Hoy sufrimos las decisiones que se tomaron hace 20 o 30 años, dice el rector
En la actualidad, los jóvenes no estudian una carrera que les garantice el éxito y el desarrollo personal, sino que eligen una que no les represente mayores problemas para cursarla, aunque con ello no se responda a las expectativas del estado ni del país. “Somos simplemente la consecuencia de un sistema educativo, que nos orilla a ofrecer lo que la gente está demandando”, señala el rector de la Universidad Autónoma de Aguascalientes, Rafael Urzúa Macías, y explica que no obstante los esfuerzos de la institución por ofrecer ingenierías, no son tan solicitadas como las especialidades de las áreas de las ciencias de la salud, sociales, económicas y administrativas.
“Lo que nosotros vemos es, por ejemplo, que llenamos los grupos de ingeniería y por la razón que usted se imagine, al año ya están esos grupos a veces a la mitad, sobre todo las ingenierías que implican más matemáticas, más física, como en el caso de la ingeniería electrónica. “Teóricamente recibimos 80 muchachos, y al finalizar un semestre, ya hay 60, y al finalizar el año, hay 40. ¿Por qué? Sencillamente por el bagaje que traen, no les ayuda para abordar esas carreras que son en si muy duras”, dice el rector.
“Nosotros –agrega- llenamos los salones, finalmente; pero lo que debemos contar es, cuántos están egresando a tiempo. Si lo medimos así, el muchacho que está egresando a tiempo, desde que inicia lo que llaman la eficiencia terminal. Vemos que en el área económica administrativa, esas eficiencias terminales llegan a ser del 70 por ciento, el que sale a tiempo, porque todavía vienen los rezagados que se van a recibir. En algunas ingenierías, la eficiencia terminal no llega al 30 por ciento”.
En opinión del rector de la máxima casa de estudios del estado, “nosotros estamos viviendo las consecuencias de decisiones que se tomaron hace 20, 30 años. Hace 20, 30 años, se dio un cambio radical en el sistema educativo mexicano, se acusaba a los profesores de antaño de ser enciclopédicos, de ser rigoristas, de ser inhumanos, de ser crueles con los alumnos. Usted y yo somos fruto de ese sistema, que creo que es la descripción que algunos especialistas de la educación hacen de ellos; no corresponde a la realidad que usted y yo vivimos. Sí tuvimos mucha disciplina, mucho trabajo por hacer en el aula y en la casa, pero eso nos dio algo que es inapreciable, nos dio la disciplina necesaria para ser los constructores de nuestro propio conocimiento, y nos dio un arma que vino a suplir muchas de las deficiencias naturales, a veces involuntarias de ese sistema, de que lo que no aprendíamos en el aula, teníamos capacidad de irlo a consultar a una biblioteca. Hoy, las bibliotecas se están convirtiendo en elefantes blancos, porque los jóvenes, los niños de hoy, no tienen ese amor por la lectura, que a la mejor con sangre, nos hacían que entrara, que adquiriéramos”.
Convencido, Urzúa Macías afirma que aquel sistema de enseñanza no era lo malo que dicen los pedagogos, y subraya que los jóvenes de ahora “van como en involución”. “¿Por qué lo digo? Por que sus padres de 30, 40, 50 años, treintones, cuarentones, ya son producto de esa reforma”.
Urzúa Macías estima que las actuales generaciones están muy bien tratadas, pero no muy bien formadas “con unos recursos de información, que usted y yo no soñábamos. Hoy, la información fluye por todos lados, pero simplemente, ahí está, y la hay buena y mala. A nosotros, de algún modo, si usted quiere, a varazos, pero nos enseñaron a discriminar la información importante de la trivial, pero ahora estamos en la etapa del cortar y pegar.
La información ahí está, y estará siempre, autentificada o no, de buena calidad o de mala calidad, ahí está, y ¿qué es lo que hacen nuestros jóvenes, nuestros niños cuando se les deja una tarea? Ya no acuden, al menos ya no en tropel, a las bibliotecas; se van a la computadora, se conectan a la Internet, a veces en la comodidad de su casa, y con un buscador, ponen la palabra clave, tienen enciclopedias en sus aparatos, en sus discos duros… hay bibliotecas virtuales, como la biblioteca Cervantes, pero no leen, simplemente cortan, pegan, cortan y pegan, y usted puede encontrar trabajos primorosamente presentados, pero vacíos de contenido, donde el muchacho ni siquiera se tomó la molestia de corregir los modismos del lugar de donde lo trajo, o de corregir las faltas de ortografía, que también se encuentran en la Internet. Y cuando uno los interroga acerca del trabajo de cien o 200 cuartillas que ellos entregan -casi una tesis profesional-, resulta que no saben nada”.
El rector de la UAA señala que los padres de familia “somos responsables de la formación electrónica, cibernética de los muchachos. Todos nos desentendemos, los padres se desentienden de los hijos, los enchufan a los juegos electrónicos, a la televisión, viendo contenidos que están expresa y explícitamente diseñados para atontar a la gente, para venderles modelos de comportamiento”, y cita el caso del “fenómeno RBD”, y subraya que la telenovela es el vehículo ideal para esa deformación o formación defectuosa de los jóvenes.