“Que no haya ilusos para que no haya desilusionados”.
Manuel Gómez Morín
El escenario que en estos días vive la sociedad mexicana se ha tornado verdaderamente difícil, y en el largo e interminable camino hacia la recuperación pareciera no existir una luz al final del túnel.
Tristemente para muchos miembros de su “clase política”, esto no es algo que les quite el sueño, y los haga repensar sus conductas, y sobre todo su ansia inevitable de seguir enturbiando las de por sí contaminadas aguas que, hoy por hoy, caracterizan la vida social de este país.
En esta diáspora mental en que se ha convertido la participación de algunos políticos mexicanos, gana mención aparte el presidente nacional del Partido Acción Nacional, Germán Martínez, que con sus desarticuladas y oprobiosas declaraciones, hace recordar los aciagos días de las dirigencias panistas de Abel Vicencio Tovar y Pablo Emilio Madero, que se significaron por su ausencia total de ideas y cuyas dirigencias fueron deprimentes en la historia de este partido político.
Pero todo indica que Germán Martínez se empeña en pasar a la historia de su partido como algo verdaderamente caricaturesco, ya que con su actuación, está ayudando a las demás fuerzas políticas nacionales, a reposicionarse ante el electorado y salvar sus diferencias internas, en aras de fortalecer sus propuestas ante la ciudadanía.
Seguramente que el presidente nacional del PAN jamás leyó La rebelión en la granja, de George Orwell, porque se daría cuenta de que ha aportado nuevos elementos para una versión corregida y aumentada de este excelente libro.
Hasta ahora sólo se ha dedicado a provocar a los priístas, de una manera poco inteligente y menos acertada, demostrando su nerviosismo y aceptando tácitamente que no se equivocan las empresas encuestadoras cuando señalan al PRI como el posible vencedor en las elecciones federales del próximo 5 de julio, y seguramente las propias encuestas que él ha pedido a otras empresas coinciden con las mismas tendencias y, por ende, el PAN se encamina a un retroceso electoral bajo su dirigencia nacional.
Martínez piensa erróneamente (como Felipe Calderón) que culpando al PRI y a los gobiernos federales que emanaron de ese instituto político, de los actuales problemas nacionales, la ciudadanía olvidará que ya son ocho años de gobiernos federales panistas, caracterizados por su ineficacia.
Los panistas tradicionales añoraron y pretextaron la falta de resultados durante la administración de Fox, diciendo que no era el PAN quien ocupaba la Presidencia de la República, ya que Vicente Fox y su gabinete no eran panistas reales, y que eran producto del neopanismo, que no tiene formación ideológica, ni compromiso con el partido.
Pero ahora esas argumentaciones no tienen validez, cuando quien ocupa la Presidencia de la República es un panista de cepa, y la mayoría de su gabinete son panistas de verdad, como dijo el multicitado Germán Martínez, cuando se realizó el relevo en la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, y arribó a la misma el “panista” Juan Molinar Horcasitas; pobres panistas, si Molinar es un panista de verdad (seguramente ya se les olvidó que hasta hace poco este “panista” fue consejero ciudadano y no tenía militancia partidista).
Sin lugar a dudas, el PAN merece un mejor rumbo que el que le pueda dar este “bravucón”, lástima que este partido ya no tenga gente de la talla de Gómez Morin, Christlieb Ibarrola, González Luna, González Morfín y Castillo Peraza; el país necesita partidos con solidez ideológica y con una propuesta de nación. Si el PAN quiere tener un futuro cercano más promisorio, es tiempo de buscarle otra actitud a Germán Martínez, ya que al lado de este Gobierno Federal fallido se encuentra esta dirigencia nacional panista fallida.
Es tal el nivel de extravío de Germán Martínez en la conducción de su partido, que cada día son más los panistas que extrañan a Manuel Espino, con todo y que éste se ha convertido en una piedrita en el zapato para la dirigencia nacional del PAN y para el propio Presidente de la República.
Felipe Calderón y su partido tendrán que dar un verdadero golpe de timón, de lo contrario se seguirá haciendo realidad lo que Daniel Cosío Villegas señaló en su ensayo “La crisis de México” en 1947, y que apareció en Cuadernos Mexicanos: “…Acción Nacional se desplomaría al hacerse gobierno. ¿Tendría, llegado ese momento, algo más para vivir por sí misma y guiar al país? No cuenta ahora ni con principios ni con hombres y, en consecuencia, no podría improvisar ni los unos ni los otros. En sus años de vida, su escasa e intermitente actividad se ha gastado en una labor de denuncia; pero poco o nada ha dicho sobre cómo organizaría las instituciones del país”. n