En nuestra actualidad hablamos de comunidades y sociedades que están conformadas con altas cantidades de personas, y que para que puedan sobrevivir y convivir juntas necesitan indispensablemente de ser gobernadas; el presupuesto básico para que los gobernantes puedan hacer el gobierno de la sociedad es que los ciudadanos, en este plano como gobernados, tengamos la disposición de “dejarnos gobernar”.
Es oportuno agregar, para evitar una interpretación equívoca, que el dejarse gobernar no significa tomar el papel de pasividad y de subordinación para con los gobernantes; el único punto fundamental a señalar es que como gobernados requerimos disponernos con toda la intención a que en el ámbito público, que compartimos con el resto de conciudadanos, habrá otras personas-gobernantes que nos ordenarán las cosas para que todos podamos hacer nuestra vida y nadie sea demeritado en ello (se trata de ordenar para dar orden, para dar organización, no para dar instrucciones).
Aquí encontramos la comunicación con la sociedad y entre ella misma; en las sociedades masivas, a diferencia de las sociedades anteriores de la historia, la organización y el ordenamiento difícilmente se podrán dar de manera espontánea o por azar, ya que para lograrlo y ante la gran diversidad y pluralidad que viven, se requiere necesariamente de un gran trabajo de construcción de coincidencias y consensos.
Es común observar que la gran utilidad que se le da a la comunicación es la mercadotecnia comercial; sin embargo, la comunicación hoy es el medio para cohesionar a las sociedades, para darles una identidad y forma, y para “conectar” a los individuos con los otros individuos masa-sociedad y viceversa.
Cuando pasamos a la comunicación política observamos que los gobernantes la utilizan de diversas formas: desde los que buscan “acercar e integrar” a los ciudadanos al proyecto de gobierno y de sociedad para que participen en la construcción de su propia sociedad, hasta los que prefieren “alejar” a los gobernados de las acciones de gobierno diciéndoles que todo está bien, que no se preocupen.
El discurso político se convierte en una ventana que nos permite observar “lo que es” el gobernante, conocemos lo que piensa del gobierno y de lo que es gobernar, nos manifiesta lo que quiere hacer como gobierno, y también, apreciamos su personal evolución –maduración y desarrollo- como gobernante: cómo entiende y explica la sociedad y el gobierno, cómo conoce e interpreta los problemas de la sociedad y qué soluciones propone, y si con el paso de los años “profundiza y amplia” la idea de gobierno y de sociedad y con ello la manera de explicar y proponer las soluciones a los problemas, o son las mismas respuestas de siempre desde el principio de la administración hasta el fin.
Como ciudadanos es importante conocer qué idea tiene de lo que es gobernar, ya que de la idea que tenga se desprenderá el tipo de gobierno que haga; y la comunidad-sociedad podrá avanzar en su desarrollo, o se retrasará. Con el discurso político los ciudadanos conocemos si la idea de gobernar es completa y se refiere a todos los ámbitos de la sociedad, o si por gobernar entiende trabajar para sólo un sector de la sociedad.
En este punto es necesario hacer un cambio de perspectiva: un gobierno no se hace únicamente con discursos políticos, ya que sólo hasta que llega a las acciones es que podemos determinar la idea y el proyecto de gobierno que tiene y pone en práctica.
Los ciudadanos no podemos presenciar todas las acciones de gobierno y tampoco podemos verificarlas ni contarlas; independientemente de la auditoría y la fiscalización de dichas acciones que realizan los órganos de gobierno especializados, los ciudadanos necesitamos conocer la obra de gobierno que nos dé la confianza para “dejarnos gobernar” por nuestros gobernantes, y es, precisamente, a través de la comunicación masiva con la sociedad como los ciudadanos conocemos las acciones de gobierno.
Como ciudadanos de buena fe creemos lo que nos dicen los gobernantes a través de la comunicación masiva; llegamos ahora al punto de cerrar nuestro esquema de opinión: si el discurso político del gobernante coincide con las acciones de gobierno, o no coincide.
Esto es, si las propuestas de solución de los problemas de los ciudadanos y de la sociedad, declaradas por los gobernantes a través de la comunicación masiva, están resolviendo dichos problemas con las acciones de gobierno; la coincidencia en estos dos aspectos es lo que hace avanzar a la sociedad y reconocer a sus gobernantes.
La diferencia entre estos dos puntos se convierte en un problema más para la sociedad, lo que significaría que dichos problemas se resuelven sólo en el nivel de los discursos políticos, pero no en el nivel de las acciones de gobierno. La confianza ciudadana para “dejarse gobernar” por sus gobernantes se construye, precisamente, en el espacio social de la comunicación masiva, por lo que resulta no sólo importante, sino imprescindible el lograr una interlocución clara entre sociedad y gobierno reflejada en las acciones.