Los gobiernos estatales que aplaudieron el plan anticrisis dado a conocer por el gobierno usurpador ignoran la verdadera dimensión del problema económico de México, que va más allá de la simple lógica del subdesarrollo y la dependencia que han caracterizado nuestras relaciones económicas con el resto del mundo.
El Fondo Monetario Internacional, que no previó la crisis mundial desatada cuando la fantasía se hizo añicos, ahora teme a una posible y profunda recesión. A este pronóstico se suma el de la OCDE –que agrupa a países desarrollados y de desenvolvimiento medio–, que estima que la recuperación recién llegaría bien avanzado 2011, contradiciendo augurios optimistas que prevén que la tormenta cesará en 2009.
Si se cumple la previsión de la OCDE habrá que atravesar dos años de retrocesos, con fuerte impacto en el empleo, que en México es ya un serio problema que el gobierno no ha podido resolver con sus fórmulas neoliberales. Esta desgracia ya se advierte en el aumento de la desocupación en todos los rincones del país, tomando en cuenta los datos de pobreza crecientes en las más importantes regiones económicas de la república mexicana.
Lo cierto es que la iniciativa privada, no pierde la oportunidad de sacarle jugo a la situación de emergencia y ahora está exigiendo al gobierno que disminuya el gasto corriente y transparente el gasto público, aumentando la obra pública para coadyuvar a la conservación del empleo, mitigando con ello los efectos de la crisis, pero en beneficio exclusivo de su sector que es el principal beneficiado con los descuentos en energéticos, en contraste con la falta de apoyo al campo como motor para reactivar el empleo y garantizar el abasto de alimentos a precios justos para la población, aspecto que pone en riesgo los ahorros de los trabajadores al ampliar la capacidad de retiro de esos fondos en momentos que acumulan minusvalías, y mantiene intacto el excesivo gasto corriente del gobierno federal según el análisis de especialistas.
Está claro que este plan no incluye medidas de austeridad para el gobierno, como el caso del gobernador de Aguascalientes que es el funcionario público que más gana en el mundo en proporción al salario mínimo de su población.
El gobierno que prometió un millón de empleos ahora está prometiendo que no se van a perder los que ya se tenían antes de la usurpación. La farsa del cambio de los electrodomésticos viejos por nuevos es una ofensa a la sociedad que demanda trabajo, salud y educación. Hasta cuándo entenderán que esta crisis en la más elocuente expresión del rotundo fracaso de las políticas neoliberales con su estabilización monetaria, liberalización económica, equilibrio presupuestal, desregulación, privatización, reestructuración del aparato estatal y total libertad para las fuerzas del mercado. Es hora de realizar un balance: las conquistas ideológicas del neoliberalismo exceden por lejos sus modestos logros económicos, que en todo caso impusieron enormes costos sociales, reflejo de la crisis que hoy vivimos.