Juan Manuel Robledo
Dos datos, en los que hasta ayer el Gobierno del Estado y la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) no se habían puesto de acuerdo, y no lo hicieron, han mantenido en suspenso el futuro de uno de los proyectos más importantes del sexenio del gobernador Luis Armando Reynoso Femat. Dos datos que ayer pudieron tener claros y que no los tuvieron porque el aparato de medición no estaba calibrado.
Namo y Name son dos palabras que ayer fueron pronunciadas muchas, repetidas veces. Las usó el gobernador Luis Armando Reynoso Femat. Las dijo también el director de la Comisión Nacional del Agua, José Luis Luege Tamargo.
De los números que correspondan a esas cifras dependerá que se ponga punto final a la incertidumbre de construir un hotel en la ribera de la Presa Calles y dependerá también el futuro económico de los habitantes de San José de Gracia, que han visto transformase su tierra en un destino de turismo religioso, del que se mantienen ellos y sus familias…
Namo es la palabra que designa el Nivel Máximo Ordinario del agua en un río, un lago, una presa o un arroyo. En el caso de la Presa Calles se refiere al punto en el que el agua comenzaría a desbordar el vertedero construido en un extremo de la cortina de la presa. Los expertos revisan los niveles históricos en un lapso de 100 años y establecen el Namo.
Name es un número mayor a Namo, se refiere al Nivel Máximo Extraordinario. De entrada señala el nivel máximo del agua por encima de la cortina de la presa, pero es más complicado de calcular porque puede llegar a contener mil años de niveles históricos, considerar los millones de litros de capacidad del embalse y otros factores.
Hasta ayer, no había un acuerdo sobre los valores que corresponden al Namo y Name de la Presa Calles. El gobierno estatal tiene unas cifras, la CONAGUA otras.
Sin calibrar Primero desde el aire, Luege Tamargo vio la Presa Calles, el poblado de San José de Gracia, el Cristo Roto, los embarcaderos y los puestos instalados. Luego, en medio de una nube de polvo aterrizó el helicóptero y de la nave descendieron los funcionarios. Después recorrieron a pie algunos de los mismos lugares. En las oficinas del patronato que administra el lugar, el funcionario conoció el proyecto completo, escuchó las explicaciones del gobernador y externó sus dudas.
De pasadita vio los puestos y la explicación de que son removibles y pueden cambiarse a otro lugar en caso de aumentar el nivel del agua.
Luego se encaminaron a uno de los postes de energía eléctrica en el que está marcado uno de esos valores que andaban buscando. Por encima de sus cabezas, los funcionarios señalaron con el índice la marca que alcanzaría el agua en caso de llenarse la presa.
Después se encaminaron a las obras del hotel, que aún mantienen los sellos de clausura colocados el primero de diciembre de 2008. Asunto que mantiene molesto al gobernador, que varias veces en el recorrido le explicó a Luege la necesidad de que los inversionistas puedan continuar su construcción.
Parados sobre los cimientos del inconcluso hotel, los funcionarios quisieron revisar los valores del Namo y se encontraron con que el instrumento para hacer las mediciones no estaba calibrado.
Hasta entonces, la conversación entre Luege y Reynoso era algo ríspida. Se notaba tensión, un “estira y afloja” en el intercambio de palabras.
Luege quiso ir al vertedero de la Presa Calles y allá fueron en las camionetas. Antes le preguntó al gobernador: “Pero no vas a empujarme, ¿verdad?”; Reynoso le aseguró que no, pero no le disgustó la idea de mandar al fondo de la presa al delegado de la CONAGUA, Julio César Medina. La broma comenzó a relajar el tenso diálogo.
Los funcionarios recorrieron la parte superior de la cortina de la presa y se detuvieron en los dos balcones. El director de la CONAGUA quiso ir hasta el vertedero y comenzaron a descender por la empinada escalera hasta llegar a la base de la cortina, luego sorteando los huizaches llegaron hasta el vertedero. Luege subió el empinado y resbaloso tramo sin ayuda, al gobernador lo jalaron para que trepara. Luege encontró un plomo con una lectura y se lo mostró al gobernador.
Ya sobre el vertedero se dieron cuenta que no había con qué hacer las mediciones. Los técnicos habían ido a mover una antena y a recalibrar el equipo. Mientras Luege admiraba el paisaje e intentaba tomar una foto del cañón por donde corren las aguas de la presa, con su BlackBerry. No lo consiguió pero pidió que le tomaran una foto con el paisaje a sus espaldas, luego invitó al gobernador a acompañarlo.
Bromas sin cifras
Todavía sobre el vertedero, los funcionarios consideraron construir un vertedero anexo, con un nivel más bajo para reducir los niveles que podría alcanzar el agua. Al fin llegaron los técnicos con el equipo recalibrado y se tomaron las lecturas. Sin convencerse, Luege le sugirió al gobernador pedirle a un tercero hacer otras mediciones y sugirió a la UNAM o a la UAA para hacer el trabajo. Y ya con los valores del gobierno estatal, los de la CNA y los de la universidad, sentarse a platicar los dos y resolver el conflicto.
Durante la conversación volvió a surgir la broma de que el gobernador deseaba empujar a Julio César, pero esta vez todo mundo la festejó con risas. Reynoso dijo que él estaba para garantizar la seguridad de todos los ciudadanos y el ambiente se volvió relajado.
Luege Tamargo le dijo al gobernador que la CNONAGUA no tiene nada en contra de los desarrollos como el de San José de Gracia y que le ayudarían a resolver el conflicto. El mandatario estatal insistió en sacar adelante la construcción del hotel y refirió que la obra se terminaría para abril, y por la clausura ya no se consiguió.
El director de la CONAGUA insistió en que, una vez con los valores correctos, se sentarían a platicar y lo resolverían como el secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, le pidiera a Luege.
Los fotógrafos pidieron una foto con la Presa Calles a sus espaldas y los funcionarios accedieron a posar; a la izquierda del gobernador quedó el delegado Julio César y Luege le recordó su deseo de empujarlo vertedero abajo, incluso movió el codo para decirle como lo hiciera. En cambio, el gobernador le pidió a Julio César tener cuidado. El ambiente estaba completamente relajado.
Animadamente descendieron por el vertedero y volvieron a ascender por la escalera de la cortina. En el monumento al centro de la cortina, el gobernador pidió que les tomaran otra foto y animadamente volvieron a posar.
Dos meses y 18 días después de que su cuarto informe se eclipsara por la clausura de CONAGUA a los puestos colocados en las riberas de la presa y a las obras del hotel, el gobernador volvió a ver una luz, que se volverá verde una vez que los valores correctos del Namo y Name sean encontrados.