Es difícil afrontar y resolver qué hacer en un dilema, más cuando no has sido educado para ello. Hay quienes no llegan a identificar el dilema porque no miden las consecuencias que producen con sus acciones. Se dice en ese ámbito que lo importante es generar el menor daño posible en todos los ámbitos. Para Sinforoso el fin de su vida es la felicidad, Aristotélico, ponía a la prudencia y el equilibrio entre el presente y el futuro como la más importante. Lógico es pensar que para él la felicidad era ser gobernador. Sabía que no era fácil lograr esos equilibrios, iniciando por su parte axiológico, porque no es ni santo, ni demonio, ni individualista, ni egoísta. Su madurez al estilo de Ortega y Gasset, lo ubicaba en sus circunstancias, en el entorno político y social, en las ventajas y desventajas, en sus prejuicios, en los posibles perjuicios personales, familiares, políticos y jurídicos, en fin, en su realidad, porque había llegado el momento de enfrentar la decisión como un buen ciudadano, un buen hombre, un buen padre, pero sobre todo como un excelente humano y político.
El Lic. De la Rosa se caracterizaba por ser una persona que predicaba con el ejemplo, ejerciendo influencia en su amigos y compañeros por su congruencia, de tal manera que todo parecía tan obvio, la solución correcta era que no aceptaría la candidatura por otro partido, y que el PRI sería tan inteligente y efectivo políticamente que le propondría ser el candidato a la gubernatura, pero la realidad era otra.
Sabía que cualquier decisión traería consecuencias internas y externas que lo afectaría. Él no estaba dispuesto a ganar la candidatura a costa de cualquier cosa. Todos los factores deberían estar alineados en el mismo sentido, empezando por él mismo, sus amigos cercanos que lo estaban motivando y su partido.
En la búsqueda de aclaraciones, sintió la necesidad de platicar con el presidente de su partido, Indalecio Orozco, éste último sabía que se estaba enfrentando a un problema fuerte, porque el perfil de Sinforoso era excelente para ser candidato a gobernador, por su educación, preparación y valores; pero eso no era suficiente para ganar la postulación y las elecciones para gobernador. Conforme a la lógica de la política, tendría que cambiar un poco la aplicación de sus valores, su concepto de felicidad necesitaría someterlo a nuevas reglas de la razón y de la conciencia, entender que los medios y los fines tienen que manejarse conforme a la utilidad del poder, saber cuándo callar, cuándo hablar y aceptar cambiar su conducta, carácter y convicciones cuando lo requiera su estrategia política. Indalecio le recomendó que luchara por la candidatura en forma intensa, conforme a las reglas de la convocatoria, y que en todo caso siguiera trabajando fuertemente por el partido.
Cuando salió de esa reunión, Sinforoso estaba más confundido que nunca; en seguida se reunió con su familia. Florinda, su esposa, le comentó que le diera la oportunidad a su partido de recapacitar para que ofreciera a su mejor hombre como candidato, en ese sentido el PRI debería mandarlo a él porque siempre había sido leal al partido, efectivo en su trabajo, con buena imagen; por ello tenía que esperar la decisión y sobre todo, que no se fuera a otro partido, no le gustaría que en algunos años lo criticaran a él o sus hijos porque cambió de partido por sus intereses personales y por su sed de poder, que si bien la política está desprestigiada, bien vale la pena luchar por mejorarla y eso, sólo lo pueden las personas con valores y principios como él, y sólo estando dentro del partido se puede hacer algo.
Por su parte, los amigos y asesores personales, no le importaban las consecuencias, más que la posibilidad de tener un amigo gobernador postulado por cualquier partido político.
En un cuento de Hadas, el Príncipe llega en su caballo blanco, se baja y se acerca a la Princesa dormida, le da un beso apasionado y son felices para toda la vida, pero le recuerdo a mi amigo lector que este es un cuento de la vida real, donde meses después, Sinforoso no logró la candidatura de su partido al Gobierno del Estado por que ganó el fuego amigo, las traiciones e imposiciones, las cargadas y las descalificaciones, además de que los valores, principios y reputación de los candidatos es lo que menos importó.
Por fortuna, se dio cuenta de que a pesar de sus 25 años de experiencia, ésta había sido la más importante en su vida, porque ejerció su libertad e independencia, sin violar los valores que exige su partido como la lealtad, la discreción, la entrega y el trabajo constante en beneficio de sus militantes y en su caso, de la ciudadanía. Su desarrollo como persona lo enorgulleció por haber tomado el camino correcto, no traicionó sus principios y valores éticos, ni a persona alguna para lograr su objetivo; hoy Sinforoso sabe y siente que actuar y ser ético es rentable, y que no hay pretexto alguno para no serlo, porque actuar con responsabilidad y ética es el mejor sueño que todo político debe tener, porque sin ellos, cualquier meta se vuelve irrealizable.
Nuestro personaje, espera la próxima oportunidad con la fe en que lleguen a su partido, políticos como él que entiendan la necesidad de transformar esas prácticas, por reglas que ayuden a elegir buenas personas y políticos que hagan valer los principios de respeto a la dignidad, a las personas y a las instituciones, que ganen postulaciones y elecciones, pero que las ganen bien, sin dañar a sus colegas, ni al partido, y con ello, lograr eso que ahora sí parece un sueño… “que la que ética llegue al poder”. n
A Don Pedro Nájera… donde quiera que te encuentres.