampararnos en esta situación, ya que la nula capacidad de las administraciones del PAN para la creación de empleos, ha colocado a México en la deshonrosa posición 60 del ranking mundial de naciones competitivas, según el Foro Económico Mundial, haciendo hincapié en la rigidez del mercado laboral y la calidad del sistema educativo. 

Recordando un artículo de Otto Granados Roldán, coincido “en que cada vez es más claro que los activos más valiosos para un país y un estado radican en los activos intangibles que acumule una economía: conocimiento, destrezas especializadas, capacidad de cambio, habilidades y competencias, es decir, capital intelectual y humano”. 

Desgraciadamente, al día de hoy, la realidad nos abruma, los espacios educativos están saturados, obligando a los más necesitados a dejar los estudios e incorporarse a la interminable lista de desempleados, o a emigrar a otras entidades en busca de mejores condiciones de vida, en el mejor de los casos, a sumarse a la economía informal o empleos temporales, cuyos sueldos no son para vivir mejor, como dice la publicidad del gobierno. 

Mientras las políticas del gobierno se basen en la creación de empleos temporales y mal remunerados y en una educación que no ayude a satisfacer las necesidades reales del mercado laboral, no podremos hablar de un crecimiento en los niveles de calidad de vida que tanto requiere la sociedad. 

Como gobierno y sociedad debemos dar certidumbre a nuestros jóvenes, ofreciéndoles espacios de educación superior de calidad, en donde se les cualifique para laborar en áreas donde la demanda profesional aun no está cubierta; debemos apostar por la investigación y el desarrollo de nuevas tecnologías; dejando de explotar las carreras tradicionales que sólo engrosan la lista del desempleo.


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